Medalla de plata y de optimismo
La medalla de plata obtenida por la joven Yulimar Rojas en los Juegos Olímpicos de Río, no solo es un logro personal de la joven anzoatiguense, sino una gota de optimismo sembrada en el corazón de todos los venezolanos.
Un país aquejado por tantas incertidumbres y profusión de malas noticias obtuvo este domingo no sólo la reconfortante noticia de que Venezuela había logrado su segunda medalla en atletismo en una Olimpiada, sino -además- pudo escuchar y disfrutar unido, las reconfortantes palabras que esa chica que, con solo 20 años, pronunció ante las cámaras de las principales redes televisivas del mundo.
Qué dijo que generó tan reconfortante sensación, nada en particular y mucho a la vez. En un país crispado por la polarización, Yulimar se limitó a expresar su agradecimiento a su familia que había creído en ella, a su entrenador Iván Pedroso, el medallista olímpico cubano residenciado ahora en Madrid, y le brindó su triunfo al pueblo venezolano sin que mediara ningún género de calificación.
Hoy Yulimar es un ejemplo para todos los venezolanos, sin distingo de colores políticos, sobre el inmenso potencial de una juventud venezolana que, a fuerza de sacrificio y tenacidad, puede ubicarse en los sitiales más altos del deporte mundial, lo que servirá de mayor aliciente para todos aquellos que luchan por hacer de Venezuela un mejor país para todos.
Venezuela, unida, podrá alcanzar grandes metas y con sus jóvenes inventar un país grande con oportunidades para todos y en el que podamos volver a decir, con orgullo, que sí somos -de verdad- una tierra de gracia.