Opinión Internacional

¿Cómo se derrota al Hombre Invisible?

    ¡Mátenme, mátenme, para que se les acabe el miedo!

El indio caraqueño Guaicaipuro, antes de ser asesinado por los conquistadores españoles

Están atacando, dice el Secretario de Defensa de los Estados Unidos, sin blancos claros. La idea, dicen, es debilitar a los talibanes para que quién sabe quién los releve; o sea, están bombardeando a ver qué sale. Corriendo un albur, como quien dice tirando una parada, si entendí bien.

La Coalición está cayendo en la trampa de Ben Laden, acentuando las causas del odio que derribó las torres, dando la razón a Ben Laden cuando dice que los islámicos vienen padeciendo eso de las torres desde hace 80 años. Odio contra odio. Como en la pena de muerte: la sociedad asume el papel del criminal. Ojo por ojo quedaremos ciegos, decía Ghandi. Pero no hay modo de que entiendan.

¿Quién se instalará con su familia en Nueva York para hacer negocios? ¿No preguntarías si no es mejor hacer el negocio en Cochabamba o en Guasdualito o en cualquier otra zona oprimida por las metrópolis? Estas, ese bastión civilizatorio —que facilita comercio, cultura, sociedad, política— se han debilitado de miedo a las zonas provinciales a las que sojuzgaron hasta que se volteó la tortilla y son esas zonas rurales remotas las que aplastan a las metrópolis.

“Ni sueñen con la seguridad”. Esa amenaza, proferida por un genio militar, mediático y diabólico como Laden, es tan eficaz como un atentado. El segundo atentado es esa amenaza difusa. Desde el 11 de setiembre cualquier accidente es sospechoso. Eso empeoró el 7 de octubre. Una desgracia aérea en Italia, una explosión en Tolosa, un atentado en un autobús, un avión ruso derribado fortuitamente, una espora de ántrax, o un exaltado en el metro, todo luce sospechoso y pavoroso. Contaminan de radioactividad a París y acaban con la Francia que conocemos. Las grandes capitales eran el fundamento del imperio. Ese fundamento está en escombros. La civilización babilónica está en entredicho por unos remotos montañeses mal armados. ¿Remotos si operan en Nueva York? ¿Mal armados si destruyen el Pentágono? Un misil lleva un microprocesador mientras un avión guiado por un suicida lleva un cerebro humano, más potente que todas las computadoras del mundo juntas. No hay misil más inteligente.

¿La caída del talibán implica su desaparición? Entre los 19 señalados del 11 de setiembre no hay ni un solo afganí. O sea, los talibanes no son todos de Afganistán. Dicen que atacan a Afganistán porque refugia terroristas. ¿Por qué no bombardean a Florida si ahí se refugiaban los del 11 de setiembre?

Formaron a Noriega, a Hussein, a Montesinos, a Ben Laden. ¿A quién formarán ahora?

Hemos visto manifestaciones islámicas en favor de Ben Laden y ninguna en contra.

No perdamos de vista al Unabomber o a Timothy McVeigh, el de Oklahoma. Antes de su ejecución McVeigh advirtió que vendrían cosas peores. Por más que lo intento no termino de convencerme de que actuó solo. Por más que trato no logro persuadirme por completo de que no fue su gente la que estuvo en los atentados del 11 de setiembre. McVeigh no apeló. ¿Cómo combatir a quien no teme la muerte? Administrar el miedo a la muerte era parte del arte de la guerra. Ya no. El nuevo arte de la guerra consiste en garantizar la vida del enemigo. No sería mala idea hacerlo amar la vida.

El suicidio es contagioso, pregúntale a un siquiatra. Hubo gente que prefirió lanzarse de las torres. Y me estoy sospechando que este ataque a Afganistán es un suicidio. Ojalá que no.


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