Opinión Internacional

Crespi seco

LA OBSESIVA CONTINUIDAD (II): “Hacer política”. «Caminar». Parábolas de la superstición del peronismo.

Crespi seco

Los hostigamientos de Kirchner, El Furia, tratados en la primer parte de “La obsesiva continuidad” (cliquear), distan de atenuar, tan sólo, las proyecciones de Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol.
La carambola es a tres bandas. El objetivo consiste en evitar, también, el armado eventual de Duhalde.
En “Buenos Aires, la provincia inviable” (cliquear).

Envolvente, acaparador, mediáticamente recuperado, Kirchner instruye a los distintos trebejos sin autonomía. Sin la menor posibilidad. Para que salgan a “hacer política”. A “caminar la provincia”. Como si alguno, de los eventuales caminantes, pudiera “armar” algo propio, así se trate de un porro o un mecano.
Nada son, los caminantes, sin su venia. Sin el crédito arbitrario de “el Banco”. O sea de Kirchner. Como también lo llaman a El Furia -”El Banco”- algunos de los mini-gobernadores del conurbano. De los que depende, con la misma intensidad que les desconfía.

Etnocentrismo

Difícilmente, en la historia, algún gabinete presidencial haya contado con más bonaerenses que el gobierno de la señora Cristina.
El Premier es Aníbal, de Quilmes. Quien alternativamente compite con Florencio Randazzo, el ministro del Interior, que es de Chivilcoy, y que aún mantiene litigios seccionales (la cuarta) con el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, de Chacabuco.
Los conocedores de prontuarios políticos saben que Randazzo procede de la entelequia del felipismo. Cuyo máximo jefe, y militante principal de la causa, es Felipe Solá.
En cambio Domínguez viene de compartir la casaca descolorida, y desfigurada, de Carlos Ruckauf, aquel presidenciable justamente opacado.
Trata -Ruckauf- de reciclarse, con suerte relativa, en la civilización desarrollista del duhaldismo.
Es -el duhaldismo- la tendencia que Randazzo, en sus tiempos pesados de Killer, ayudó a desalojar de la provincia. En nombre de Felipe, que prefirió atribuirle la perforación del 2005 a El Furia. O sea a Kirchner, cuando re-importó, como candidata, a Cristina.
Entonces Randazzo prefirió directamente saltar de Solá hacia Kirchner. Ampliaremos.

Otro bonaerense menos afortunado es Julito Alak, el ministro de Justicia. Al que Bruera, uno de los paladines de La Banda de los sub 45, desalojó impiadosamente de la intendencia de La Plata.
Otro bonaerense es Amado Boudou, de Mar del Plata. Al que, acaso para quitárselo de Economía, El Furia también envía a “a hacer política”. A “caminar”. Como si copiara la receta que suele dar, para distraerse, el otrora ministro Corach, a todos los que van a consultarlo en su condición de Gurú.
“Caminá”, les dice Corach a sus visitantes. Salen con un entusiasmo que les dura una cuadra.
En realidad sólo desentona, en el etnocentrismo cultural del gabinete, y para disimular, el paisano ministro Manzur, que es tucumano.
Para colmo El Furia envía, a “hacer política”, a “caminar”, hasta a la Hermana Alicia, pero infortunadamente sin las capelinas. La manda para disciplinar, a golpes de partidas y desembolsos, a los mini-gobernadores especulativamente reticentes.

Parábolas

A los efectos de consolidar la obsesión de su continuidad, Kirchner decide atraer, para sus dominios, otros experimentados exponentes de la provincia.
Complementan la tesis que la carambola no sirve sólo para cercar a Scioli. Es para impedir que Duhalde pueda armar algo viable.
“Se le dejan, tan sólo, Buscapinas”, sintetiza una Garganta.
O sea: aventureros, medialuneros, buena gente. Peronistas sin votos.

