Momentos del mismo drama
1- ¿Será verdad, que verdad es, esta máxima? «Si quieres mantener tus dominios, la fidelidad de tus siervos y la entrega de quien te ama, da a cada quien la porción que no calme su hambre ni su sed sacie y a quien te ama su esperanza y su ilusión aviva con migajas». Cuanta pura verdad, tal vez sea toda, descarnada sabiduría la que al Poder sustenta y al amor del imbécil engaña. La religión más sabia con la resurrección mantiene abierta la esperanza. En fin… Sólo conocer la verdad nos hace libres, el problema es cómo conocerla.
2- Mi zapatos abiertos, Niño Dios, esperan que le traigas tu regalo/ no es nada de especial son muy chiquitos/ que Tú pongas en ellos la libertad para poder andar/ y andar y andar como Machado dijo/ haciendo los caminos de la paz. Si eso te pesa mucho te lo cambio/ a mis hijos sus hijos y a todos los demás/ ven a ellos con ellos y todos los demás/ conjugues para siempre el verbo amar/ y nunca más en estos duros suelos/ sepamos que existe el verbo odiar/ cuan bello será siempre cantar Noche de Paz
3- Ya pasó la legítima euforia de la felicidad que el Niño Dios prodiga y vuelve el miedo que sobre el mundo, el país y en cada hogar pesa. ¿Será miedo en verdad? O ¿miedo a la verdad que tanto pesa y no nos deja andar? ¿Miedo al poder que como Gargantúa todo devora? No! No! Es mucho peor: es miedo a la obscuridad de nada ver, solo el terror de no poder andar. De no ver los caminos y el horror de girar y girar sobre las propias sombras inmóviles. Es el miedo a pensar lo que impide el hacer, El obrar y el Amar.