Mas coca para el mundo
Medellín, Barranquilla, Cartagena, Manizales, Popayán, Santa Marta, Ibagué, Cali, Pereira, Bucaramanga, Cúcuta y Bogotá son importantes ciudades de la geografía colombiana que se encuentran todas a menos de 42 km de los sembradíos destinados a la producción de cocaína. Sin duda que la cercanía de las plantaciones a centro poblados de envergadura facilita no solo el cultivo sino las etapas sucesivas de la producción, distribución y comercialización de cocaína. El caso es que Colombia no retrocede en la triste posición alcanzada de ser el principal productor de esta droga.
La economía vinculada a los narcocultivos funciona muchas veces en alianza con industrias formales que son las que cuentan con las facilidades, la documentación y la experticia para exportar bienes y minerales dentro de los cuales se pueden camuflar cargamentos de estas sustancias psicoactivas. Este es el caso de los alijos de coca que este año se encontraron presentes en exportaciones de carbón y coque desde Barranquilla hacia Amberes.
El pasado viernes 18 de octubre la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) divulgó un estudio en el que no solo alerta a la humanidad sobre el crecimiento de los mercados mundiales de cocaína, tanto del lado de la oferta como del lado de la demanda, sino que además pone el acento sobre el hecho de que en el continente americano hay más consumidores de cocaína que en ninguna otra región del mundo -11.680.000 ciudadanos-, y Europa la sigue con 5.710.000 de adictos.
Lo dramático no es solo que la capacidad de producción ha alcanzado el más alto nivel de la Historia sino que además en Colombia la producción de clorhidrato de cocaína se incrementó en 2023 más de un 50%.
Sucede que el país cuenta hoy con 253.000 hectáreas dedicadas al cultivo y las mismas continúan creciendo exponencialmente. Al fin del gobierno de Iván Duque los informes de instituciones serias dan cuenta de la existencia de 144.000 hectáreas cultivadas. La superficie actual representa un potencial de producción de cocaína de superior a 2.700 toneladas al año. Esta sobreproducción ha repercutido en el precio de la sustancia a nivel del consumo. La merma es de significación ya que un kilo que hace unos años se vendía en el mercado europeo en 33.000 euros ha pasado a transarse en 18.000 a inicios de este año.
Mientras tanto el gobierno de Gustavo Petro se ha concentrado en incrementar las incautaciones al tiempo que los esfuerzos por la erradicación de los cultivos han sido frenados. En el año pasado la policía informó haber conseguido erradicar cerca de 20.000 hectáreas cuando durante el gobierno anterior al de Petro se estaban erradicando más de 5 veces esa superficie. Los estudiosos de estos temas aseguran, por demás, que la reacción de los mercados ante el incremento de incautaciones- que en la práctica si están teniendo lugar- es el aumento , a un ritmo similar del potencial de producción.
Es claro que la mayúscula e incremental producción de droga colombiana para el resto del mundo no se encuentra en la lista de prioridades del actual presidente colombiano. Mientras ello ocurre el país cada día se contamina más con los aspectos negativos del narconegocio, lo que viene directamente asociado a la falta de seguridad ciudadana, a la depauperación de las áreas agrícolas, a la contaminación del empresariado y del gobierno con estas actividades ilícitas y, lo peor de todo, alimenta de ingresos a la guerrilla que asola el interior del país.
El futuro del país no pinta bien en este terreno. El enfoque debe ser, aparte de prioritario, multidireccional. En la medida en que el tiempo avanza, la sofisticación de y mejores formas de colocación en los mercados también están ganando la partida.