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Nuevas realidades 2015

Después del triunfo de la Alternativa Democrática en las elecciones del 6 de diciembre pasado, que no pudo ser escamoteado por un CNE controlado por el partido de gobierno y sobre todo por el Poder Ejecutivo, será un muro de contención a la tendencia autoritaria enrumbada a perpetuar en el poder al heredero del Jefe del socialismo del siglo XXI, ya que el panorama político del país registra algunas nuevas realidades.

En lo económico se ha agravado la dependencia de las importaciones para satisfacer necesidades de la demanda de productos que pueden producirse en el país, pero lo ha impedido la política agropecuaria del gobierno que con sus expropiaciones y confiscaciones de fincas, que prácticamente liquidó la producción de alimentos en la mayor parte del territorio nacional. La devaluación del bolívar frente al dólar aumenta los precios de los productos importados, y para algunos economistas estamos muy cerca de entrar en una recesión económica, con inflación, lo que ellos llaman la estanflación, camino a un precipicio.

En lo social, las nuevas realidades se manifiestan en el aumento de la pobreza y el desempleo. Hay más pobres porque los sueldos no alcanzan ni para la cesta básica, a lo que se agrega la escasez de alimentos. El desempleo tiene que aumentar porque no hay nuevas empresas que proporcionen trabajo a los miles de jóvenes que se incorporan todos los años al mercado laboral. En cuanto a la salud, los hospitales que fueron arrebatados a las gobernaciones y a la Alcaldía Metropolitana, no funcionan, y las clínicas privadas abarrotadas por miles de personas, que al no ser atendidas en los hospitales públicos, acuden a la medicina privada, hoy están amenazadas por la intervención del Estado, que todo lo que toca lo arruina. Y la inseguridad cobra las vidas de centenares de venezolanos todos los fines de semana, porque el hampa desbordada y armada, no ha podido ser frenada ni con la Fuerza Armada en la calle, ni desarmada de acuerdo la Ley respectiva aprobada.

En lo político parece que el chavismo tiende a desaparecer con la aparición del madurismo, lo cual podría ser positivo si el cuestionado Presidente cambiara la política de confrontación por un diálogo que permita que funcionen las instituciones del Estado en una forma independiente, de acuerdo a lo establecido en la Constitución Nacional Bolivariana.

Frente a estas nuevas realidades, la dirigencia política de la oposición, después de la resonante victoria del 6 de diciembre, deberá manejarse, como lo ha comenzado a hacer, con el mismo espíritu unitario que la acompañó para enfrentar y derrotar a todo el poder del nuevo Estado madurista. Lo que parece una perogrullada tiene unas peligrosas aristas. Las propias cifras electorales obtenidas por la oposición indican que dichos resultados fueron producto de la Unidad, y por lo tanto nadie, con cierta sindéresis política, puede ni debe atribuirse posibles victorias unilaterales.

Lo más trascendente que puede afirmarse con espíritu realista es que el triunfo en las elecciones del 6 de diciembre, es de la democracia venezolana, representada por adversarios y partidarios del oficialismo. Si el heredero del Comandante Chávez oyera la voz del pueblo, debería invitar al diálogo civilizado, como lo ha hecho la oposición llamando a la reconciliación nacional, conservando cada quien sus puntos de vista acerca de las ventajas de sus respectivos proyectos políticos.

2016 será un año crucial para el futuro democrático del país, en el que las voces del extremismo tendrán menos eco, y durante el cual la oposición está obligada a trazar una política consustanciada con el interés e inquietudes de una inmensa masa de chavistas que no se sintió representada por Nicolás Maduro. El mensaje y los candidatos serán determinantes para atraer un alto porcentaje de los chavistas que en las elecciones presidenciales anteriores sufragaban por Hugo Chávez, pero que el 6 de diciembre, más de 2 millones votaron por un cambio, y muchos se quedaron en sus casas. No hay duda de que el oficialismo tratará de reconquistarlos, pero su mensaje está equivocado porque no es cónsono con una política económica que estimule la producción, el empleo y la convivencia pacífica entre los venezolanos.

La locura que ha desatado en el oficialismo la derrota del 6 de diciembre, soberbia, desafiante, tiene que ser enfrentada, tal como lo viene haciendo la MUD, con un mensaje unitario, de inclusión y respeto a todas las ideas, de confianza en un futuro sin exclusiones, sin persecuciones, sin presos políticos ni exiliados, es decir, conviviendo en un Estado de Derecho.

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