El EditorialOpinión
No puede existir democracia sin estado de derecho
En los momentos que vivimos en nuestro país no solo se trata de cambiar a los hombres y mujeres que hoy ejercen el poder, sino de reinstitucionalizar a Venezuela y hacer que los órganos del Estado sean más importantes que los que circunstancialmente los dirigen. Eso es lo que la humanidad ha logrado al establecer el estado de derecho como piedra angular de la democracia.
Pero aparte de la necesaria división de poderes y su indispensable autonomía, lo más importante es lo que en inglés se denomina como “accountable governments”, que se podría traducir como gobiernos responsables, un concepto que no es abstracto, ya que se es responsable ante alguien, y en la mayoría de los países democráticos, se responde ante la justicia, que es la encargada de que se cumplan las leyes.
En la Venezuela actual se ha llegado a tal nivel de centralización del poder que la cabeza del Ejecutivo controla y dispone de lo que pueden o no hacer el CNE, el poder judicial, la Fiscalía General de la República, la Contraloría, la Defensoría del Pueblo, las gobernaciones, la mayoría de los Concejos Municipales y, por supuesto, todas las empresas públicas.
Un Estado sometido a tal nivel de concentración de poder no solo es la antítesis de lo democrático, sino que en el siglo XXI es como un paquidermo prehistórico que impide el progreso de la sociedad y favorece la corruptela de la nomenclatura que asegura la permanencia en el poder a los líderes de ese aberrante sistema.
El cambio, que vendrá inexorablemente más temprano que tarde, tendrá que restablecer instituciones fuertes e independientes y retornar al camino de la descentralización y autonomía de todos los poderes del estado a nivel nacional, estadal, municipal e incluso comunal. Y lo más importante el país deberá dejar de lado el personalismo, que tanto daño le ha hecho en su era republicana, y aprender que el trabajo en equipo, la responsabilidad compartida y la meritocracia son elementos fundamentales para poder insertarse exitosamente en el nuevo mundo que está surgiendo de los avances globales en la inteligencia artificial, la robótica, la biotecnología y la nanotecnología, solo para mencionar algunos de los aspectos claves de la nueva revolución industrial.