Batallas perdidas
“Zumban las balas en la tarde última.
“Hay viento y hay cenizas en el viento,
“se dispersan el día y la batalla
“deforme, y la victoria es de los otros.
Jorge Luis Borges
Ignoro si don Néstor o su distinguida cónyuge, doña Cristina, han leído a Borges y se sintieron así identificados con el imaginado Francisco Narciso de Laprida en su tarde última mientras escuchaban a don Huguito Moyano en River y veían frente a sí la multitud de fieles que ellos mismos ya son incapaces de convocar, ni siquiera pagando.
Este viernes 15, sin embargo, tengo la seguridad de que los Kirchner sintieron un escalofrío al entrar al estadio y enfrentarse a ese Frankestein al que, si bien no han creado, han permitido crecer y ya tiene vida propia y poder superior.
Todas las alianzas que el tirano de Olivos conserva estaban basadas en las mutuas armas letales que esos presuntos “amigos” conservan en sus manos apuntando al aliado. Y la gran apuesta que todos nos hacíamos era cuándo se rompería ese equilibrio precario.
Porque, en todos los casos, los que militaban –algunos aún lo hacen- en las filas kirchneristas hicieron suya esa antigua máxima romana: si vis pacem, para bellum. Debemos reconocer que no es un descubrimiento de este período, pero nunca había sido tan explícita su uso como en este período.
Los ejemplos sobran: Kirchner puede cortarle los fondos a don Danielito, pero el incendio de la Provincia quemaría Olivos; lo mismo sucede con los barones del Conurbano.
Con Moyano, hasta el viernes, la situación estaba dada porque uno podía parar el país en una hora y el otro, con un llamado a Comodoro Py, meterlo preso.
Pero el viernes todo cambió. Moyano jugó a la perinola y salió “toma todo”. Y don Néstor y doña Cristina no tuvieron más que contemplar como el camionero se llevaba todas las fichas de la mesa.
A partir de ahora, la relación de fuerzas ha cambiado, pues será don Hugo quien marque el ritmo de la orquesta oficial. Veremos tiempos complicados por delante.
Esa brutal modificación del panorama repercutió en Mar del Plata, donde IDEA celebraba su coloquio anual. Que el proyecto de participación en las ganancias de Recalde, que no pasará por el Congreso (salvo que la oposición decida suicidarse) se transformó, por obra y gracia de las imágenes de River, en el tema principal entre los industriales.
Y también tendrá una marcada influencia en el resultado de las elecciones presidenciales, cuando quiera que éstas se lleven a cabo. Porque quien pretenda ganarlas tendrá que explicar muy claramente, y convencer, a la ciudadanía que tiene la fuerza, la capacidad y el coraje de detener –en todas las acepciones de la palabra- al “hombre del camión”.
Otra vez, parece, los argentinos deberemos optar por el mal menor. Porque no puedo imaginar qué sucedería en el país si eligiéramos como presidente a alguien que carezca de esas condiciones.
O, por el contrario, será la hora de que nos pongamos los pantalones largos. Eso sólo se puede hacer replicando, hoy, lo que intentaron hacer Perón y Balbín en 1973: un gobierno de unión nacional, en el que los mejores hombres de todo el espectro político asuman la responsabilidad histórica y tomen, juntos, el timón de la Historia. ¡Qué mejor día que éste, sesenta y cinco años después!
Un párrafo final para agradecer a Dios que haya permitido a Humberto Bonanata, el Director de Notiar, atravesar el duro trance quirúrgico que lo ha alejado de estas páginas desde hace ya más de tres semanas. Como nos informó ayer la Secretaria de Redacción, se está recuperando. Mi cariñoso saludo a él y su familia.