Marca devaluada
“Soy un mentiroso muy sincero”. Federico Fellini
El circo de tres pistas en que se ha convertido la política nacional no deja de producir espectáculos que, a fuer de ser sinceros, todos los días nos permiten recuperar la capacidad de asombro, esa característica fundamental de la niñez.
Si no fuera por lo trágico, el nombre elegido por la emperatriz del Calafate para cambiar la denominación de su frente electoral movería a risa: sólo una caradura tan grande como ella, condenada por haber ejecutado el proceso de corrupción más prolongado y voluminoso de la historia argentina, podría ahora llamar a su banda de delincuentes “Unión por la Patria” (UxP). Si algo faltaba para comprobar cuán devaluado está el poder de Cristina Fernández fue, precisamente, esta inútil pretensión de diferenciarse del fracasado Gobierno, entronizado por ella misma con un sabatino tuit con la marca “Frente para Todos”, a pocos días de inscribir las alianzas.
Esa pérdida de valor no es nueva, ya que fue expuesta por todos los gobernadores al separar sus elecciones provinciales de la nacional, ante la certeza de que una monumental debacle es el único destino posible para un oficialismo que ha cometido tantos desaguisados en materias tales como pobreza e indigencia, inflación, endeudamiento, recesión, cepos para todos (excepto, como siempre, para los “expertos en mercados regulados”, que crecen como hongos ante cada prohibición), inseguridad ciudadana, narcotráfico, educación, salud, etc.. Por si fuera poco, un cuatro de copas como Alberto Fernández la desafió abiertamente al presentar un candidato –Daniel Scioli, insistente titular del sector Fe y Esperanza del peronismo- para frenar un dedazo de su PresidenteVice en las PASO.
Si la presencia de Pichichi en las primarias continúa vigente el próximo sábado a medianoche, cuando se deberán inscribir las candidaturas, deberíamos alquiler balcones para contemplar qué hace, finalmente, Sergio Massa y qué consecuencias se derivan de su accionar. Hasta entonces, el Aceitoso seguirá pretendiendo ser el candidato de unidad de la asociación ilícita y, públicamente, ha amenazado con renunciar a su cargo de Ministro de Economía si esa condición no le fuera concedida; conociendo al personaje, su vocación por llegar al sillón de Rivadavia y su falta de principios, dudo que lo haga, sobre todo si lo compensan con algún cargo muy relevante para su mujer y socia, Malena Galmarini.
A contramano de la corriente con la que sueña para que lo deposite en la Casa Rosada, producto de la desesperación de Cristina Fernández ante la probabilidad que su facción no ingrese al ballotage, Massa sufre por la falta de resultados de su gestión. Más allá de los reiterados y rimbombantes anuncios triunfalistas, no los ha obtenido del FMI, que demora en las respuestas que necesita con urgencia, ni en Brasil y China, donde no ha obtenido logros significativos. Pero, muy especialmente, sabe de la desconfianza y la urticaria que provoca su figura en la jefa de la asociación ilícita, que lo considera, justificadamente, capaz de cualquier traición.
Aún se barajan en la nueva UxP otros nombres de ilustres desconocidos o reputados ladrones, como los de Eduardo Wado de Pedro, Axel Kiciloff, Juan Grabois, Agustín Rossi, el trabajador Máximo Kirchner y hasta el trío mafioso formado por Guillermo Moreno, Luis D’Elia yAlberto Samid, pero ninguno de ellos ofrece garantías de éxito a la banda.
Juntos por el Cambio (JxC) ha conseguido conservar todos los pies dentro del plato de la unidad y la sangre no llegará al río, lo cual es un gran logro. Hoy las fundaciones que representan a los cuatro partidos que integran esa alianza (Pro, Unión Cívica Radical, Coalición Cívica y Peronismo Republicano), a los que se han sumado las formaciones que responden a José Luis Espert y Margarita Stolbizer, han podido, no sin grandes esfuerzos, ponerse de acuerdo en el programa de gobierno que aplicará la coalición si llega al poder; sólo les resta, y no es poco, discutir el ritmo que imprimirán para llevar adelante las esenciales reformas que el país requiere.
La tercera pista del circo la ocupa, por mérito propio, Javier Milei, que viene de soportar penosas derrotas en las elecciones provinciales sustanciadas hasta ahora y una grave y muy crítica diáspora de quienes se agrupaban localmente bajo sus banderas. Insisto en que, si este líder de un movimiento amorfo y básicamente unipersonal entrara al ballotage, muy probablemente se convertirá en el próximo Presidente, ya que votarán por él quienes resulten terceros, que lo elegirán como el mal menor.
Pero, sin duda, tendrá enormes problemas de gobernabilidad; no tanto porque carece de los cuadros necesarios para ocupar los cargos más relevantes de la administración pública, ya que siempre habrá voluntarios para correr en ayuda del vencedor, sino principalmente porque, al no haber obtenido suficientes votos en los comicios provinciales, no contará con un bloque de diputados –y qué decir de senadores- capaz de sostener sus proyectos de ley en el Congreso y gravitar en ese plano. Entonces, necesitará de una enorme cintura política, que no parece ser una virtud que lo acompañe, para obtener los respaldos extra-partidarios necesarios para aprobar las reformas que propone.
Vengo de pasar unos días en la República Dominicana, donde vive un hijo mío hace diecisiete años y donde tengo un nieto. El país, que visito con gran frecuencia, es muy pequeño en comparación con la Argentina y con pocos recursos naturales, aunque crece a pasos agigantados. Se destaca, sin embargo, en algunos planos fundamentales: hay estabilidad económica y no hay inflación; y si bien hay pobreza, se trata de una pobreza digna, y no hay miseria, puesto que la comida está al alcance de la mano, como sucede en casi todos los países cálidos. Sobre todo, no se vive en medio de un clima de violencia social e individual como sucede aquí; nunca he visto, por ejemplo, que se produzcan enfrentamientos en la calle por meros incidentes de tránsito, pese a lo enloquecido del tráfico. Así, Ezeiza puede ser visto así como la puerta de retorno al infierno, más que la única salida.
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