Chiapas: el recuerdo del olvido
Con el alzamiento indígena en Chiapas en enero de 1994, coincidiendo con el inicio del Tratado de Libre Comercio entre México, Canadá y Estados Unidos, se mostró el rostro olvidado del pueblo mexicano. Olvidado por los procesos globalizadores, por los índices macroeconómicos, y olvidados por un gobierno acostumbrado al poder, sordo a los sufrimientos del pueblo y de espalda a la realidad nacional.
El Ejercito Zapatista de Liberación Nacional EZLN, alzó la voz y descubrió el rostro del indígena excluido. Este movimiento armado, de base indígena, es bastante particular por su forma de lucha y sus señalamientos. Ha declarado que no busca el poder, ni siquiera el triunfo militar. El EZLN aboga por democracia para todos los mexicanos, democracia con dignidad, democracia con libertad, justicia para todos.
Presenciamos entonces la aparición de un nuevo movimiento guerrillero latinoamericano, declaradamente no marxista, que señala la exclusión neoliberal como el mal a combatir. Cuando en el mundo intelectual se buscaban respuestas a los problemas planteados por la globalización, aparece Chiapas, en la voz y los escritos de hombres enmascarados con nuevas preguntas, dudas y verdades olvidadas. Recordando que lo sencillo es lo esencial y que independientemente del avance tecnológico y científico seguimos siendo hombres, que nuestra naturaleza humana tiene las mismas necesidades, necesidad de amar y necesidad de pan, que estas necesidades deben ser satisfechas con dignidad para el avance social. No es fortuito que este recordatorio venga de indígenas excluidos del “desarrollo occidental”
La “moral del éxito”, esa moral liberal del más efectivo y del más eficiente, olvida que el hombre social debe crecer en conjunto, solidariamente, que lo que hace daño a un hombre, daña a todos los hombres. Estamos en un mismo barco, que debe mantenerse equilibradamente, si se rompe el equilibrio, se hunde el barco, con todos sus tripulantes.
Demandar la vida es noble, los zapatistas solo piden vida. Demandan tierra, vivienda, trabajo, alimentación, salud, educación, cultura, información, independencia, democracia, libertad, justicia y paz. Al nacer el siglo XXI aún pedimos vida digna y libertad. Reducir el abismo que separa ese norte desarrollado y rico, del sur excluido y pobre.
La lucha zapatista es la lucha del indígena, del ciudadano, del pueblo mexicano. La sociedad le ha manifestado hondo respeto y apoyo. Hoy cuando comienza a darse un cambio cualitativo en la realidad mexicana cobra nueva vigencia el pensamiento del EZLN, son una guía para los nuevos derroteros que toma el pueblo mexicano.
El presidente Fox a iniciado su gobierno con el acercamiento para reiniciar los diálogos de paz, abandonados por el anterior gobierno en 1996. Ha retirado las tropas del ejercito de los territorios y poblados indígenas, acabando con la persecución a las comunidades indígenas levantadas y ha ofrecido garantías a los representantes del EZLN que participen en las conversaciones. Hay documentos realmente orientadores que esperan ser llevados a la práctica; todo México se beneficiaria con un acuerdo de paz en Chiapas, muchísimas organizaciones civiles y personalidades trabajan por la reconciliación nacional. Todo un proceso social que puede servir para dar luces y afrontar las contradicciones entre la globalización del capital y la vergonzosa realidad de grandes contingentes humanos excluidos y sumidos en la pobreza. Desde Venezuela hacemos un voto de esperanza por una paz digna para el pueblo mexicano.
Hoy Chiapas despierta la conciencia mexicana, la conciencia latinoamericana, la conciencia mundial. Recuerda que aún falta en buena parte del planeta: ¡Democracia!, ¡Libertad! y ¡Justicia!.