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Marx transdisciplinario

La transdisciplinariedad, entendida como un enfoque que integra conocimientos de diversas disciplinas para abordar problemas complejos, puede ofrecer una nueva perspectiva sobre el pensamiento de Karl Marx; este enfoque no solo permite una revalorización de sus ideas, sino que también facilita la construcción de un modelo teórico renovado que bien vendría a contribuir en darle forma y sentido a un mundo más creativo y deliberante.

En ese proceso de transformación y búsqueda de nuevos escenarios de valoración de las ideas de Marx, se parte de una acción de reinterpretación de las categorías luchas de clases, materialismo dialéctico y modos de producción capitalistas.

Si se ahonda en la idea de la “Lucha de Clases”, según Marx, es un concepto que viene de la historia del mundo civilizatorio y que se caracteriza  por la confrontación de dos grupos que se han segmentado en la sociedad capitalista y que se identifican como la burguesía y el proletariado. La lucha de clases se refiere a los conflictos de intereses entre estos dos grupos principalmente, donde cada clase busca reorganizar la sociedad a su favor.

Este antagonismo ha existido a lo largo de la historia, manifestándose en diversas formas, desde amos y esclavos en la antigüedad hasta burgueses y proletarios en el capitalismo industrial; a juicio de Marx sostiene estas tensiones son inherentes a cualquier forma de organización política humana y son esenciales para entender el progreso político y social.

Marx identificó dos grandes bloques en la lucha de clases, los dominadores, que controlan los medios de producción, y los dominados, que constituyen la fuerza laboral; en su análisis, el proletariado, que es la clase trabajadora, explotado por la burguesía, los grandes propietarios de los medios de producción, lo que genera un conflicto constante, bajo la dinámica no solamente de la economía, sino que también se extiende a las relaciones sociales y políticas.

Al vincular el punto de vista de otras disciplinas, ya no solamente la economía y la política, sino disciplinas como la historia cultural, la cual examina cómo las ideas, creencias y prácticas culturales influyen en la sociedad y su desarrollo; es un enfoque que hace posible analizar el marxismo no solamente como una teoría económica, sino también como un fenómeno cultural que ha impactado en la producción cultural y en las luchas sociales a lo largo de la historia. Está también los estudios de género, los cuales incorporan el análisis de las relaciones de clase interactúan con las relaciones de género; es un enfoque crítico, el cual examina la opresión de las mujeres dentro del marco capitalista y busca entender cómo el marxismo puede contribuir a la emancipación de género.

Otra disciplina que vale reimpulsar para conocer aún más el alcance de las ideas de Marx, es la teoría crítica, influenciada por la Escuela de Frankfurt, la cual si bien utiliza conceptos marxistas para criticar la cultura y la sociedad contemporánea, ha sido más bien un  enfoque centrado en cómo las estructuras sociales y económicas perpetúan la opresión y busca formas de resistencia y cambio social.

En un plano más pedagógico, estarían las disciplinas de la ecología política, la cual se integra el marxismo para abordar cuestiones ambientales desde una perspectiva crítica, analizando y comprendiendo, cómo el capitalismo afecta los recursos naturales y promueve la explotación ambiental, proponiendo alternativas sostenibles que desafían el modelo capitalista; la pedagogía crítica, inspirada en el pensamiento marxista, se centra en la educación como un medio para empoderar a los oprimidos y fomentar una conciencia crítica sobre las estructuras sociales; los estudios Postcoloniales, que bien pueden reforzar su análisis marxista para entender mejor las dinámicas de poder entre las naciones colonizadas y colonizadoras; la teoría del valor, que se deriva análisis económico, sigue siendo un campo relevante para estudiar las ideas de Marx, partiendo de la determinación del valor en las economías contemporáneas, valorando los conceptos como plusvalía y explotación en el contexto actual. Estas disciplinas no solamente ofrecen nuevas perspectivas sobre el marxismo, sino que también permiten un análisis más profundo de su relevancia en el mundo contemporáneo, facilitando un diálogo interdisciplinario que puede contribuir a la construcción de alternativas sociales más justas y equitativas.

