El EditorialOpinión
No perder nunca la esperanza
En situaciones como las que se están viviendo ahora en nuestro país es lamentablemente recurrente escuchar, en algunos de nuestros compatriotas, palabras llenas de desesperanza con las que proclaman que nunca vamos a salir de esto.
Tal vez eso sea el propósito fundamental de los que se aferran al poder en un país que está virtualmente desintegrado, pero justamente por ello, es indispensable sacar fuerzas de donde se cree no tenerlas y recordar que otros pueblos, en tiempos históricos no muy lejanos, fueron encerrados en campos de concentración tanto en la Rusia Soviética, como en la Alemania Nazi y muchos, o mejor dicho demasiados, perecieron asesinados por las locuras de regímenes totalitarios.
En nuestro país no hemos llegado a eso, pero si se han registrado numerosas muertes por falta de medicinas y de alimento, y otros abandonan al país porque no pueden sobrevivir en las condiciones actualmente imperantes.
Aunque suene como un discurso retórico, no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista, y es evidente que el lapso de nuestra tragedia se está acortando y que la presión ejercida por los paises democráticos sobre los principales funcionarios del régimen terminará produciendo resultados que precipitarán un cambio democrático para nuestra nación, pero eso no será posible si la actitud predominante este signada por el síndrome de la desesperanza.
Para que se produzcan cambios hay que creer en ellos y además cooperar entre todos en sembrar la esperanza necesaria para seguir luchando por la libertad y la democracia y no rendirse perdiendo la ilusión de que volveremos a ser un país próspero en el que podamos vivir en paz, donde pueda reconstruirse todo lo que fue destruido y que muchos de los que tuvieron que irse regresarán con las experiencias adquiridas, para ayudarnos a hacer de Venezuela el gran país que alguna vez fue.