Opinión Internacional

Chávez vuela puentes con la realidad

La voladura de dos puentes artesanales peatonales que unían Colombia y Venezuela por Fuerza Armada Bolivariana (FAB), en medio de los tambores de guerra, es un acto hostil, independientemente de las explicaciones que se hayan dado.

Los mecanismos binacionales construidos para enfrentar este tipo de situaciones fueron dinamitados. Por esto dos alternativas han aparecido, la mediación de otros países como Brasil y España, y la intervención de la OEA o la ONU.

La primera, ha sido rechazada por Chávez, por aquello de que «es un tema de soberanía y la soberanía no se discute”. La segunda no viene por la aquiescencia del gobierno bolivariano sino por la denuncia de Colombia ante la OEA, la ONU, e incluso la OMC (Organización Mundial del Comercio).

La OEA y la ONU no son muy conocidas por evitar guerras. Ellas tienden a intervenir luego de los conflictos para mantener y no para “imponer” la paz. El tema de la OMC, si puede ser más efectivo respecto al comercio, el cual ha caído estrepitosamente por decisión de Venezuela. Colombia solicitó “el levantamiento inmediato de la medida que limita las exportaciones de productos agropecuarios desde Colombia, y la expedición de los certificados fitosanitarios y zoosanitarios para los productos provenientes desde el país». De no suceder Venezuela podría ser demandada y condenada por la OMC. Aunque esto podría tardar. Por cierto que la Venezuela democrática le ganó uno de los primeros litigios que se dieron ante la OMC al “imperio” mismo.

Las motivaciones de estos gritos de guerra son difíciles de entender. Si los vientos de guerra surgen por la presencia de los yanquis en las bases militares colombianas, ellos ya estaban allí. Pero si el objetivo es que los estadounidenses salgan de Colombia, eso es materialmente imposible. Los analistas insisten que la FAB no está actualmente en capacidad para ir a una confrontación con Colombia, y menos con EE.UU. Entonces ¿cuál es el sentido de estos tambores? Hay varias explicaciones políticas, como que esto podría ser para molestar a Colombia, descabezar a la oposición en los estados fronterizos o radicalizar al país buscando un apoyo popular que está perdiendo. Pero no olvidemos la ideológica: la derrota del imperio. Chávez se aferra a una ideología que lo aliena de la realidad y quizás se cree la reencarnación de Bolívar enfrentado a las fuerzas realistas en el continente. Frente a esto no hay argumento o negociación que valga. ¡Llamen al siquiatra!

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