Autogolpe, ¿delirio o realidad?
“¡A la calle! que ya es hora
“de pasearnos a cuerpo
“y mostrar que, pues vivimos,
“anunciamos algo nuevo”
Con total prescindencia de mi visión acerca del autogolpe que se aproxima, que fue motivo de mi nota anterior –opinión que, aún deseando equivocarme, sostengo y con la cual concuerda hoy el excelente James Neilson en su editorial de la revista Noticias-, quiero llamar la atención respecto a dos hechos, ambos producidos por actitudes de la señora Carrió y su partido.
El primero es la oposición de los diputados del ARI, encabezados por el lúcido Adrián Pérez, a la postura del radicalismo, puesta en palabras por el ponderado Oscar Aguad, que pretende impedir que el kirchnerismo continúe en la Presidencia de la Cámara, en nombre de una costumbre: se da ese cargo a la primera minoría.
Así llegamos a la razón del título que he elegido para esta nota.
Lilita y sus acólitos me recuerdan a los viejísimos films en los cuales el protagonista, envuelto en una pelea callejera, recurría a las caballerescas reglas del box que sancionó el Marqués de Queensberry, mientras que su oponente apelaba a todos los trucos y artimañas, a los golpes arteros, a las patadas y, cuando era el caso, hasta a las armas para vencer.
Don Néstor no es un caballero, ni su sucesora una dama. Ninguno de ellos está dispuesto a someter su accionar cotidiano a norma o regla alguna, así como tampoco lo está de mantener algún tipo de coherencia, sea ésta ideológica, política o verbal.
Los Kirchner continúan ocupando el centro del ring, exclusivamente, por el desprecio que sienten por la verdad, por la República, por las instituciones y por la democracia. Y porque todos sus contendientes resultan expulsados de ese centro, tanto por sus propias incapacidades para arribar a consensos cuanto por las limitaciones que les imponen sus creencias y las normas de conducta de cualquier persona de bien.
La situación actual se asemeja a una mesa de poker en la cual el dueño de casa, cuando va perdiendo, se lleva el pozo diciendo que se está jugando a la canasta o al truco, o al otro que cambia la música de la fiesta, que fue realizada para bailar hiphop, porque quiere un tango, lo mismo da.
No pretendo que nadie combata al caníbal comiéndoselo, pero sí que todos, especialmente los legisladores electos, utilicen el poder que les han concedido las urnas para limitar, en la medida de lo posible, la capacidad de daño que este tipo, un verdadero energúmeno criminal, está dispuesto a infligir a la sociedad argentina, ya sumamente golpeada.
Entonces, caballeros, reaccionen, y recuerden que, enfrente, tienen a un tahúr y un truhán. A alguien capaz de cualquier cosa con tal de conservar el poder, porque sabe que perderlo implicará para él, para su mandada, para sus testaferros y cómplices, la cárcel, el exilio o algo peor.
Piensen solamente que todos los analistas políticos, locales y extranjeros, coinciden en que, desde los niveles de impopularidad que gozan ambos miembros de la parejita imperial, no se regresa y, por ello, los Kirchner tienen la certeza de que, nunca más, podrán volver a ganar una elección en Argentina. Y comiencen a imaginar, si pueden, qué no estará dispuesto a hacer para conservar la impunidad.
Deben combatirlo en todos los terrenos en lo encuentren, cada vez que salga de su madriguera de Olivos. Y la Presidencia de la Cámara de Diputados es sólo la primera de las batallas que, sin duda, planteará don Néstor. Si no fuera trágico, resultaría risible que, invocando solamente una costumbre –él, que ha demostrado desconocer todas cuando lo ha necesitado- se conceda ese resorte tan importante del poder republicano a un kirchnerista.
El segundo de los hechos que pretendo exponer ante la luz pública, muy vinculado al anterior, fue el reiterado paseo de la líder del partido por diferentes programas periodísticos, pidiendo la desmovilización de la sociedad, invocando los riesgos personales que deberán afrontar quienes se atrevan a ocupar, en nombre de principios republicanos y de la seguridad ciudadana, el espacio público. Es más, su prédica –estoy seguro- tuvo mucho que ver con la cancelación del “tractorazo” que el campo tenía previsto realizar el 6 de noviembre, confluyendo, desde distintos puntos de concentración, en la ciudad de Buenos Aires.
Cuando, hace unos días, escribí la nota sobre el autogolpe que preveo, dije que éste sólo podría tener éxito porque, en la otra vereda de don Néstor y doña Cristina, hay una sociedad apática, anómica, deprimida y angustiada. Con esa afirmación, obviamente, no descubrí la pólvora, porque es algo que cada uno de nosotros palpa diariamente en la calle.
Considero que la postura pacifista de la bienintencionada señora Carrió dejará a la ciudadanía –y a sus representantes- más inermes aún frente a la horda kirchnerista. Les regalará el uso, y el abuso, del espacio público, un ámbito del cual don Néstor sabe adueñarse, aunque sea a palos o trompadas.
Creo que todos tenemos la obligación –además, obviamente, del derecho- a manifestarnos, a juntarnos para expresar nuestros anhelos, y sostengo que nadie debe impedirnos hacerlo, aún cuando se produzcan intimidaciones o “patoteadas” de los inadaptados oficialistas. Si al mismo Ghandi no lo asustaron las actitudes británicas, que llegaron a ametrallar multitudes, ¿por qué deberíamos tener miedo nosotros? ¿Somos tan corderos que vamos a permitir que nos roben el país y el futuro?
Es por eso, repito, que un grupo de personas, todas ellas muchísimo más importantes que quien esto escribe, se encuentra avocado a organizar un gran acto, apartidario, el día 10 de diciembre, a las 18:00 horas, en la Plaza de los Dos Congresos.
El objetivo del acto será festejar juntos, sin distinciones de ningún tipo, esa celebración de la democracia que fue el 28 de junio y respaldar a los nuevos legisladores para que asuman y ejerzan, con lealtad y patriotismo, el mandato que han recibido en las urnas, sabiendo que, a partir de ahora, la ciudadanía estará mirándolos fijamente.
Estamos convocando a los sindicatos, a las organizaciones sociales, al campo, a las universidades, a los partidos políticos, a todos los credos, a la prensa, a los colegios profesionales, a todas las formas de expresión ciudadana, porque será un acto por la República, por el orden, por la seguridad y por la solidaridad.
Pretendemos una multitudinaria expresión del deseo de la comunidad entera de vivir en paz (pero no la de los sepulcros), con instituciones firmes, con respeto a la Constitución, con seguridad cotidiana, sin exclusión, con verdadera Justicia, con educación y con salud, sin que ello implique manifestarnos contra nadie, excepto contra aquellos que no acepten estas reglas básicas de la convivencia social.
En nombre de esos objetivos, pido a todos y a cada uno de los lectores de esta nota que la difundan por todos los medios posibles (Internet, Facebook, MySpace, Sónico, etc.), incluyendo a todos los órganos de prensa del país, porque resultaría absolutamente ideal que ese acto se replicara frente a las legislaturas de cada una de las provincias, frente a los consejos de cada uno de los municipios.
Desde ya, anticipadas gracias a todos.