No existe un Plan B
“Trabajé algunos años con María Corina. Ella sabe muy bien como cabalgamos en el discurso originario y redentor. Comprender a la Venezuela despojada, era la agenda. Así celebro-debutó frente a Chávez el 14/01/2011, cuando le espetó su expropiar es robar…”
El Washington Post [WP] tituló su Editorial, “mientras Maduro pisotea la Democracia, Biden necesita un nuevo plan para enfrentarlo”. El Editorial-en el marco de la inhabilitación política de María Corina Machado, dice que “se acerca rápidamente el momento de que la administración Biden desarrolle un Plan B, en coordinación con gobiernos afines, tanto dentro como fuera de América Latina…”
No comulgo con el plan B. Remover del poder al tirano comporta un plan único. De lo contrario terminaremos como la cabra que salta pal’ monte… y cabreados, ningún camino conduce a Roma.
Ahí está el detalle…
Subraya el editorial del WP: “[La inhabilitación] que ha tenido el rechazo unificado al intento del régimen de prohibir la candidatura de la Sra. Machado—por parte de Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea, la OEA, Gran Bretaña, Chile, Uruguay, Colombia y Paraguay—fue un buen primer paso. La administración debe exigir que el Sr. Lula se una al coro”. Pero nos preguntamos: ¿Es María Corina un plan B o es el plan?
¿Si no funciona el B, tenemos que ir a un Plan C, D y así sucesivamente? Sin incurrir en discusiones semánticas entre plan [objetivo] y método [estrategias], hablar de plan B me deja un sinsabor en el paladar a fracaso, desgaste, fricción. A denostar de todo pasado y apelar a otro plan porque Maduro pisoteando la Democracia [dixit WP] gana la pelea-sic-
¿Fue realmente un fiasco el 11A-2002, el 15 Agosto-2005 [RR]; las elecciones presidenciales 2006, el Referéndum Constitucional 2007-el RC-2009, las presidenciales 2012 o las 2013; la salida 2014, el triunfo electoral AN 2015, las protestas 2017, el gobierno interino 2019, las mesas de diálogo o la máxima presión de Trump 2020?
Salir de un régimen totalitario no son cosas de coser y cantar. Cada evento deja una impronta, una esperanza o una decepción, de la cual debemos aprender, levantarnos y seguir. En política-diacrónicamente hablando-una transición de dictadura a democracia, supone un proceso complejo, prolongado. Todo cuenta y todo queda. Y el detalle está, que para hacer primaveras, es necesario comprender a fondo qué nos hizo perder la democracia y por qué llegó Chávez al poder.
¿En qué fallamos?
Pendientes del plan A, B, o C, los abedules no nos dejan ver los naranjales. No vemos las inmensas desigualdades que precedieron y alimentaron la antipolítica, al punto de celebrar el golpe de estado del 4F. Embriagados de frustraciones le echamos la culpa al sofá. Según el WP, “Biden tenía razón en que la política de su predecesor no restableció la democracia y la prosperidad en Venezuela […] Ahora, tiene que ajustar su propia estrategia, con urgencia, para que no ocurra otro fracaso similar durante su mandato” [subrayado nuestro]. ¿Otro fracaso? ¿Fue realmente un fracaso de Trump o lo será de Biden? ¿En 24 años de involución política, social, económica, humanitaria e identitaria, algún líder ha levantado su voz para reconocer la responsabilidad histórica que nos trajo a este desastre? ¿Alguien ha hecho un acto de contrición, un mea culpa y propósito de enmienda? ¿Dejar a un pueblo olvidado y abandonado en los 70, 80 y 90, que nos hizo indiferentes a la pobreza [a dirigentes y dirigidos] y nos llevó al abismo, no merece un gesto de redención política? ¿Alguien ha pedido perdón por esa galbana?
