Ban Ki Moon: Diplomático de Carrera
Ban Kin Moon, de Korea del Sur, es el nuevo Secretario General de Naciones Unidas. Para los profesionales de las relaciones internacionales, no es extraño que el nuevo Secretario General sea un hombre de la carrera diplomática. Para quienes son ajenos al oficio y la praxis diplomática les es difícil entender las cualidades y el perfil necesario de los hombres y mujeres de la Diplomacia en su sentido más universal. En el caso del recién elegido, sus críticos ponen ya en relieve lo que consideran una posible debilidad del nuevo Secretario General, su modestia y bajo perfil. Sus nuevos detractores lo consideran un hombre fácil de convencer. En otras palabras “presionable”.
Con los alumnos del curso sobre “Teoría y Práctica de la Diplomacia en un mundo globalizado” en la U.C.V, hemos hecho un ejercicio para reforzar el conocimiento verdadero y los atributos que deben tener los buenos diplomáticos, especialmente en una época en donde con arrogancia, facilismo y gran desconocimiento se ha tratado de simplificar el perfil requerido de los hombres y mujeres que ejercen la diplomacia profesional. Precisamente, el conocimiento y el manejo de las herramientas apropiadas para el ejercicio de las relaciones entre estados es lo que permite que quienes representan a sus países logren tanto los objetivos de Política Exterior, como la debida inserción y liderazgo de las naciones en el sistema internacional.
El propio Ki Moom, ha dicho, según fuentes de prensa,”puedo parecer de bajo perfil o hablar suave, pero eso no significa que carezca de liderazgo o de compromiso”. En estas primeras palabras públicas del Secretario General designado, encuentro, la esencia de una verdad que se ha tratado de banalizar para desprestigiar a quienes ejercemos la diplomacia como oficio. Para un diplomático, a diferencia del político, el bajo perfil es un atributo, hablar suave es una herramienta y ninguno de estos dos atributos se contrapone al compromiso de quien representa los intereses de un estado. Decia Komura Jutaro, Ministro de Relaciones Exteriores de Japón a quién le correspondió la firma de la capitulación de Japón en la guerra con Rusia (1905), que el “diplomático debe usar sus oídos, no su lengua”, en otras palabras que la diplomacia como arte se maneja con prudencia y ella es una de las características del buen diplomático que logra objetivos positivos para su nación.
Hay quienes esconden su desconocimiento del verdadero perfil que se requiere del diplomático en estos tiempos, tratando de exaltar más la visión del rol que le corresponde jugar al político o al militar que a un diplomático profesional. Es por ello, que desde tiempos remotos se deslindó perfectamente el rol entre el soldado y el diplomático, aunque la guerra y la diplomacia sean partes inseparables de las políticas nacionales. En otras palabras, los políticos deben actuar y hablar como políticos y los diplomáticos deben ceñirse exclusivamente a su rol. Cuando el diplomático trata de actuar como político, aunque represente la política exterior de su país, por lo general generara mas resistencias que afectos para la nación que representa. El equilibrio entre la palabra y el silencio es una cualidad que aprende en el tiempo a manejar el diplomático. Es por ello que la buena formación en el tiempo y la experiencia que dan los años de servicio, maduran en el funcionario las mejores cualidades que se requieren para cumplir el rol que le corresponde como lo que es, un diplomático.
El diestro diplomático profesional es aquel que entre otras cualidades se le reconoce su veracidad, precisión, buen carácter, paciencia, calma y modestia, integridad, honestidad y lealtad con su patria. El diplomático también es un guerrero, pero no usa armas, sus guerras las debe librar con paciencia y sabiduría. Para Ban Ki Moon quien representó por más de tres décadas los intereses de su nación y en distintas oportunidades sirvió como diplomático de su país ante el principal órgano supranacional, le corresponde el más difícil de sus retos, asumir con lealtad el del verdadero colectivo que representan los miembros de Naciones Unidas. Las cualidades de su persona y el manejo de las herramientas de la diplomacia que bien conoce, deberán permitirle con acierto ejercer tamaña responsabilidad en tiempos especialmente difíciles para la comunidad Internacional. Esperamos que así sea.