No es una amenaza, es la realidad
Ramos Allup fue explícito en su intervención del miércoles 16, al decir que si el gobierno no cumplía con lo ofrecido, y los poderes del Estado seguían interfiriendo, la Asamblea y la oposición mantendrán la agenda que no fue retirada, sino diferida.
Esto quiere decir que se procederá al juicio político de la gestión de Maduro y que la oposición desconocerá la sentencia anticonstitucional del TSJ,al pretender ilegalizar las protestas y las movilizaciones de masas pacíficas.
El gobierno no termina de percibir que se le agotó su tiempo y que al seguir entorpeciendo una solución pacífica y constitucional a la crisis, está sembrando literalmente una bomba de tiempo, que de estallar, no lo dejará incolumne.
Esta no es hora de jugar con la paciencia de los venezolanos, que claman a gritos un cambio que permita construir un país en el que se tenga esperanzas de que no habrá más inflación, en el que se recupere la capacidad productiva del país, el desabastecimiento sea solo un mal recuerdo y se adopten las medidas para garantizar la seguridad de los ciudadanos.
No entender eso y perseverar en el error de tratar de implantar un sistema económico a la cubana, será fatal y conducirá a la virtual desaparición política del otrora importante movimiento chavista.
La hora no es la de la revancha ni la de cambiar a un gobernante por otro, sino la de lograr la reconciliación de los venezolanos y adoptar de común acuerdo un programa de gobierno que permita, no sólo superar la crisis, sino modificar la concepción prevaleciente de que el Estado es quien puede, por si solo, resolver los problemas del país y de sus habitantes.
No se trata de reconstruir lo que no ha funcionado, sino de crear instituciones acordes con el tiempo en el que vivimos, y sobre todo, restablecer el estado de derecho que garantice que las leyes se cumplan y que la justicia será igual para todos y se extirpara el cancer de la corrupción y de la impunidad.