Crecientes amenazas transnacionales
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Se hace cada día más evidente la creciente vulnerabilidad de los Estados pequeños y débiles frente a las amenazas transnacionales, como la criminalidad globalmente organizada y el terrorismo internacional, combinados con la proliferación de armas nucleares y de otro tipo de armas de destrucción masiva. La desintegración de la Unión Soviética, que dejó desocupados a centenares de expertos y técnicos nucleares, y las crisis caóticas que afectan a muchos de los Estados que heredaron su territorio y a algunas regiones de la misma Rusia , como Chechenia, han creado las condiciones para que criminales, terroristas y Estados “forajidos” puedan disponer de armas de destrucción masiva. Los conocidos casos de Corea del Norte, Libia y la red creada por el pakistaní Dr. Khan, son evidencias al respecto. La criminalidad global organizada y los movimientos terroristas son una amenaza para cualquier Estado, sin embargo, hay Estados más vulnerables que otros. Obviamente, los Estados fracasados, son una de las bases preferidas, pero también los llamados “microestados”, Estados de muy pequeñas dimensiones y escasa población, generalmente constituidos por una o más islas, numerosos en el Pacífico y en el Caribe, son muy vulnerables a la penetración de la criminalidad y el terrorismo internacionales. También son vulnerables Estados de mayor dimensión, pero “blandos”, caracterizados por una muy débil institucionalización y corrupción generalizada, que permiten una verdadera “confiscación”, por parte del crimen organizado, de instituciones estatales claves, como el Poder Judicial y la policía. Este es el caso de buena parte de América Latina, en particular Centroamérica. Generalmente, se tiende a subdividir las amenazas a la seguridad en dos vertientes: las provenientes del exterior y las que tienen su origen en el seno mismo de la sociedad. Pero en el actual sistema internacional, la frontera entre lo exógeno y lo endógeno es sumamente difusa. Las amenazas más probables a la seguridad de los Estados pequeños y/o blandos, provendrían de la potencial alianza, basada en una comunidad de intereses políticos, económicos y/o criminales, entre grupos endógenos y exógenos.
La amenaza es evidentemente más grave para los Estados más pequeños, cuya capacidad defensiva autónoma es muy limitada. Para una mafia criminal, una organización terrorista o una secta apocalíptica, controlar totalmente un Estado soberano se ha vuelto un objetivo prioritario y, desgraciadamente, cada vez más factible.