No fue Roma, fue Bruselas
La «virosis-otitis” que le impidió a Maduro realizar su viaje a Europa –según Rafael Poleo diagnosticada por el Dr. Castro–, quizá no fue tanto la excusa para cancelar la reunión vaticana con el Papa Francisco, sino el pretexto para no asistir a la Cumbre Celac-UE (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, y Unión Europea) en Bélgica. En la agenda de Maduro, primero estaba Roma, el Vaticano y el «reconocimiento» de la FAO, y de seguida el traslado a Bruselas, para la referida cumbre política y económica. No podía hacerse la primera parte del periplo sin la segunda. Y la segunda era la parte espinosa, porque el ambiente de esa reunión no era muy favorable para el régimen que Maduro encarna, no por el lado de los países de la Celac, sino por varios de los principales países de la Unión Europea.
La canciller Rodríguez lo puso de manifiesto al referirse a la UE, en vísperas de la Cumbre, como un “bloque imperial”… A confesión de parte, relevo de pruebas, dicen los abogados. Es evidente, por tanto, que Maduro se sentía sumamente incómodo por tener que ir a la reunión de Bruselas, máxime si el general Raúl Castro no estaría presente, y para evitar el eventual trance fue que se prefirió la cancelación de todo el viaje, a cuenta de la “virosis-otitis”. Los motivos del referido mal ambiente en la UE son notorios. El caos político, económico y social que padece Venezuela no lo puede esconder la propaganda. Como tampoco las masivas violaciones de los derechos humanos. Felipe González, a su regreso a España, ha señalado que nuestro país está en un proceso de destrucción. Y no hace falta que las declaraciones protocolarias de esas cumbres reflejen esas realidades, para que las mismas sean reconocidas por muchos gobiernos y por el conjunto de las naciones que éstos representan.
Así que Maduro optó por sacrificar la audiencia con el Papa Francisco y perderse la “foto-op” con motivo del surrealista “reconocimiento” de la FAO por su supuesta lucha contra el hambre. Un país donde se produce menos comida, se importa menos comida, se vende menos comida y se consume menos comida, no es precisamente un ejemplo a reconocer por la lucha contra el hambre… Y en cuanto al Vaticano, modestamente opino que se ha sobreestimado la capacidad de influencia del Santo Padre y de su Secretaría de Estado, en los asuntos relativos al poder establecido en Venezuela. La intención del Papa Francisco es impecable, sus llamados al diálogo son necesarios y consistentes con su pensamiento doctrinario y con su ministerio petrino, pero la eficacia persuasiva es bastante limitada en cuanto a Maduro y su entorno. Además, no se tiene la impresión de que a los jefes de la hegemonía roja les interese verdaderamente lo que el Papa piense, diga o haga. Si consideran que les conviene, le podrán hacer caso, y si no, no. Pero no parece que le reconozcan auctoritas, vale decir, prestigio, crédito, legitimidad, autoridad ética.
De manera que no fue Roma el problema, fue Bruselas. La excusa de la “virosis-otitis” no se dio, principalmente, para evitar el encuentro con Francisco, sino para evitar las esperadas dificultades en la cumbre bruselense. No sé si sería acertado afirmar que el mundo se le está poniendo chiquito al señor Maduro, pero sí que se le está estrechando. En Roma, en Bruselas y en muchas partes más.