De telecom a papel prensa (I)
Desmesuras empresariales del kirchnerismo patológico.
Con un triunfo compulsivo en Papel Prensa, los Kirchner necesitan recomponerse del fracaso en Telecom.
Pasó explicablemente inadvertido. Desatinos presidenciales que arrastraron también, hacia el manoseo del desaire, a un conjunto de empresarios convocados.
Dos dramas -Telecom y Papel Prensa- que mantienen un lazo patológicamente común. El Operativo Destrucción lanzado contra el Grupo Clarín.
El conflicto, como se escribió aquí, es un divorcio político-empresarial. En horribles términos.
Entre la temporalidad compartida, emerge el dato que asocia a ambas empresas. La decisión inicialmente prioritaria de Néstor. De impedir, como fuera, que el insaciable Clarín se quedara también con los réditos asegurados de Telecom. Lógica consecuencia de la dinámica de crecimiento que conducía, al Grupo, hacia la dirigida implosión. Después de haberse aprobado la megafusión Cablevisión-Multicanal, zanahoria que motivó la complacencia informativa hasta finales del 2007. La megafusión también, con el divorcio, iba a estallar.
De acuerdo a la línea argumental, el episodio Fibertel representa, tan solo, una esquirla de la explosión (esquirla que favorece, paradójicamente, los intereses de Telecom, el drama perdido).
Para el primer objetivo fijado, Kirchner debía convocar a empresarios insospechados de ningún entendimiento posible con Clarín. Desmesura que sintió, probablemente, uno de los empresarios que se quedó mal parado en la historia. El desperdiciado intelectual Matías Garfunkel Madanes. Emergía, “el heredero serial”, para desplazar a los favoritos anteriores. Los que amagaban. Pero no alcanzaban a juntar el capital para quedarse con la aceituna más nutritiva que ofrecía la plaza.
Garfunkel debía demostrar, según nuestras fuentes, menos que la solvencia económica con que impresionaba, que carecía de lazos con Clarín, la empresa definida como El Mal.
El certificado de libre de aftosa. O libre de Clarín.
Notable escritor aún sin tema, metido extrañamente en el alto nivel de las corporaciones (donde suelen descalificarlo), sumido entre papelones memorables, Garfunkel marcó, con su aparición, el cambio estratégico en la conducción del negocio. Iba a terminar con el desmoronamiento. Signa la inserción decisoria de la Presidente, en una problemática que manejaba, hasta el momento, el Presidente Consorte. A través, sobre todo, de la proximidad medular de Ernesto Gutiérrez. Empresario libre de la aftosa de Clarín.
Los K y Los W
“A Cristina -la definió un nestorista-, le gusta gastarla. Pero no saber cómo se junta”.
Su moralismo económico fue exactamente perjudicial. Con Cristina se pasó del desgastante esmerilamiento de los italianos, que impulsaba Néstor, en la búsqueda de un nuevo socio para Los Werthein. Hacia el giro. La consigna de enfrentar a Los Werthein. A los que, en cierto modo, traicionaban. Para desplazarlos. A los efectos de entenderse, directamente, con los italianos que respaldaba su gobierno. Y la Unión Europea.
Fue el mensaje que vino a traer, sin atisbos de casualidad, un eurodiputado.
Pero Los W, con la paciente astucia de siglos, mientras los litigaban, profundizaron el acercamiento con los italianos.
Para alcanzar -Los W- el acuerdo sorpresivo que dejaba, a Los K, a contrapierna. Carentes, siquiera, del atributo de la información. Porque el acuerdo se gestaba, según nuestras fuentes, desde hacía meses. Con encuentros de altísimo nivel, que se registraban en diversas ciudades de la relativamente agotada Europa. Nunca, que se sepa, en Roma.
En el desatino ilustrativo de Telecom, Los K dejaron en offside al conjunto de empresarios manoseados. Los que querían, comprensiblemente, asegurarse, sin ideologías, duraderas monedas.
