El EditorialOpinión

Memorias de la decadencia venezolana

En el siglo XX José Rafael Pocaterra escribió un extraordinario libro que tituló Memorias de un venezolano de la decadencia. En este escrito fundamental para los venezolanos de hoy, agobiados por un país que parece no terminar de tocar fondo, leer a Pocaterra debería ser una tarea fundamental para todos los que luchan por recuperar un país.

Pocaterra sostenía que la decadencia a la que se refería era el estado de inercia y de pasividad del pueblo que aceptaba la dictadura de un hombre cruel e inculto.

Hoy, en pleno siglo XXI, pareciera que esas palabras son premonitorias porque nunca en nuestra historia ha habido tal cúmulo de decadencia, como la que sufrimos la inmensa mayoría de los venezolanos.

No sólo estamos sometidos a un modelo arcaico de totalitarismo, sino además, a una destrucción sistemática de todo el pasado venezolano. Aquí se le ha cambiado el nombre al país y a las instituciones, se ha modificado el escudo nacional y se le ha agregado una estrella a la bandera. En el lenguaje se ha pisoteado la gramática española, agregándole una suma de cursilerías que no hacen más comprensible el idioma.

En la gestión pública se han borrado, a punto de decretos presidenciales, los logros alcanzados en la descentralización convirtiendo a los gobernadores y alcaldes en tributarios, según cuál sea su comportamiento, de la magnificencia del poder central.

En lo que concierne al estado de derecho o como lo llaman con más exactitud  en los paises anglosajones, «The rule of law», simplemente se han copiado los modelos fascistas y comunistas en los que el derecho es lo que considera conveniente el jefe del Estado o el líder supremo.

Otro de los ejemplos flagrantes de la decadencia es la metástasis del cáncer de la corrupción que ha favorecido la creación de una nueva clase social, que el ingenio criollo llama los enchufados, pero que en el fondo es lo que ha sido la norma en los países de corte comunistas, en los que surge lo que Djillas denominó La Nueva Clase.

Consecuencia de esa decadencia moral y ética es la proliferación de delitos impunes de toda naturaleza, que han convertido a Venezuela en uno de los países más inseguros del planeta.

Pero si no fuesen suficientes estos rasgos, para determinar la decadencia de nuestro país, tenemos que lamentablemente sumar la crisis humanitaria causada por errores de política económica por parte del gobierno, que ha producido un desabastecimiento gigantesco, nunca visto antes, tanto en alimentos como en medicinas, para mencionar los más esenciales, pues son muchos más los rubros en los que el venezolano común no encuentra los productos necesarios para satisfacer sus necesidades básicas y/o poder producir para asegurar su sustento y el de su familia.

No queremos alargar la letanía describiendo todo lo que vemos a diario, y que nos permite constatar que este país está en mucho peores condiciones que las que jamás tuvo durante la era democrática.

Es por esta y muchas otras razones que los demócratas venezolanos no se deben rendir y deben aunar esfuerzos con su dirigencia política por luchar en todos los frentes que sean posibles para superar esta etapa negra de nuestra historia, y construir un nuevo país enmarcado en el respeto a la ley y a los ciudadanos y en el que seamos nosotros quienes con los votos decidamos qué tipo de gobierno queremos, y qué reformas necesitamos hacerle al Estado venezolano, para que este no siga siendo la propiedad de un hombre o de una secta en el poder.

No debemos desesperar, ya que el camino está abierto para recuperar la democracia y la dignidad y para ponerle un alto a la decadencia y construir un país que sea lo que los venezolanos deseamos, uno de progreso, de emprendimiento, de inclusión social y de oportunidades para todos sin tener que ponerse la camisa del color del partido que esté en el poder.

Pero el camino para alcanzar esa meta dependerá de la capacidad que tengamos de dejar de lado los rencores y mezquindades y trabajar unidos, y con generosidad, para construir la Venezuela del futuro.

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