Opinión Internacional

Corrupción y pobreza latinoamericana

(%=Image(8022526,»L»)%)Buenos Aires (AIPE)- El Indice de Percepción de la Corrupción 2005 es un coeficiente basado en unas 16 encuestas realizadas por instituciones como el Foro Económico Mundial y la Universidad de Columbia, recabadas por Transparencia Internacional entre empresarios, ejecutivos, académicos y analistas en 159 países. Más de cien gobiernos obtuvieron menos de cinco puntos en una escala del 1 al 10, donde diez es el grado de mayor transparencia.

Los países más corruptos son Haití, Chad y Bangladesh con 1,7 puntos; son seguidos por Myanmar y Turkmenistán con 1,8. Los más transparentes son Islandia con 9,7 puntos, Finlandia y Nueva Zelanda con 9,6 y Dinamarca 9,5. Canadá ocupa el puesto 14 con 8,4 puntos, EEUU el puesto 17 con 7,6, Chile el puesto 21 con 7,3 puntos (delante de España que está en el puesto 23, compartido con Japón), luego Uruguay (5,9 puntos), Costa Rica (4,2), Colombia (4), Brasil (3,7), mientras que Argentina mantiene la puntuación bajísima de 2,8, ocupando el puesto 97 junto con Argelia, Madagascar, Malawi, Mozambique y Serbia. El nuevo campeón de corrupción bolivariana, Hugo Chávez, ubicó a Venezuela en el puesto 130, con 2,3 puntos, seguido por Paraguay, en el puesto 144, con 2,1 puntos).

La corrupción está directamente relacionada al tamaño del Estado, ya que corrupción implica la arbitrariedad del funcionario que decide quién puede hacer qué, a lo contrario de lo que sucede bajo el libre mercado, donde todas las transacciones se basan en el acuerdo voluntario de las partes. Alrededor del mundo, los más afectados por las arbitrariedades y la corrupción suelen ser los más pobres, quienes no tienen posibilidad de comprar la buena voluntad del burócrata.

Así, los índices de libertad económica coinciden inversamente con el tamaño y corrupción de los gobiernos. Transparencia Internacional reconoce «la doble carga de los países menos desarrollados del mundo, la pobreza y la corrupción». Se trata de un círculo vicioso: el Estado grande y la falta de libertad de las personas impiden el desarrollo, a la vez que engendran mayor corrupción. Por eso es que la mejor manera de combatir la corrupción es reduciendo el tamaño del gobierno.

Según Transparencia Internacional, la corrupción es una causa mayor de la pobreza y una barrera para superarla, mostrando que unos 70 países controlados por gobiernos »severamente corruptos» son los más pobres y apuntando que el abuso de poder con fines personales es una »droga adictiva».

Según el Banco Interamericano de Desarrollo, la corrupción gubernamental acarrea pérdidas cercanas al 10% del PIB latinoamericano, el equivalente al PIB de Ecuador y Argentina juntos (unos 184.000 millones de dólares). Y la corrupción de los funcionarios públicos tiende a reducir el crecimiento del PIB entre 0,5% y 1% al año.

Según la firma evaluadora Standard & Poor’s, la probabilidad de que inversionistas pierdan su capital en cinco años varía entre 50% y 100%, dependiendo del grado de corrupción del país donde invierten. Por otro lado, las empresas tienen que asumir como costos extras el pago de los sobornos, costo que necesariamente trasladan a los consumidores locales. Alta corrupción también aumenta el costo del crédito y, por lo tanto, reduce las inversiones en la región.

(*): Analista político argentino.

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