La lucha de clases da paso a una nueva manera de comprender la realidad: la creatividad social; esta se refiere a la capacidad de las comunidades y grupos sociales para generar y aplicar ideas creativas en el contexto de la lucha por la transformación social y la emancipación. Este concepto se basa en la premisa de que la creatividad no es solo un atributo individual, sino un fenómeno colectivo que puede ser potenciado en un entorno social que promueva la colaboración y el acceso equitativo a los recursos.

Desde el punto de vista del pensamiento clásico de Marx, acompañado de los aportes de Friedrich Engels, la Creatividad Social se puede apreciar desde la producción colectiva; desde una perspectiva marxista, la producción de bienes y servicios es una actividad inherentemente social. Marx argumentó que el trabajo es una expresión de la creatividad humana, y que en un sistema capitalista, esta creatividad es explotada para el beneficio de unos pocos. La creatividad social busca revertir esta dinámica, promoviendo un modelo donde los trabajadores no solo son productores, sino también co-creadores con voz en los procesos productivos.

En ese ejercicio de creatividad social se va dando la figura de la educación emancipadora, la cual juega un papel crucial en la creatividad social; es un enfoque educativo que fomenta la cooperación, el pensamiento crítico y la participación activa puede empoderar a los individuos para que se conviertan en agentes de cambio; las ideas de Marx sobre la necesidad de una educación que no solo transmita conocimientos técnicos, sino que también forme valores y actitudes sociales que promuevan la solidaridad y el bien común.

La creatividad social, en concreto, implica motivar el desarrollo de comunidades donde se valore y apoye la innovación colectiva, incluyendo iniciativas culturales, artísticas y sociales que desafíen las normas establecidas y busquen alternativas al capitalismo. Es un enfoque que enfatiza que las comunidades deben ser inclusivas y accesibles, permitiendo que todos los miembros participen en el proceso creativo.

Este acercamiento a la cosmovisión transdisciplinaria de las ideas de Marx, se manifiestan bajo el rigor de implicaciones prácticas, tales como: las políticas culturales inclusivas, para fomentar la creatividad social, es esencial implementar políticas culturales que apoyen el acceso a recursos creativos para todas las clases sociales, lo que  implica financiar proyectos comunitarios, garantizar espacios para la expresión artística y promover una cultura del diálogo y la colaboración; la redefinición del valor artístico, que implica que en lugar de valorar las obras de arte únicamente por su potencial comercial, tenga una valoración basada en su capacidad para generar diálogo, reflexión y transformación social.

Y el activismo social creativo, el cual se vale de las formas artísticas como medio para visibilizar injusticias y movilizar a las comunidades hacia el cambio. Este tipo de activismo no solo busca resultados inmediatos, sino también transformar las estructuras sociales que perpetúan la opresión.

En ese nuevo camino hacia un Marx globalizado y transdisciplinar, se hace necesario estimular la revolución como resultado; Marx argumenta que la lucha de clases culminará inevitablemente en una revolución social, donde las clases oprimidas tomarán el poder político para transformar las relaciones de producción. Este proceso es visto como necesario para alcanzar una sociedad sin clases, donde se eliminen las desigualdades inherentes al capitalismo. La «Dictadura del proletariado» es un concepto clave en esta transición, representando un estado temporal que facilitaría el paso hacia el comunismo. Pero ese planteamiento de Marx no tiene vigencia en un mundo global que está en contra de cualquier método de imposición o extorsión política, es necesario reinterpretar los alcances de una nueva sociedad democrática y sin privilegios;  la lucha de clases como un conflicto entre proletariado y burguesía, como una dinámica en la que diferentes grupos sociales buscan reivindicar su voz y su espacio en la producción cultural y económica, fomentando un diálogo más inclusivo y deliberativo entre diversas clases sociales, promoviendo una sociedad donde la creatividad colectiva sea valorada y potenciada.

