En los inicios de la revolución cubana los exiliados jocosamente bautizaban como “Mentirita” al tradicional coctel de ron y Coca Cola siempre conocido como “Cuba Libre”. No estaban errados; desde entonces la dictadura castrista ha perseverado en la producción de mentiras como fiel observante de la vieja enseñanza estalinista. En ese orden, la promesa de Castro de favorecer y empoderar a los negros cubanos brilla como otra de sus clásicas falsedades. En Cuba no existe ley contra el racismo, en la vida real se aprecia que los barrios marginales son poblados por negros y mestizos, en tanto los mejores trabajos y las mejores casas son ocupadas por blancos. Un dato revelador es que 80% de los internos de las cárceles son negros y mestizos, cuyo peso en la población nacional es solo de 9% y 24% respectivamente.
Esta realidad es traída a la narrativa por la joven poeta, bloguera y romancera cubana Wendy Guerra (1978) en su más reciente novela. La obra, titulada Negra, ya traducida al francés, es una brillante denuncia literaria de la velada discriminación racial imperante en la isla. (Las novelas anteriores de Guerra, salvo una, han sido prohibidas por el régimen, aun desconociendo la admiración de Gabriel García Márquez por su obra.)Negra es la denuncia del racismo y del pesar en la voz del personaje central de la novela, una bella joven que sufre la discriminación racial presumidamente abolida por la revolución, pero que perdura a voz callada como tabú dentro de la célebre “cubanidad” revolucionaria. La narración, matizada con agudas historias y evocación de la música tradicional cubana, ilustra la vida de privilegiados, marginados y jineteras en aquel “comunismo de opereta”. Una intensa novela que entretejiendo trazos poéticos y desesperanza, describe la realidad de esta otra mentira castrista.
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Guerra, Wendy, Negra, 348 pp. Stock, 2014 Paris