Opinión Internacional

Brujula Diplomática

Durante la Conferencia de Prensa que tuvieron a comienzos de Octubre el Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela Nicolás Maduro y su colega de Francia Bernard Kouchner, éste último le solicitó intervenir ante el Irán para que le transmitiera las ofertas de dialogo del Gobierno Francés.

Ante la pregunta de los periodistas de “cuando Venezuela iniciará su misión mediadora ante el Irán”, el Ministro Maduro afirmó haber “compartido con el ministro Kouchner la exitosa experiencia de trabajo conjunto que tiene Venezuela con Irán”.

Resulta preocupante que quienes dirigen la Diplomacia Francesa, olviden la seria responsabilidad que tuvieron al insistir ante el Gobierno de Colombia que Venezuela ejerciera una misión mediadora con las FARC, cuyas gestiones lejos de facilitar, lo que hicieron fue crear grandes obstáculos poniendo en peligro la vida de Ingrid Betancourt y la de otros rehenes al convertirse el Presidente Chávez en vocero de las FARC, alejándose del papel mediador ofrecido que lo obligaba a mantener posiciones más cautelosas.

En momentos en que la Diplomacia Francesa desea poner nuevamente en manos del Gobierno venezolano una misión “mediadora”, parece olvidar la posición identificada con el Irán. Las actitudes asumidas en contra de la comunidad internacional se evidencian al brindarle su apoyo a los planes nucleares de Teherán, considerándolos como acertados en virtud del ejercicio de la soberanía Persa, o evidenciando su solidaridad al votar a favor del Irán en la AIEA.

La Diplomacia Gala sería irresponsable si le abre un escenario diplomático a un Gobierno que ha pronunciado reiteradas amenazas del uso de la fuerza violando lo dispuesto en la Carta de las Naciones Unidas en acciones como la movilización de diez batallones a la frontera con Colombia, o las amenazas de intervención militar en Bolivia. Lo mismo sucede en sus definiciones de alianzas estratégicas, al ofrecer el territorio venezolano como base de ejercicios militares a las fuerzas aéreas y navales de Rusia. En ese contexto es igualmente preocupante el deseo manifestado por Francia de ayudar a Venezuela a desarrollar un programa nuclear, al igual que lo ha ofrecido Rusia.

Cualquier actuación del Quai d´Orsay que le facilite a Venezuela asumir un papel «mediador» con Irán, cuando ni siquiera ha sabido dialogar con los sectores de oposición de Venezuela, abriría posibilidades de un escenario conflictivo a tan delicada situación.

Igualmente sería peligrosa la facilidad de otorgarle al Gobierno Bolivariano acuerdos en el ámbito nuclear, porque una actuación militarizada podría dar al traste acuerdos de desnuclearización en la región como el establecido por el Tratado de Tlatelolco.

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