Desaciertos y aislamiento
Si algo caracteriza al régimen bolivariano es la insistencia de sus representantes en cometer desaciertos, algunas veces premeditados o acordados por los “situacionales” ; otras veces espontáneos, producto de la improvisación, acompañada de la ignorancia y la irreverencia plenas. Las declaraciones del Presidente y vicepresidente, un buen ejemplo.
En política interna, el régimen trata de cubrir los desaciertos —muchos y de todo tipo, por cierto— con las tradicionales cortinas de humo en forma de denuncias, advertencias y amenazas. Desde la invasión estadounidense, al golpe de Estado, las detenciones arbitrarias, el inicio de procesos políticos a periodistas, las expropiaciones y confiscaciones y otros atentados contra la propiedad privada y la dignidad, el anuncio de más misiones y batallas y hasta de nuevas listas para segregar a los que rechazan el proceso que son la inmensa mayoría, aunque algunos sondeos de opinión traten de mostrar lo contrario. Las cadenas, las emisoras radiales y de televisión del régimen, así como la agencia “independiente” de noticias ABN y la ya poco nombrada Telesur, se encargan de hacer efectiva esta estrategia situacional.
Pero en el plano internacional, los desaciertos son más difíciles de controlar y de cubrir con cortinas de humo. El escenario es muy distinto, aunque el oficialismo lo crea similar. El resultado es, sin embargo, uno sólo: el desprestigio progresivo y constante; y, la percepción de los analistas, incluso de los menos objetivos, de la tendencia cada vez más totalitaria del régimen.
En días pasados, junto a las “democracias” de Irán y de Bielorrusia, Venezuela no acompañó la creación del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Una posición absolutamente coherente con las políticas internas del régimen en materia de derechos humanos.
Las explicaciones del representante bolivariano ante las Naciones Unidas al contrariar con su abstención inexplicable la voluntad de la inmensa mayoría de los Estados, además de mostrar el estado de descomposición del servicio exterior venezolano, fueron un esfuerzo inútil porque lejos de confundir, por sus evidentes contradicciones, reflejó muy claramente la política del régimen en materia de derechos humanos. Un desacierto más, esta vez premeditado, pero ejecutado con la mayor torpeza y sobre un tema sensible que interesa a todos, incluso a los “intelectuales” cercanos al régimen.
Otra acción lamentable de la diplomacia bolivariana, esta vez en la OIT. La delegación del gobierno bolivariano votó de nuevo en forma aislada junto al Líbano, al momento de aprobarse la Convención sobre Trabajadores del Mar, acto celebrado con grandes aplausos por los delegados gubernamentales, los empleadores y los trabajadores reunidos en la conferencia. El convenio adoptado refunde en un instrumento internacional los convenios y recomendaciones en vigor sobre el trabajo marítimo y establece las condiciones propicias para el trabajo decente en ese sector, cada vez más globalizado.
De nuevo, los representantes del régimen se apartan de la mayoría, actuando con la ligereza característica, en desconocimiento de los procedimientos y de las cuestiones de fondo: mucho menos, el significado y las consecuencias del voto a favor, en contra o la abstención. De nuevo, aislamiento y muestra de su posición obstaculizadora, pues no había argumentos serios para oponerse al consenso.
Otro desacierto ha sido el manejo del tema de la reclamación del territorio Esequibo.
Las declaraciones de las autoridades de Carmelitas anunciando la posibilidad de renunciar a la reclamación de la zona, en beneficio del fortalecimiento de las relaciones de cooperación con Guyana, es una ligereza peligrosa que, en épocas anteriores, cuando a las fuerzas armadas les preocupaba seriamente la integridad y la soberanía territorial, habría hecho tambalear las paredes de los cuarteles.
La reclamación del territorio Esequibo es un tema complejo, jurídica y políticamente:
su tratamiento exige seriedad y profesionalismo, no declaraciones irresponsables, basadas en la más clara ignorancia.
Las declaraciones unilaterales pueden tener un significado importante en las relaciones jurídicas internacionales, más si ellas son pronunciadas por personas con capacidad de actuar en nombre del Estado y de comprometerle en este ámbito; y, si ellas se formulan públicamente y en ciertas circunstancias, como sería el caso.
Independientemente de las cuestiones fondo, el Gobierno debe realizar consultas serias con todos los sectores, como lo hicieron los gobiernos democráticos desde 1958. Se trata de una cuestión que no puede estar sometida a los caprichos de algunos. Es de interés nacional, de todos los venezolanos, y no de un grupo que hoy detenta el poder.
Los desaciertos en su acción externa, junto a los despropósitos, como el faraónico gasoducto para integrar a América del Sur, la remodelación de la casa de Perón en Buenos Aires o el financiamiento de una escuela de samba brasileña, muestran la realidad, en el exterior, del denominado proyecto bolivariano. A mayor desprestigio, mayor aislamiento.