Opinión Internacional

Apuntes para la reflexión sobre los atentados de Nueva York y Washington

  • Sea quien sea el responsable de estos atentados tiene el poder de fuego de una potencia mundial mediana. Ese responsable tiene:
  • Una capacidad de organización militar muy estricta y eficiente, suficiente como para causar un desastre de magnitud bélica. Esa organización militar es profundamente conocedora de los Estados Unidos, pues no se puede teledirigir una acción de esa precisión y magnitud desde lejos. El comando de esa organización debe estar muy cerca del escenario donde se ejecutarán las acciones. Debe tener una familiaridad muy estrecha con ese escenario. Se trata, además, de una familiaridad tecnológica, social, cotidiana, casi trivial, con las instalaciones afectadas. Requiere una planificación prolongada y minuciosa, in situ, muy familiarizada con el funcionamiento de una sociedad industrial avanzada.
  • Capacidad para pilotear aviones de alta tecnología por parte de un personal suicida. No son pilotos improvisados, pues manejar ese tipo de aparatos requiere no solo de una alta formación profesional sino estar muy al día en ello, pues son tecnologías que cambian día a día, tanto más por cuanto no se trata de vuelos rutinarios sino de maniobras desusadas que requieren de mucho dominio y sangre fría.
  • Sentido del espectáculo. Alguna emisora de televisión alternó en la noche escenas de algunas películas de Hollywood en donde Nueva York es blanco de diversos siniestros con escenas de los hechos reales del 11 de setiembre y la diferencia no era radical. La humanidad pudo presenciar las imágenes más horripilantes de la historia, en directo y vía satélite, sin censura y sin consideración alguna. No se trataba solo de una agresión directa, sino indirecta a la humanidad entera.
  • Los blancos son los símbolos de dos componentes básicos de los Estados Unidos: el poder económico y el poderío militar. Se trata, pues, de un objetivo ideológico, pues esta acción no es un hecho militar clásico de tomar un objetivo. No es un golpe de estado ni una invasión. Es el espectáculo metafórico de la destrucción de la dimensión financiera y militar de la primera potencia del mundo, en sus dos ciudades emblemáticas. Sin embargo,

  • Hasta el momento no ha habido manifestación verbal alguna. Como los suicidas, que dejan una nota, el terrorista se expresa. Todo el enunciado en este caso ha sido no verbal. Solo los hechos se han expresado, sin discurso, sin articulación inteligible. En esto se parece a algunas acciones dispersas pero coherentes entre sí, que han estado rodeadas del silencio más estruendoso: los asesinatos y suicidios de la escuela secundaria de Columbine y el atentado de Oklahoma. ¿Qué cosa terrible tendrían que decirnos estos terroristas para justificar acción tamaña? ¿Será que no hay palabras para expresar esa cosa? ¿Será este un nuevo idioma universal que hablaremos en el siglo XXI?

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