La culpa no es de Carmona, Rosales, Capriles, Guaidó y mañana de María Corina. Menos de agentes externos. No hay plan B que funcione si no existe un Plan A desde la comprensión de nuestro colapso social. El Plan A-único y suficiente-pasa por preguntarnos con humildad: ¿En qué fallamos? Una respuesta que solicita un profundo acto de aflicción, que es luz…
La cabra que salta pal’ monte…
Hace años quedé marcado por una entrevista en El Nacional a Ruth Capriles. Analizando el 11 de Abril-2002, acuñó la frase, “es que el venezolano es como la cabra que siempre salta pal ‘monte”. Me pareció chocante e injusta en ese momento. Pero el tiempo le ha dado la razón…Cuando hemos estado a tiro de lograr el objetivo, de alcanzar el plan, surge un fenómeno patológico, cutáneo, endémico de nuestra cultura política, que es la desagregación. Huir por la derecha o por la izquierda, por nuestra conveniencia. Mi problema no es la libertad, sino mi libertad. Y saltamos como cabra pal’ monte cuando el plan dejó de resolverme, de serme útil.
Hoy, a casi 5 lustros de un Estado ausente, seguimos sumergidos en un tenebroso misterio: comprender por qué el chavista no migra a la oposición y si lo ha hecho, lo hace por castigo, no por empatía. Todavía no comprendemos [por ser un tabú] que produjo una irremisible polarización…La misma ignorancia hacia el país obrero, lumpen y desposeído que nos trajo el por ahora, la vestimos hoy cuando personificamos la política y hacemos de María Corina un plan B, cuando el único plan, es el pueblo. Y su reto es caracterizarlo y reinvindicarlo.
Capriles no cobró su victoria electoral [2013] no por querer evitar una masacre. No salió a la calle porque desconfió que lo haría acompañado del pueblo. Y desconfió porque su plan era Miraflores, no la gente. Y saltaron pal’ monte…De esta irracionalidad e insensibilidad política tenemos que aprender. Nuestra desconfianza grupal florece como espina desde los propios líderes. Mala nota, mal plan…
Salir de la oscuridad. Pacta sunt servanda. ¡Hasta el final!
Maistre, al decir de Berlín, terriblemente sentenció: “El pueblo sólo obedecerá si el meollo de las cosas es oscuro y misterioso, impenetrable. Una vez que el pueblo ha penetrado en el corazón de las cosas, una vez que es racional, una vez que pueden comprender, no temerán…”. En otras palabras, salimos de la oscuridad y dejamos de temer cuando penetramos en el corazón de las cosas, que es dar la vida por el otro. En ese momento, todos vamos hasta el final… Eso fue Mandela para el pueblo africano y Walesa en Polonia. Un líder obrero, un líder de acero, un líder sin color…
Vale mencionar que en Polonia la derecha liberal y autoritaria se burlaba del recién evocado principio de pacta sunt servanda, enunciado hace tiempo por el profesor Bronisław Geremek, arquitecto principal de la transición polaca a la democracia, negociada y pacífica…En Polonia, cuando se llega a un acuerdo con un adversario izquierdista o ateo, resultaba muy fácil justificar la violación de dicho acuerdo o incluso su ruptura. Jarosław Gowin, uno de los principales intelectuales del partido Plataforma Cívica, durante el vigésimo aniversario del debate de la Mesa Redonda dijo: “Hasta hoy resuena aún en mis oídos la famosa declaración del profesor Geremek, la de pacta sunt servanda. Ya en el momento en que lo oí me pareció́ una disonancia profunda […] ¿Cómo podemos cumplir los acuerdos cerrados con unos criminales? Con un bandido que nos apunta con una pistola solo se puede hacer un trato para arrancarle la pistola de la mano, y si llega la oportunidad de hacerlo, hay que aprovecharla sin dudarlo” […] Menos mal que desoyeron “los consejos” [de Gowin]. De lo contrario ahí estarían todavía los polacos “tratando de arrancarle la pistola al ateo”. Y así nadie finaliza nada…Walesa fue un proletario libertario, luz en la oscuridad, que le hizo sentir a la gente solidaridad…Y penetró corazones que forzaron pactos de libertad, con empatía.
