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Navidad y Año Nuevo

Carlos Canache Mata

Un país consternado y anhelante de tiempos mejores acaba de tener una Navidad afligida y espera un cambio en 2019. Contentos son los que acampan en el poder y sus cercanías, en tanto  los descontentos son la gran mayoría. La lucha por un futuro mejor, sin los infortunios que ahora se viven, no va a cesar. Es un compromiso que tiene dimensión existencial.

Los compatriotas que han sido aventados por la diáspora, desde lejos alargan sus brazos por encima de las fronteras patrias para acercarse a sus seres queridos. Solo cuando se ha conocido el exilio, sea político u obligado por una crítica situación nacional, se sabe lo que es añorar con nostalgia la tierra que nos vió nacer. Si se han ido unos cuatro millones de venezolanos, eso significa que la población se ha reducido a 26 millones de personas, con problemas que se agravan con el paso de los días. Los niños que deambulan por las calles buscando algo que comer en los basureros, es seña dolorosa de la tragedia que afrontamos. El hambre y la pobreza que han traspasado las puertas del 87% de los hogares del país, nos indican que la solución no son los aumentos salariales que en horas desaparecen por la hiperinflación, ni los bonos amparados por el carnet de la patria, regalos que acostumbra el San Nicolás de Miraflores. La solución es otra: una distinta política fiscal, cambiaria y monetaria que detenga el aumento desenfrenado de los precios y  pare la irresponsable emisión de dinero sin respaldo por parte del Banco Central. La solución es generar confianza y credibilidad para la inversión del capital nacional y extranjero, sacar el PIB del subsuelo, poner a producir los 5 millones de hectáreas expropiadas que ahora no producen, rehacer el parque industrial que se ha reducido a un tercio, y resucitar la producción petrolera  que apenas balbucea poco más de 1 millón de barriles diarios. La solución, en fin, es cambiar el modelo económico suicida que se ha venido aplicando y, sin subordinación a asesorías foráneas, poner en práctica las medidas que exige el interés nacional.

Hay que abrir la tumba en la que yace el Estado de Derecho y levantarlo y ponerlo a andar, un requisito o reclamo que no puede esperar más. Dentro de cuatro días, 2019 se hace presente. La oposición democrática ha anunciado el “Plan País, el día después”, una apuesta a lo que hay que hacer en el futuro.

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