Miranda, la libertad y los derechos humanos
El bicentenario de la muerte de Francisco de Miranda (1750-1816) es ocasión propicia para exaltar su legado perenne dentro de tres ejes fundamentales: la libertad, los derechos del hombre y del ciudadano y la igualdad de género. Su preclaro y avanzado pensamiento en torno de estos tres valores democráticos no admite tergiversaciones ni manipulaciones.
El catedrático francés, François Delprat, se refiere así al ideal libertario del Precursor de la Independencia de Hispanoamérica, formado en el Siglo de la Ilustración europea y actor destacado de las tres revoluciones del mundo occidental entre fines del siglo XVIII y principios del XIX: La Independencia de los Estados Unidos de América (1776), la Revolución Francesa (1789) y la creación de la Primera República Francesa (1792), y la Independencia de las colonias españolas en América (1808-1824).
El Prof. Delprat expresa: “las acciones de Miranda se situaron en estos tres grandes momentos de la historia política en la que los hombres se aferraron a la posibilidad de actuar con la esperanza de cambiar la historia y el mundo. Es a partir de entonces que la idea de libertad se convierte en una de las poderosas fuerzas de la historia contemporánea” (Miranda y Francia en la era de las Luces y de las revoluciones, Claudia Isabel Navas, Marcel Dorigny, Jean-Pierre Bois y Thierry Wedemann, prólogo de Francois Delprat, Embajada de Francia en Venezuela, Caracas, 2016).
Para el economista belga, Chistian Ghymers (uno de los expertos más reconocidos en la vida del Precursor), el caraqueño universal “acerca a Europa y a América Latina en cuanto a valores comunes como la democracia, los derechos humanos, la igualdad de género, la cultura, la tolerancia, el libre pensamiento y el libre comercio, o bien el desarrollo económico y social.” Ghymers considera a Miranda “el más europeo y el más universal de los latinoamericanos” (Francisco de Miranda, l’Europe et l’Intégration Larino-Américaine, Asociation Internacionale Andrés Bello, Christian Ghymers et Luis Xavier Grisanti., Editores. Louvain-la-Neuve, Belgique, 2001).
Como reseña el eximio historiador venezolano y ex canciller de la República, Caracciolo Parra Pérez, en su obra Miranda y la Revolución Francesa (Bancaribe, Caracas, 1989), el Gral. Miranda, al mando del Ejercito del Norte de la Primera República Francesa en 1792, se ocupa de proteger los derechos humanos del ejército austríaco, por él derrotado en la liberación de Amberes; y gira instrucciones para el cuidado de sus heridos y enfermos, negándose a cualquier maltrato “por ser contrario a los derechos del hombre,” escribe de su puño y letra en la Capitulación.
El de Miranda no es un ejército invasor; velará por “la protección de los habitantes y las propiedades de los ciudadanos.” Y concluye: “siendo la ciudadela (de Amberes) una propiedad que será entregada al pueblo belga al verificarse la evacuación de la República Francesa.”
Otro especialista en la vida del humanista caraqueño, el historiador Ángel Grisanti, destaca el sentido del honor, la entereza de carácter y la honestidad intelectual del Precursor, quien, después de hacer numerosos esfuerzos fallidos ante las autoridades españolas y clamar por su inocencia en el juicio amañado que injustamente se le incoa (tardíamente absuelto por las propias autoridades), decide separarse del ejército español.
Grisanti señala: “Entonces, altiva, honorable y soberbiamente, dimite su cargo en el ejército hispano, para cancelar sus deberes de vasallo (y) considerarse libre de sus compromisos,” autorizado por lo que el propio Miranda denomina: “el Derecho de las Naciones y el ejemplo dado por virtuosos y grandes hombres en los antiguos y modernos tiempos.” (Ángel Grisanti, Miranda juzgado por los funcionarios españoles de su tiempo, Caracas, 1954). ¡Cuán necesario ha sido en la historia de las naciones que sus magistrados en funciones de gobierno tengan el sentido de la honra y la rectitud de proceder que Miranda desplegó a lo largo de su vida!
La entonces ministra adjunta de Relaciones Exteriores de Bélgica (2001), Annemie Neyts-Uyttebroeck, subrayó en el Seminario organizado por la Asociación Internacional Andrés Bello para conmemorar el 250 aniversario del nacimiento de Miranda, la significación del prócer venezolano como Precursor de la igualdad de género como derecho humano universal e irrenunciable. En medio de la campaña para la liberación de Bélgica (1792), el entonces Mariscal de Campo y Teniente General de la Primera República Francesa escribe a su amigo, el Alcalde de París, Jerome Petion, también diputado: “yo le recomiendo una cosa…respecto de las mujeres, por qué, dentro de un gobierno democrático, la mitad de los individuos no son directa o indirectamente representados, cuando ellas son igualmente sujetas, con la mista severidad, a las Leyes que los hombres han establecido a su voluntad.”
@lxgrisanti