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Más omisiones conscientes

Mantenerse en el primer plano de la actividad política cuando nuestras acciones no cuentan con el respaldo de una fuerza que las traduzca en realidad, es tarea titánica. Toda acción que no se traduzca en una alteración de la realidad del momento, luce quimérica, ilusa y peor aún, puede ser sentida por quienes las contemplan como engañosas, orientadas exclusivamente a procurar a los actores una condición de liderazgo de la cual carecen.

Sin embargo, no puede pasarnos inadvertido que la palabra también es acción. La palabra cese de la usurpación nos indica el fin, la meta, no es el punto de partida sino el punto de llegada de una acción política que no está impulsada por la fuerza policíaca, militar, dineraria, o generadora de empleos.

 El impulso es la voluntad de quien inicia la marcha para hacer cesar la usurpación y su éxito no depende de la bondad intrínseca del fin, de la honestidad personal de quien la inicia, ni de su constancia en mantener inmaculada la meta que propone y se propone. El éxito depende de la capacidad de generar una fuerza superior a la que sostiene la usurpación.

¿Qué sostiene a la usurpación? Desde luego hay una fuerza militar y policial que usa armas disuasivas y letales. Ya eso es mucha fuerza a ser enfrentada. Sin embargo hay más. Un aparato judicial que le da apariencia no solo de legalidad, sino de legitimidad; que opera junto a otros poderes que crean el marco de la “funcionalidad”.

El cese de la usurpación se producirá cuando cese la funcionalidad. El aparato que son miles de personas haciendo que la dictadura funcione, aunque sea mal funcionando, y a pesar de que una gran mayoría de ellas no esté interesada en hacerla funcionar, pero ejecutan como autómatas funciones intrascendentes aisladamente consideradas, pero que dan organicidad cuando se conectan unas con otras.

Hay que lograr por lo tanto hacer cesar el “funcionamiento”; y eso por sí solo hace cesar la usurpación. Desde luego la cooperación de la fuerza militar y policial puede hacer cesar la usurpación en modo doble. Anticipándose al cese del funcionamiento y por lo tanto precipitándolo, o siguiéndolo como resultado inevitable de una situación que cada vez se ofrece con más claridad como inevitable. Es trabajo de Guaidó como encargado de la presidencia mostrar ese camino, pero es trabajo nuestro, de los venezolanos, hacer “ese camino al andar”.

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