La figura del materialismo dialéctico, tan discutida por Ludovico Silva, para quien no había evidencia suficiente de que Marx hubiera formulado dicho concepto de “materialismo dialéctico” como una teoría filosófica universal; su opinión, es que fue más bien una construcción posterior, influenciada por la interpretación soviética del marxismo, particularmente a través de las ideas de Gueorgui Plejánov y Friedrich Engels; Silva sostenía que estas interpretaciones habían distorsionado el pensamiento original de Marx al convertirlo en un dogma; la dialéctica marxista debía ser entendida como un “…método para interpretar los hechos históricos”,  a través de su dinámica estructural, en lugar de ser vista como una teoría que explicara la realidad físico-natural. Silva enfatizaba que los conceptos de Marx debían ser considerados dinámicos y no estáticos. El verdadero sentido de la dialéctica está en su capacidad para comprender la historia como un proceso en constante cambio.

A esa visión dialéctica del materialismo, se antepone hoy día los procesos creativos; se ahonda en las contradicciones inherentes a las relaciones sociales y económicas, aplicando procesos creativos en la sociedad que parten de reconocer las condiciones materiales influyendo las de producción cultural y artística; se puede desarrollar un modelo teórico que examine cómo las estructuras socioeconómicas afectan la creatividad, esto podría llevar a políticas culturales que no solamente busquen financiar el arte, sino también transformar las condiciones materiales que permiten o limitan la expresión creativa.

Las ideas de Marx requieren un modelo teórico renovado que integre disciplinas como la sociología, la economía, la filosofía y las artes; esta intersección puede dar lugar a nuevas formas de análisis que reconozcan la complejidad del capitalismo contemporáneo.

Y se da la proyección de la educación crítica, proyectada hacia la innovación social que haga posible crear espacios donde se puedan experimentar nuevas formas de organización social y económica que desafíen el status quo. La innovación social puede ser vista como una extensión del pensamiento marxista hacia prácticas contemporáneas que buscan soluciones creativas a problemas sociales persistentes.

La reinterpretación del pensamiento de Karl Marx, a través de un enfoque transdisciplinario, no solamente viene a revitalizar sus ideas, sino que también ofrece herramientas para construir un mundo más creativo y deliberante; a integrar diversas disciplinas y promover una educación crítica e innovadora, es posible desarrollar un modelo teórico que responda a los desafíos contemporáneos mientras se rinde homenaje a las contribuciones históricas de Marx al análisis social y económico.

Lo que se debe entender en el siglo XXI, que hay la necesidad de volver a Marx, a través de un  «marxismo vivo», tal como lo calificó Ludovico Silva. Esta manera de percibir el marxismo fue entendida por Silva como un enfoque dinámico y crítico que se opone a las interpretaciones dogmáticas y rígidas del marxismo ortodoxo; el marxismo no debía ser considerado un conjunto de principios fijos o un sistema cerrado, sino más bien un método que invita a la reflexión y a la adaptación a las realidades cambiantes de la historia y la sociedad.

Ese marxismo vivo tiene como ideas principales: la crítica al dogmatismo ya que a su juicio habían autores y políticos que habían transformado los principios revolucionarios de Marx en dogmas; por ello el «manualerismo» debía ser cuestionado por tener su origen en la lectura mecánica y simplificada de Marx, impidiendo una comprensión más profunda y crítica de su obra; la dinamicidad de los conceptos, ya que el valor de apreciar la sociedad desde el marxismo, radicaba en la capacidad de comprender la historia como un proceso en constante cambio, asimilando la crítica e incorporando a la praxis revolucionaria, un argumento más verdadero y objetivo, transformador del mundo, que implica un compromiso activo con la lucha social y política, en lugar de una aceptación pasiva de las doctrinas establecidas.

Lo que es inmutable en la concepción de las ideas de Marx,  es que las clases sociales pervierten el orden igualitario en la sociedad moderna, pero para que no haya una clase social como obstáculo, debe haber una conciencia de clase,  que haga posible  determinar  su ser; y no seguir pensando que el ser social es lo que determina su conciencia, porque si de verdad “El comunismo no priva a nadie del poder de apropiarse productos sociales; lo único que no admite es el poder de usurpar por medio de esta apropiación el trabajo ajeno”.

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