Nos agreden, organizaciones terroristas internacionales
Uno de estos días, pensando en las vicisitudes nuestras y las de los países latinoamericanos, recordé al Ecuador de Abdalá Bucaram. Me pregunté qué sería de la vida de tan conspicuo individuo y recordé como se comportaba ese personaje: locuras a granel, mal gusto, destempladas expresiones contra sus adversarios políticos, irrespeto a las leyes e instituciones, permanente actitud agresiva, ignorancia supina de la manera de manejar los negocios públicos, mitomanía, una pertinaz falacia, desmedido protagonismo, falta de sensatez y cordura en el ejercicio de sus funciones como Jefe de Estado, su permisividad con la corrupción que campeaba en su disparatado régimen, sus diarios dislates y despropósitos, pergeñar necias y estólidas reflexiones, el gusto por hacer de payaso y usar disfraces, la afición al canto, vocación por las aventuras galantes y la concupiscencia, uso y abuso de una verborrea altisonante y vacía y recordé también, el dramático contraste entre las infatuadas promesas y rimbombantes anuncios hechos por Bucaram a su pueblo y los nulos resultados que obtuvo e, igualmente, el terrible caos y la vergüenza colectiva en las que sumió a su país durante su desgobierno.
Seguí cavilando en donde podría encontrarse tan nefasto personaje y, de pronto, con claridad meridiana intuí lo que había pasado: Bucaram había sido secuestrado por una agrupación terrorista internacional y había sido clonado para ser utilizado como arma letal y secreta para destruir algunos países de nuestra región. Allí comenzó nuestro vía crucis. Agentes encubiertos se trasladaron clandestinamente a Venezuela llevando consigo un plan para clonar a Bucaram en algún individuo de nuestra fauna política. Hasta ese momento no sabían a fe cierta quien sería sustituido por el clon. Realizaron estudios, investigaciones y establecieron perfiles de conducta que permitieran una sustitución que no se apreciara a simple vista. Dentro del grupo de personas preseleccionadas para el eventual cambalache, destacaban un grotesco espécimen de nuestra selva criolla, un obscuro y felón conductor de autobuses, que por su gran incompetencia, cobardía e incapacidad profesional, se había convencido que debía incursionar en otras actividades para tratar de encontrar un norte a su fracasada vida; y, un rechoncho y oscuro teniente, amante del dinero del fisco, diletante de la buena vida y que había subyugado a su jefe inmarcesible con el encanto de sus “lindos ojos”.
Ambos candidatos, dando tumbos del timbo al tambo, se habían dedicado a la aventura de politiquear a la sombra del líder eterno. Circunstancia ésta última que era el único vínculo en común que tenían ambos prospectos al clonaje.
A pesar de las exhaustivas deliberaciones y evaluaciones rigurosas, sobre los candidatos preseleccionados, el jefe del grupo terrorista concluyó sus análisis, y llegó a la conclusión que el escogido debería ser el que había sido ungido en acto póstumo por el dirigente eterno. Tomó su clon y realizó la mimetización y el posterior cambiazo. El resto de la historia es ampliamente conocido. El clon de Bucaram campea, desde hace un año y fracción en la Casa de Misia Jacinta, cumpliendo a cabalidad con su cometido: ser el catalizador de aceleración decisiva para la destrucción del país y de sus ciudadanos, iniciada tres lustros atrás.
Yo, entretanto, me pregunto como hicieron los Ecuatorianos para deshacerse de aquel personaje y cuando le podremos devolver a la organización terrorista internacional, su clon.