Las transiciones a la democracia no solicitan plan B
El caso polaco-decíamos-fue una acumulación de hechos: la muerte de Stalin, la intervención de Juan Pablo II, el liderazgo de Walesa, la emergencia de Solidaridad. El ascenso de un electricista de los astilleros de Gdansk al poder que personificó la voluntad de los polacos por su soberanía…La Revolución de los Claveles en Portugal, militares y civiles unieron fuerzas y bastó un libro [Spínola, Portugal y El futuro/1973] y un clavel para encender un país y repensarse el concepto de soberanía en colonias africanas. Aquella flor de Celeste Ceiro puesta en un cañón, ponía fin a una larga de dictadura [Salazar, Caetano] y surgía el Estado Novo, con la aquiescencia de la gente.
En Brasil la transición la inicia un grupo de militares contra Castelo Blanco. De Geisel a Figueiredo hasta llegar a Enrique Cardozo. El plan: la apertura democrática…En España Franco diseñó su propia perpetuidad, pero Adolfo Suárez fue el gran “seductor converso” que logró colarse por la rendija de las cortes conservadoras y de una izquierda resentida e intransigente… El plan: lograr la transición democrática en el marco de elecciones, constituyentes [1978], acuerdos cívicos-militares, protestas y unidad de propósitos.
Que decir de la transición Uruguaya y el pacto del Club de los Navales, donde un político sagaz, integrador y visionario, como Julio María Sanguinetti [tres veces presidente de Uruguay], saltó por encima a actores políticos normativos, rígidos, personalistas, con un frente unido y su partido colorado, para coronar democracia en medio de persecución, represiones y dominio militar…William Ferreira-normativo, frontal, indoblegable, caudillo civil del Partido Nacional-un uruguayo valiente que salva su vida en el exilio tras el secuestro y asesinato en BBAA del senador Zelmar Michelini, tenía todas las credenciales para ser el primer presidente de la democracia Uruguaya, pero no pudo. ¿Radicalidad, rigidez?
La transición chilena quizás es la más demostrativa de tener un plan sólido, unido, indeclinable, mutante [elástico], que no significó una ruptura con el pasado gendarme, pero fue decididamente restauradora. “Chile la alegría viene” se hizo un plan contagiante, y Pinochet no logró truncar el referéndum.
En resumen es inocuo un plan B, C o nada de nada, sin un plan A monolítico, comprometido con la gente, alineado con la realidad social que guía el cambio político.
María Corina no es un Plan B. tampoco Ud.
Trabajé algunos años con María Corina. Ella sabe muy bien como cabalgamos en el discurso originario y redentor. Comprender a la Venezuela despojada, era la agenda. Así celebró-debutó frente a Chávez el 14/01/2011, cuando le espetó su expropiar es robar… Hoy ella personifica un clamor social: vivir, regresar y prosperar en paz. Le vuelvo a sugerir que propicie la unidad que es reencuentro que es reconciliar.
Betancourt NO tuvo nunca un Plan B. Otras visiones de país y otros métodos de aproximación, sí. Pero desde el Plan de Barranquilla al derrocamiento de Pérez Jiménez, dixit Tulio Hernández, hasta jugó metras con los militares que a la postre derrocó… Pero logró su único plan penetrando corazones: parir la democracia. Una vez en el poder pactó con prohombres-ateos y cristianos-como Jóvito Villalba, Rafael Caldera, Manuel López Rivas, Luis Ignacio Arcaya, Lorenzo Fernández, quienes fraguaron una verdadera revolución democrática. ¿Defendían sus intereses? ¿Tenían un plan B? Su único plan era darle democracia, estabilidad, paz y prosperidad al pueblo.
Decía en estos días, mientras sigamos siendo como “animales en la granja” [Orwell], pensar en democracia luce un mundo de seres humanos…María Corina no es un animal…no es un Plan B. Tampoco lo es Ud. No existe un plan B. Seamos pueblo. Seamos seres humanos…y de ese modo, no saltaremos como las cabras, pal’ monte.
@ovierablanco