¿A qué responde la eliminación de subsidios estatales a comedores obreros?
Si el estado con esta y otras medidas de ahorro, sólo busca mejorar sus finanzas, sin avanzar en una verdadera socialización, estaría dando un nuevo paso hacia la reversión de la Revolución
No hay muchas dudas: las finanzas del estado se beneficiarán de la medida, se ahorrarán varios millones de dólares que se invierten y que no eran “debidamente realizados” por la forma burocrática y voluntarista en que eran administrados.
Todos los que alguna vez comimos en esos comedores obreros sabemos que la mala calidad de los alimentos y los desvíos, que nunca estaba claro a donde iban a parar, tenían lugar sin control alguno de los trabajadores a cuyo consumo estaban destinados.
Pero en honor a la verdad, he oído hablar también de comedores donde los administradores y cocineros se rompían la cabeza para tratar de buscar variedad y, en no pocas ocasiones, se veían obligados a “vender por la izquierda” algún poco de arroz, granos o grasa, para comprar otros productos y poder mejorar la calidad de la confección de los alimentos con especies y alguna verdura o vegetal, pues las más de las veces estos necesarios complementos no formaron parte de los suministros estatales.
Los trabajadores de estos comedores, como los de otros centros de producción o servicios, recibían insuficientes salarios, sólo que ellos, a su disposición no tenían tornillos, maderas, ladrillos, o cemento, como otros asalariados, sino alimentos y era con eso, por tanto, con lo que “trapicheaban”, en una moderna aplicación del derecho romano de “justa compensación”; como mismo busca un “viaje” o usa “su” carro y gasolina estatales un burócrata para resolver problemas personales, como vende un empleado de una “shopping” un producto “inventado” que no pasa por la caja, o pasa y no pasa nada, como “resuelve” un pasaje por unos pesos más un empleado de las guaguas interprovinciales, como vende el arroz, el azúcar y el frijol que le “sobra” un bodeguero cualquiera y así podría hacer esta lista interminable.
Si el estado cubano creó en un momento determinado los comedores obreros y subsidió el deporte, la salud, la educación, innecesarias becas, la libreta de racionamiento y otras fue porque se adoptó la filosofía del “socialismo vulgar”, -ese que pretende resolver los problemas económicos en la esfera de la distribución y no de la producción-, en el cual “papá estado” es el “encargado de resolver” los problemas del pueblo y no éste por sí mismo.
No fue que la gente “se acostumbró” a que todo viniera del estado, es que “papá estado” que se creyó que todo lo podía, acostumbró a la gente a que así fuera. “Papá estado” se jactaba de que él daba gratis la salud y la educación y subsidiaba comedores obreros y estudiantiles, el deporte y parte de la cultura, los espectáculos públicos, los teléfonos y cuanta otra cosa podía darse al pueblo a bajos o a ningún precio.
Pero “papá estado” pudo hacer todo eso porque se apropió de todos los medios de producción, de casi toda la tierra, de todas las fábricas, de todas las empresas de comercio y distribución, grandes, medianas o pequeñas, centralizó –en fin- toda la administración de la actividad económica del país y mantuvo el trabajo asalariado, que le permitía conservar en sus manos concentradamente toda la plusvalía y más, dados los bajos y arbitrarios salarios, el excedente o plus trabajo que todos producían y disponer del mismo para sus necesidades y políticas paternalistas casi siempre acompañadas de autoritarismo.
Lo que debió luego socializarse, allí quedó.
Y fue así como lo que Engels predijo en 1880 se hizo realidad: “El estado moderno, cualquiera que sea su forma, es una máquina esencialmente capitalista, es el estado de los capitalistas, el capitalista colectivo ideal. Y cuantas más fuerzas productivas suma en propiedad, tanto más se convertirá en capitalista colectivo y tanta mayor cantidad de ciudadanos explotará. Los obreros siguen siendo obreros asalariados, proletarios. La relación capitalista, lejos de abolirse con estas medidas, se agudiza. Más al llegar a la cúspide se derrumba. La propiedad del estado sobre las fuerzas productivas no es solución del conflicto, pero alberga ya en su seno, el medio formal, el resorte para llegar a la solución. Esta solución sólo puede estar en reconocer de un modo efectivo el carácter social de las fuerzas productivas modernas y por lo tanto en armonizar el modo de producción, de apropiación y de cambio con el carácter social de los medios de producción”. (1)
El viejo “socialismo”, ese que nunca fue, en lugar de socializar la apropiación y avanzar por esa vía a la extinción del estado, se propuso fortalecerlo cada vez más y ya todos sabemos los resultados.
