¿Después de Fidel qué?
En los ensayos que he escrito sobre (%=Link(«http://w64.207.147.4/totalitarismo»,»el totalitarismo en el siglo XX»)%) , me han quedado pendientes los referentes al castrismo . Una de las razones por las cuales no he concluido su redacción definitiva es porque no estoy convencido de que el régimen de Fidel Castro entre en la misma categoría de los de Lenin, Stalin, Mussolini Hitler y Mao. Aunque es evidente que su forma de gobernar tiene elementos comunes al fascismo y al estalinismo, sin embargo además de ser totalitario también se inserta en una tradición latinoamericana del caudillismo militarista, que ha tenido mútiples ejemplos en la convulsa tradición histórica de nuestro continente.
Fidel es sin lugar a dudas un personaje histórico fundamental, su recia personalidad y su talento político son innegables, sin embargo, lo que predomina a lo largo de toda su vida es una ambición de poder sin límites. En su juventud fue un lector asiduo de José Antonio Primo de Rivera y por supuesto de José Martí, luego ya en la universidad, mas bien superficial de Marx. Las circunstancias de su vida le hicieron determinar el rumbo de su acción política, signada por un fuerte sentimiento anti-norteamericano. Óptica, por demás compartida por muchos intelectuales cubanos frente a la actitud de Estados Unidos con Cuba, en la que éste país ejerció sobre la isla una especie de protectorado, regido durante años, por la enmienda Platt.
A pesar de sus diferencias con los grandes líderes del totalitarismo del siglo XX, tampoco se lo puede identificar con los históricos caudillos latinoamericanos. Fidel pareciera más bien cuadrar con un personaje de novela del realismo mágico, que sería algo así como una mezcla del “Señor Presidente” de Asturias con “Yo el Supremo” de Roa Bastos y ciertamente con el “Otoño del Patriarca” de García Márquez.
Que para la consecución de su meta de vida se haya arropado con la bandera de la hoz y el martillo es un hecho meramente circunstancial, habría podido, si la circunstancias hubiesen sido diferentes tomar el ejemplo de Pancho Villa, Emiliano Zapata e incluso el de Lázaro Cárdenas. Lo que si resulta evidente es que en su visión del mundo no había espacio para el reformismo, lo de él era lo absoluto, los cambios dramáticos, el gran salto hacia ese espacio en el que se logra ubicar en el terreno de la historia universal. Castro a sus ochenta años de vida puede considerar que su ambición de poder fue enteramente colmada, sin embargo el ejercicio del poder por el poder deja inevitablemente un espacio vacío después de su muerte que no lo colmará ninguna fórmula de transición. Cuba ha sido en estos cincuenta años el reino de Fidel, en el intentó crear una nueva sociedad y un nuevo hombre. Hoy eso luce mas como un sueño que como una realidad. Ni los soviéticos, ni los chinos, ni los fascistas pudieron cambiar al hombre y las reglas que mantenían la ficción de una nueva sociedad. Quedaron resquebrajadas una vez desaparecido el régimen del terror que prevaleció durante los reinados de los grandes dictadores totalitarios.
Nos vemos como en Cuba la realidad sea diferente. Hoy la personalidad y el carisma de Fidel, junto a toda la parafernalia de controles que se le imponen al ciudadano, hacen que exista una amalgama que mantiene estables los nexos societarios. En Cuba todas las instancias de poder convergen en Fidel, su poder y su control sobre la sociedad es inconmensurable y difícil, por no decir imposible de transferir. Un liderazgo colectivo, sin Fidel, a pesar del vínculo histórico y familiar representado por su hermano Raúl, difícilmente podrá sostenerse en el tiempo si no se modifican las condiciones de vida de los habitantes de la isla. La ayuda brindada por Chávez es sólo un paliativo y no es creíble que el teniente coronel venezolano pueda ocupar el vacío y mucho menos la silla de Fidel.
Cuando murió Stalin, poco tiempo pasó para que Kruschev denunciara el estalinismo. Cuando murió Mao, Deng Tsiao Ping se ocupó de colocar a Mao embalsamado en un rincón de la historia. ¿Que ocurrirá con Fidel? ¿Lo embalsamarán? ¿ Lo denunciarán? o ¿lograrán profundizar la revolución sin su presencia?. Es difícil dar una respuesta clara Fidel sigue cual Cid Campeador conduciendo su batalla por mantener, mas allá de su existencia, su particular visión de lo que debería ser una sociedad feliz .