Opinión Internacional

A los enemigos, ni justicia

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Buenos Aires (AIPE). “Para los amigos, todo. A los enemigos, ni justicia”, gritó Perón frente a la muchedumbre enardecida y también dijo que repartiría alambre de púas para colgar a los adversarios. Eran tiempos en los que la sociedad estaba poco sensibilizada por los derechos humanos y ese dictador fascista se sentía omnipotente.

Más tarde, sus seguidores izquierdistas en la oposición se erigieron en ultra defensores de los derechos humanos, violados por las dictaduras. Hoy ya no son oposición sino gobierno y vuelven a descubrir su verdadera faz violenta e irrespetuosa de las personas. Kirchner amenaza con cárcel a sencillos comerciantes si no bajan los precios y, mientras que el partido de Lula es una inmundicia de corrupción, Chávez arma milicias irregulares. Pero, el caso más sintomático es Evo Morales, quien envía fuerzas militares a invadir la propiedad ajena.

Según el racionalismo, «la realidad» es un cosmos desordenado que la razón debe ordenar. Como el cosmos no está naturalmente y espontáneamente ordenado, como decía Santo Tomás, el orden debe imponerse coactivamente. Pero la violencia y la coacción, dice la escolástica, al pretender doblegar el curso natural y espontáneo del cosmos, lo destruye, desordena y anarquiza. Por esto es que los países más violentos son siempre los más pobres. El autoritarismo, el estatismo es precisamente el uso arbitrario del monopolio de la violencia que tiene el Estado.

Entonces, ¿es posible que la violencia no sea arbitraria, que sea ejercida por una persona dejando su ego y apegándose a la justicia? No, la violencia es siempre contraria al orden natural, nunca podrá ejercerse con apego a la justicia que precisamente es el respeto a la naturaleza de cada cosa.

Desde la praxeología, pretender que una persona no se maneje basándose en su propio ego es falso. El cristianismo lo reconoce: el primer mandamiento es amar a Dios «como a uno mismo», es decir, uno mismo está primero, aunque amar suponga superar el egoísmo (el amor a sí mismo mal entendido) y «entregarse» a Dios y al prójimo.

Si las partes (privadas) voluntariamente deciden someterse a un árbitro, no hay problema. El problema ocurre cuando el arbitraje es impuesto coactivamente porque la persona coaccionada resulta violentada.

La violencia de Estado tiene además la característica de derramarse sobre toda la sociedad. Venezuela, empobrecida por las leyes coactivas estatales (como el salario mínimo que impide emplear a los menos calificados) es hoy la sociedad del mundo con más muertes por armas de fuego, 34,4 anualmente por cada 100.000 habitantes.

Evo Morales ahora obliga a las petroleras a entregar toda su producción al Estado. Demás esta decir que la estatización significa que los políticos se quedarán con todo, como botín de guerra. De hecho, el gobierno de Morales asumirá la propiedad de las acciones, en nombre del pueblo boliviano, en varias empresas petroleras.

Las Fuerzas Armadas ocuparon dos refinerías, unas cincuenta gasolineras y tomaron el control de los yacimientos. Es la vieja historia de violencia y dictadura que empobreció a Bolivia. La primera «nacionalización» ocurrió durante la dictadura del teniente coronel Germán Busch, tras la guerra con Paraguay (1932 -1935), cuando fueron confiscadas las concesiones petroleras de la Standard Oil. La segunda, durante la dictadura del general Alfredo Ovando Candía, en 1969, quién expropió las concesiones de la Gulf Oil Company.

Según Evo, «se acabó el saqueo de los recursos naturales», lo que habría empobrecido al país. Pero Suiza, que tampoco tiene acceso al mar y tiene pocos recursos naturales (salvo el más importante: personas libres), con 7,6 millones de habitantes tiene un PIB per cápita de 37 mil dólares anuales. Bolivia, con 8,5 millones de habitantes tiene un PIB per cápita que no llega a mil dólares anuales, a pesar de gozar de un territorio más grande y un subsuelo riquísimo. Sus reservas de gas natural -unos 52 trillones de pies cúbicos- están apenas detrás de Venezuela.

___* Analista político argentino.

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