Hoy, quienes toman las decisiones fundamentales en el estado cubano parecen comenzar a darse cuenta de que el “socialismo de estado”, -paternalista y autoritario de matriz neoestalinista- en verdad ese capitalismo monopolista de estado, es inviable económica y socialmente y que solo “funciona” sobre la base de subsidios externos, cada vez menos disponibles, aunque al parecer –también- todavía no acaban de entender que “eso” no es socialismo. Y hay que hablar de que “parece”, pues no hay transparencia en la política: las cosas se deciden arriba, nos enteramos cuando se están aplicando y confíen, confíen.
Sin embargo, el camino de ir eliminando todos los subsidios posibles, si bien representa un eventual ahorro directo de recursos y capital para el estado burocrático, puede afectar aún más las ya tensas relaciones entre el estado y los trabajadores, si no se aflojaran todos los controles estatales sobre la economía, que de una u otra forma están restringiendo las entradas de los trabajadores y el pueblo y su libre desenvolvimiento social.
Si “papá estado” no puede o no quiere seguir siendo el encargado, como nunca debió ser, de “resolverle” los problemas a la gente, entonces debe permitir que la gente los resuelva por ellos mismos, sin la cerrazón actual. En otras palabras: posibilitar la autogestión en su sentido más amplio.
Específicamente, se hace urgente permitir que la gente disponga de su propiedad privada individual como estime, se libere completamente el trabajo por cuenta propia, se permita la creación de todo tipo de cooperativas, se posibilite a los campesinos privados, cooperativistas y estatales organizar y planificar ellos mismos sus planes de producción y venta y se elimine el monopolio estatal sobre la compra y venta de productos agrícolas; y sobre todo, que paulatinamente el estado vaya pasando -como corresponde en el socialismo- la administración de las empresas a manos directas de los trabajadores, de manera que sean ellos mismos los que decidan todo en la base, desde la dirección de la empresa, los planes de insumo, producción y venta, hasta cómo distribuirse una parte de los ingresos.
Ya se ha explicado: la vieja concepción estatal-asalariada del socialismo que fracasó en todas partes, tiende –por naturaleza propia- al burocratismo y la corrupción, a la apatía y despolitización de los trabajadores, a la búsqueda de vías transnacionales para los proyectos individuales de las personas, al individualismo y la separación cada vez mayor entre el estado y el pueblo.
Esperamos se trate de una rectificación general y no, como están diciendo algunos críticos externos de la revolución, “de una acción unilateral del estado para mejorar sus finanzas a costa de los trabajadores”.
Si fuera verdad eso que dicen y se tratara simplemente de otro ajuste “pragmático” más, como la venta de celulares, de turismo cubano en hoteles por divisa, de internet para los que tienen mucho dinero y el monopolio estatal de la comercialización de productos agrícolas, todo –solo- para mejorar la difícil situación de las arcas del estado, sin valorar ni entender sus implicaciones prácticas para la economía y la vida de los trabajadores y los ciudadanos de menos ingresos y sin formar parte de un amplio plan de medidas integrales con fines socializantes, entonces el aparato burocrático del estado estaría únicamente preservando sus intereses estrechos, apartándose más aún de los problemas que afectan a todo el pueblo y –en fin- avanzando inexorablemente hacia la reversión de la Revolución, a pesar de las advertencias de los líderes históricos.
Pero si en definitiva estuviéramos ante una comprensión impuesta por la práctica, o reconocida por un análisis teórico consecuente, -da lo mismo-, de que hay que ir modificando paulatinamente el excesivo papel administrativo del estado en la economía y avanzar hacia una mayor socialización y control de los trabajadores y el pueblo sobre la propiedad, los excedentes y las decisiones, -cosa que no queda clara todavía con ningún a de esas medidas- pues podría estarse dando los primeros pasitos para empezar a sustituir el deteriorado andamiaje burocrático que amenaza con derrumbar el “socialismo cubano”. Enhorabuena.
Socialismo por la vida.