Bolsas y balsas: cuestión de valores
En El Futuro de la Libertad Fareed Zakaria, actual editor de la revista Newsweek Internacional, analiza la crisis de la democracia en nuestros tiempos – sobre todo en países bajo regímenes autocráticos con elecciones como Rusia, Zimbabwe, Venezuela, etc. – sin descuidar el caso peculiar del sistema político de Estados Unidos, atípico por su método de votación y por la particularidad de su sistema financiero. Para el autor, la ausencia total de regulación gubernamental en la Bolsa de Nueva York, desde 1975, y el invento del banquero Michael Milken de los llamados “bono basura” (préstamos masivos para empresas sin historial crediticio), produjo un sistema financiero democratizado – más de la mitad de los norteamericanos eran titulares de acciones en el año 2000 – pero también dejó a su sociedad a merced de los altos riesgos del mercado.
En El Futuro de la Libertad Fareed Zakaria analiza la crisis de la democracia en nuestros tiempos sin descuidar el caso peculiar del sistema político de Estados Unidos, atípico por su método de votación y por su particular sistema financiero. Según el actual editor de la revista Newsweek Internacional, la ausencia total de regulación gubernamental en la Bolsa de Nueva York, desde 1975, y el invento del banquero Michael Milken de los llamados “bono basura” (préstamos masivos para empresas sin historial crediticio), produjo un sistema financiero democratizado – más de la mitad de los norteamericanos eran titulares de acciones en el año 2000 – pero también dejó a su sociedad a merced de los altos riesgos del mercado.
Así como el 11-9 desnudó la vulnerabilidad estadounidense ante los ataques terroristas; el Huracán Katrina puso en vitrina la miseria de la cual no hablan sus políticos, y la reelección de Bush reveló cuán equivocados pueden estar los norteamericanos al evaluar a sus líderes, la actual crisis financiera pone al descubierto las consecuencias del exceso de confianza y desmesura de sus empresarios y de agentes de la bolsa. Hace muchos siglos los filósofos griegos advirtieron que el “hibris”, o la irrefrenable falta de control sobre los propios impulsos, en el caso de la política, se podían traducir en la violencia ebria de los poderosos hacia los débiles.
Zakaria nos recuerda que uno de los rasgos más característicos de las elites y asociaciones privadas anglosajonas era la de desempeñar tareas públicas y dedicarse a la beneficencia puesto que la preocupación por el prójimo era un valor del capitalismo protestante de Inglaterra y EEUU, más allá de las aberraciones del sistema, como los de cualquier otro. Durante el hundimiento del Titanic la gran mayoría de los aristócratas – casi todos en la lista Forbes de los 4 mil hombres más ricos de ese entonces – cumplieron cabalmente la norma de enviar primero a las balsas a mujeres y niños, por lo cual, en primera clase y segunda clase se salvaron casi todos los niños y mujeres mientras que el 90% de los hombres se ahogaron al quedarse sin embarcaciones. (La versión hollywoodense de esta tragedia tenía buenas razones para mostrarlos como cobardes y egoístas dejando atrás a los más indefensos porque hoy en día no sería creíble semejante código de honor y ética entre los acaudalados).
Hoy para muchos estadounidenses, que no son menos capitalistas que en el pasado, un solo valor cambió, pero al tratarse de una virtud suprema – el espíritu de solidaridad – sus elites cambiarían la bolsa por una balsa si se trata de salvar sus propios intereses. Por eso, la cita de Zakaria refiriéndose a Woodrow Wilson como el líder que condujo a EEUU al siglo 20 asumiendo el reto de hacer del mundo un lugar seguro para la democracia, no puede ser más vigente: “A medida que nos adentramos en el siglo 21, nuestra tarea es hacer de la democracia algo seguro para el mundo”.