Chávez ve una oportunidad estratégica en la salmonella
Las exportaciones de melón de Honduras a los Estados Unidos constituyen un modesto pero constante aporte a la economia del país Centroamericano, unos cincuenta millones de dólares y unos tres mil empleos, nada despreciable para un país de pequeño tamaño. De allí que el reciente rechazo, por parte de USA, de algunos cargamentos de melones exportados por la empresa hondureña Agropecuaria Montelíbano, por estar aparentemente contaminados con Salmonella, haya conmocionado al país y hasta al Presidente Zelaya. En su oficina, el presidente procedió a comerse de inmediato un melón presuntamente contaminado, como muestra de total confianza en el producto, no sin antes haberse tomado, en forma preventiva, un par de pastillas de Kaopectate.
Hasta allí es una historia un tanto triste, la cuál probablemente tendrá un final feliz, una vez que se establezca la verdad y se tomen las medidas adecuadas para garantizar la salud de los consumidores en el imperio. Ayer compré un melón en Wegman’s, sucursal de Fairfax, pero era de Guatemala. Sin embargo puedo atestiguar decir que los melones hondureños, cuando no están afectados por la salmonella, tienen excelente sabor.
En la América Latina de nuestros días esto no podía quedarse así. Enterado del asunto, Hugo Chávez, con la misma prontitud con la cuál intervino en el reciente caso Ecuatoriano para avivar la tensión en una frontera que no es la nuestra, enviando batallones de tanques, aviones, y soldados desde Caracas hasta Acarigua, con esa misma prontitud, repito, tomó el teléfono para instruir a Maduro:
«Maduro, mándemele de inmediato un fax a Zelaya, pidiéndole que nos envíe para acá todos los melones contaminados y ponga a Mercal en pié de guerra. Quiero PDVSA acuartelada ya. Dígale a los hondureños que les pagamos con petróleo y pregunte cuantos melones por barril nos mandarían. Recuerde que los jamaiquinos nos están mandando 30 racimos de cambur por barril y los dominicanos cinco sacos de caraotas negras».
Maduro cumplió de inmediato y Edmundo Orellana, el canciller de Honduras, muy complacido, leyó la propuesta de Chávez en una conferencia de prensa en Tegucigalpa.
Para la sorpresa del gobierno de Honduras y de Hugo Chávez, los exportadores hondureños han rechazado la oferta altruista y desinteresada del gobierno revolucionario. Han dicho que ellos prefieren tratar de resolver el problema de los melones con salmonella directamente con sus clientes de USA y Canadá, quienes les han comprado estos melones por mucho tiempo. Enviar los melones a Chávez, alegaron, sería poco sensato desde el punto de vista comercial, ya que Chávez, así como un día ama a Zelaya, al dia siguiente pudiera odiarlo y, entonces, quien les compraría los melones?
Este asunto se convertirá probablemente en un caso de esos que estudian en la escuela de negocios de Harvard o en su anexo, MIT. Se trata del conflicto entre el motivo comercial y el motivo geopolítico, esa lucha titánica que ha causado tantas guerras y crisis internacionales en los últimos cien años.
«Melones y Geopolítica»sería un título digno de un libro de Thomas Friedman o Jeffrey Sachs o de un artículo como los que nos regala todos los domingos Moisés Naím en «El País» de España. Tendría que ver con aspectos de la gran estrategia en la batalla por la dominación de la región latinoamericana, con el contraste entre el altruismo y la hipocresía, con la locura mesiánica de algunos de nuestros líderes y la sensatez de algunos modestos hombres de negocios.
Ya veremos como esto se convierte en material didáctico.