Opinión Internacional

Despotismo y elecciones

 Por esto y porque las violaciones a los derechos humanos tienden a limitarse y focalizarse, así como que es el miedo y no la violación material la que se instaura, es que muchos dudan en calificar a estos regimenes como dictaduras. Al ser distintas a, por ejemplo, las dictaduras militares de Suramérica de los años setenta y ochenta  del siglo pasado.

 Lo que cada vez está más claro es que, una “eficiente” dictadura debe estar preparada para dos cosas: ganar elecciones y permitir la “reelección” indefinida del déspota en el poder.

Para la “reelección” se han conseguido varias fórmulas. La de la franquicia chavista que es la reelección indefinida, pero hay más. Entre otras, cambiarse el poder entre marido y mujer o entre hermanos o entre padres e hijos, es decir, crear una dinastía, lo que intentaban hacer los Kirchner; o cambiar cargos equivalentes entre los mismos líderes una y otra vez, que es el caso ruso. Donde Putin y Medvedev se intercambian la Presidencia y el cargo de Primer Ministro.

Los déspotas deben montar un mecanismo que asegure que independientemente de lo malo que sea el gobierno o lo que piense la gente, finalmente ganen las elecciones.

Recientemente, el semanario The Economist publicó un artículo- “How to rig an election” ( como tracalear una elección) – que recorre muchas de las triquiñuelas que son puestas en práctica por estos regímenes. El artículo comienza advirtiendo que la trampa, no se hace el día de la votación.  Ese día hay mucha gente vigilando. No, la trampa se hace en el proceso previo de manera que ese día todo se vea bien. Y el secreto es redactar todas las leyes y normas para que el proceso se vea limpio.

Luego hace una detallada enumeración de lo que el déspota debe hacer y controlar.  Entre ellos, los medios de comunicación de masas. Controlar la televisión pero tolerar “pequeños y mal financiados medios de la oposición”. Reorganizar los distritos electorales de manera que les favorezcan en las elecciones parlamentarias. Relacionar a la oposición con el extranjero- el imperialismo. Presionar a sus contendores, inhabilitarlos y ponerle difícil su funcionamiento como partidos. Es decir, montar un sistema electoral desequilibrado o mejor dicho fuertemente sesgado hacia el régimen. Lo grave es que esto es lo que ha venido pasando en Venezuela, por lo que además de prepararnos para el día de las elecciones hay que denunciar y luchar contra ese desequilibrio electoral.  

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