Pudieron después lastimosamente participar del contenido profundo de la máxima filosófica del positivista Vernet.
“Perder no es grave. El problema es la cara de b… que te queda”.
Con los italianos de Telecom, comandados por Franco Bernabé, y con sus socios reconciliados, Los W, pasa lo mismo, en cierto modo, que ocurre entre la Sociedad Argentina y Los K.
Después de examinar la jerarquía de los postulantes, que se improvisaban para suceder a Los W -y sobre todo después del ya tratado novelón de Roma (ver “Roma, papelón y después” cliquear)-, los tanos de Telecom comprendieron que valía -comparativamente- la pena reconciliarse. Arreglar con Los W. Los conocían.
Igualmente, la Sociedad Argentina detesta, hasta el hartazgo, a Los K. Pero comienza, resignadamente, a valorarlos. A partir del examen minucioso de los improvisados que se postulan para sucederlos.
El primer objetivo -que la aftosa de Clarín no se quedara con Telecom- se cumplió.
Por el divorcio, Clarín debió apartarse de la competencia. La mera sospecha de complicidad con Clarín resultó letal, por ejemplo, para Eduardo Elsztain. Uno de los competidores más purificados.
El segundo objetivo, el de controlar Telecom, derivó en el fracaso.
Los K, tácticos de almacén de barrio, pasaron de arremeter contra los italianos, para favorecer a Los W y buscarles un socio cercano, a ir, repentinamente, contra Los W. A través de cambios de empresarios favoritos. Los que suponían que el acercamiento presidencial resultaba más significativo que la capacidad para poner el dinero. O juntarlo.
Bastó que, en una de las reuniones de reconciliación, acaso registrada en Londres, el destacado miembro de Los W le dijera, según nuestras fuentes, al enviado de don Bernabé. Acaso al mismo Bernabé.
“Tienen que elegir entre nosotros o Cristóbal López”.
“Los W o Cristóbal”.
Idea que remite, en el plano vulgarmente empresarial, a la mítica eficacia de la opción “Braden o Perón”.
Devastación
La devastación de Papel Prensa, a anunciarse pronto, con un próximo cotillón, admite, por su espectacularidad, la recuperación del bochorno discreto de Telecom.
“Papel Prensa, la Verdad”. Es el “Informe Moreno” (cliquear).
Se encamina a unificar, sin escalas, la problemática ambulatoria del ex ministro José Martínez de Hoz. Con el objetivo humano a aniquilar. Héctor Magnetto.
Tal como lo vaticinó, según nuestras fuentes, al propio Magnetto, el experto abogado C.A. Cuando vio que al ministro octogenario lo sacaban, en camilla, del edificio Kavanagh, colgado del suero. Para trasladarlo a la prisión.
“Vienen por vos, Magnetto”, le habría dicho C.A.
De carambola, en menor medida, casi de yapa, como si fuera un simple obsequio de la casa, vienen también por Bartolomé Mitre.
“El Gordito”, como consta en el “Informe Moreno”.
Texto debidamente montado. Con sutilezas cronológicas para tratar en otra crónica. Con alteraciones sigilosamente programadas. Efectismo que no puede atenuar ningún tribunal.
Corresponden (las sutilezas y las alteraciones) con el montaje del escenario de presentación. El cotillón podría derivar, para el Portal, en un bumeran.
Inspirado en los padecimientos de una bella dama de los setenta. La señora Lidia Papaleo de Graiver. Viuda de David, el misterioso Duddy.
Oscilaba, temerosamente en soledad, en las postrimerías de 1976, con 26 años, entre dos violencias significativas. Aún, tal vez, distaba de entenderlas.
Entre los militares y los montoneros. Venía surcada, la bella dama viuda, entre las severas imposiciones del metafórico general Videla, y los aprietes, reclamatorios de fondos, del falso doctor Paz.
Con su valijita de cobrador -el doctor Paz- donde ocultaba, acaso, la identidad.
Obvio: ampliaremos.