No. No es La La Land
Miguel R Carpio Martínez
@carpioeconomics
Cada semana tengo la fortuna de compartir con futuros profesionales venezolanos. En nuestras sesiones de Macroeconomía no solo conversamos de política económica, conversamos sobre lo que pasa en Venezuela. Me gusta escucharlos y no desaprovecho la oportunidad para invitarlos a reflexionar sobre su rol en la solución para la situación actual. Eso es algo que debe quedarle claro a los jóvenes de esta nación convulsa: Son parte de la solución.
En ocasiones esta realidad inclemente es abrumadora y veo la decepción en sus ojos. No puedo mentir, a veces es difícil venderles un mejor visionado de país. Y aunque lo puedo entender me resulta antipática las ganas que tienen muchos de huir de Venezuela tan pronto puedan. ¿Quién se encargará de levantar esto si todos (los buenos) se van?
Mercados que no funcionan, premisas económicas que no se cumplen, sistema de precios asesinado, banco central sin autonomía y muchos otros “detalles” que hacen de dar economía en Venezuela una labor muy divertida. Nada se parece a lo escrito en los libros de referencia.
Por otra parte, cuando comparamos el desempeño de nuestra economía con el de otras de la región, se hace más complicado entender por qué en Venezuela nada es como debería ser. Y es que sin duda nuestra economía es un caos y no vemos ni un ápice de constricción en los responsables de la política económica. Todo lo contrario, lo que notamos y vivimos es una obstinación por continuar forzando la barra, por tratar de curar la enfermedad auto inoculada con los mismos remedios inútiles. Es fácil sentir desesperanza ante un escenario como ese.
A la par del grave deterioro de la economía, tenemos una situación social cada vez más tensa. Ya va más de un mes en el que la calle ha estado caliente con enfrentamientos, heridos, fallecidos y un gobierno con una cara de tabla brutal. Ya es manifiesto que no estar de acuerdo con el gobierno puede implicar ir preso, ser asesinados o asediado como ganado mal querido. Nada de esto ayuda y solo contribuye a quitarnos oxigeno. A quitarnos esperanza.
Yo sé que sería genial que todo este desmadre tuviese una solución pronto. Algo así como que al mejor estilo de La La Land manifestantes, Guardias Nacionales y Policías se juntaran en una colorida coreografía pero no al ritmo de Another Day of Sun sino teniendo como fondo musical Moliendo Café. Luego de estos se acabaría la trifulca y el caos…
Pero No. Esto no es La La Land
Cada uno de nosotros tiene un papel que interpretar en esta película en la que todos deseamos que el final sea una mejor Venezuela. Un país con instituciones fuertes, en el que la voz del ciudadano sea decisiva, en la que la palabra pueblo no sea una excusa para excluir al que disiente, en donde la libre empresa sea base del desarrollo. Eso aseguraría más secuelas exitosas para la película. ¿Quién no querría muchas continuaciones de ese visionado de Venezuela?
Eso sí, no todos tenemos los mismo roles. A algunos les toca estar en la arena política, a otros les toca prepararse para ser excelentes profesionales, algunos serán científicos notables, en fin hay muchos papeles disponibles y necesarios, lo que no podemos ignorar es que todos tenemos oportunidad de participar en esta película y no debemos desaprovecharla.
Por otra parte, a la par de ese día a día en el que salimos de nuestras casas a ser los mejores venezolanos posibles, no podemos ni debemos dejar de expresar nuestro descontento. No podemos dejar que la decepción y la rabia se transformen en conformismo y pasividad.
Nuestro deber con Venezuela, con nuestros viejos, con nuestros hijos, es luchar por un mejor futuro. Eso si, debemos ser inteligentes y anticiparnos a la estrategia de quienes están a gusto en esta caricatura burda de país. El cansancio no es una opción.
*Economista
Profesor UCAB