Chávez: “Yo no fui”
Cuando la noticia de que Chávez llamaba a sus militares y al pueblo venezolano a prepararse para una guerra con Colombia y EE.UU. rebotó por el mundo, prendiendo alarmas por todas partes, y se supo que Colombia las había denunciado ante el Consejo de Seguridad de la ONU, el “soliestrallado” de sabaneta reculó. Era la segunda vez que lo hacía recientemente. Lo hizo cuando acusó a la oposición de amargados por no entender el chiste de bañarse con totuma en tres minutos. Chiste que tampoco entendió un ministro que abusando de la “jaladera” hablo de lo infinito que pueden ser tres minutos en la ducha.
Sin duda Chávez está errático, pero no en lo que hace sino en lo que dice. Esto hay que tenerlo muy claro. La guerra con Colombia está en marcha desde hace tiempo. Se trata de aislarla internacionalmente- caso de las “bases” gringas- y bloquearla comercialmente, con el “congelamiento”-paralización- del comercio bilateral. Las escaramuzas se están dando peligrosamente en la frontera. También está en marcha la “misión totuma”, que incluye los cortes de luz.
Lo que pasa es que, Chávez está perdiendo es ese toque mágico que tenía como buen comunicador. Ese toque que le permitía convencer sin explicar, que “vendía” su revolución con base a su prestigio y permitía que sus errores fueran perdonados por su carisma. Ahora todo parece haber cambiado.
Todas las encuestas registran la progresiva caída de su popularidad. No se trata de las encuestadoras de la oposición sino que las mismas que él utiliza e incluso las foráneas, como la Gallup, lo están diciendo. Esas mayorías que no creen en su proyecto – “ser rico es malo”, o “el mar de la felicidad cubano”- pero votan por él, se están acabando. Chávez ya no es mayoría. Ya lo habíamos argumentado con estadísticas al revisar los resultados de las pasadas elecciones de gobernadores y alcaldes.
Ahora tiene que medir sus palabras. No se trata de que las NN.UU. o la OEA tomen sus palabras en serio, que es malo para él, o lo que es peor, que no las tomen en serio. Se trata de que, si antes sus palabras caían en tierra fértil, ahora no. Y que ellas dentro de la crisis, creada por la ineficiencia de su gobierno, o no están llegando, a pesar de su hegemonía comunicacional, o no están calando, pues su encanto se desvanece. Por eso debe ser muy cauteloso e incluso desmentir lo que ha dicho si quiere mantener el favor de muchos. Por ahora su peor enemigo es su propia boca, no la oposición. Como dice el dicho: “por la boca muere el pez”.