En primer lugar, El Furia quiere atraer a Sergio Massa. Pertenece también a la banda de los Sub 45.
Aunque, de Massa, el astuto ex Premier, aún persistan dudas fundamentadas, relativas a un vuelo privado hacia Madrid. Son temas en los que el director del Portal impide fondear.
Es Massa, el mini-gobernador de Tigre, quien suele moverse por todo el centro de alianzas. Emerge, aparte, como una suerte de picana artesanal. Una especie de submarino cotidiano. Es el instrumento que utiliza Kirchner para torturar a Scioli. Atormentarlo.
Debe suponer, a esta altura, el Líder de la Línea Aire y Sol, que Massa es más competidor, en la provincia, que el vacilante Francisco De Narváez. Quien fuera integrante del Trío Desperdicio, junto a Macri y Solá.
Pero Massa, de tan pícaro, se pasa. De rosca. Mantiene también diálogo con Duhalde, al menos para desconcertarlo a Kirchner.

Otro baluarte que El Furia pretende atraer para sus dominios es Emilio Monzó, de Carlos Tejedor. Otro paladín de La Banda del Sub 45.
Hoy forma parte -Monzó- de las alicaídas escuderías esotéricas de Narváez. Al que le “arma”. Y con el que tuvo, según nuestras fuentes, algún entredicho. Por hacerle algunos reproches frontales. Por los efectos de su indecisión tradicional y por soltarle la mano, como un adolescente torpe, a Macri.
Ocurre que Macri es la obsesión prioritaria de Narváez. Sumido -Narváez- en dramas psicoanalíticos que lo inducen a querer ser como Macri. Y a tener, y a ser, todo lo que Macri sea. Y tenga.
Es tema para un best seller de Bucay.

Por su parte Monzó es el protagonista de una parábola admirable. Sólo superada por la parábola de Tito Lusiardo, alias Juanjo Álvarez. Es, precisamente -Lusiardo-, el que le abre a Monzó las puertas de Olivos.

Por pedido de Kirchner, Monzó fue oportunamente despedido del gabinete de Scioli. Era el ministro de Agricultura que solía mostrarse en desacuerdo con las barbaridades inexplicables que intentaba el kirchnerismo, en el suicida conflicto con “el campo”.
Ahora, en el afán acumulativo de cercar a Scioli (y acotar la proyección de Duhalde), Kirchner también convoca a Monzó, el funcionario que hizo despedir. Y sin rencores. Como es tradicional en la superstición del peronismo. Entonces Monzó, el armador de Narváez, se dejó guiar hacia Kirchner. Por intermedio, se dijo, de Tito Lusiardo, Juanjo, quien emerge como el operador insustituible de Kirchner. Es la prueba, en el fondo, de su explícita debilidad.
Tito Lusiardo, el entrañable Juanjo, es otro infatigable conocedor de la provincia. Protagoniza otra parábola, la superior.
De paciente constructor de escenarios opositores a Kirchner, se reconstituye, de pronto, como el artífice fundamental del jerarca que ordenó incendiarlo. Desde la portada de (la Secretaría de Estado de) Página 12.
“No le hagas caso a Rocamora”, va a decirle El Furia, cuando trascienda la crónica. “Yo no sabía que te iban a escrachar”.
Pasan cosas lindas en la familia del peronismo. Como en la publicidad del Crespi Seco.

La Banda del Sub 45

Como Massa, Bruera, Bretenstein (de Bahía Blanca), el macro-peronista Santilli, el ascendente Bossio, ,Eseverry (de Olavarría), Monzó es otro de los animadores generacionales de La banda del Sub 45.
La estrella de la banda es el gobernador de Salta. Urtubey, el Bello Otero.
Carga -Urtubey- con el severo contrapeso del apoyo moral del poeta Alberto Fernández. Podría resurgir el sonetista, de todos modos, si es que avanza el entendimiento entre El Furia y el Beto.
O sea, entre Kirchner y Magnetto. Más Crespi Seco.

Se le atribuye a Monzó la consigna que es tomada, por los integrantes de la Banda, como un dogma moral. Exhibe la orientación ideológica del grupo, conformado por jóvenes inquietos. Promisorios que tienen más años que escrúpulos.
“En el 2011, tenemos que meternos donde podamos. Pero la nuestra es el 2015″.
Se viene La Banda del Sub 45. Ánimo, que aún se puede estar peor.

Oberdán Rocamora

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