Maracaibo duele
Ángel Rafael Lombardi Boscán
Más allá del fracaso gubernamental y de la destrucción provocada por el régimen, la ciudad, además de la destrucción material, la percibo espiritualmente herida. Sus ciudadanos, sus habitantes reducidos a las inercias de la cotidianidad. Calles vacías a toda hora y de noche es lúgubre transitar por ella, oscura y solitaria. El maracaibero se limita a «recogerse» en casas sin agua y en racionamiento eléctrico permanente. Su tema de conversación es la queja de todos.
El transporte público casi inexistente. La ciudad convertida en una permanente «cola». Las únicas calles congestionadas son las interminables colas de las gasolineras. El Centro en soledad absoluta. Haticos destrozada y sus Universidades y Centros Culturales en mengua y silencio. Casas-en-venta y casas-vacías recuerda dolorosamente el abandono sin futuro de las “Casas Muertas” de Miguel Otero Silva.
Dos o tres hoteles 5 estrellas, unas decenas de cafés y restaurantes y algunos clubes, recuerdan una ciudad asediada y en guerra, sólo funcionan lugares con «plantas-eléctricas» y para quienes tengan dólares. Los Centros Comerciales siguen allí, cerrados o funcionando a medias.
Muchos habitantes han emigrado y otros muchos con más recursos, “sacan “a sus hijos y familias y ellos mismos pasan temporadas largas en el exterior. Puerto y Aeropuerto de aldea. Centros de salud y educativos, la mayoría en abandono.
La basura, terrenos-basureros, cañadas putrefactas, calles y avenidas destrozadas, inmuebles en abandono, todo se ha puesto feo, se salva el lago, pero la «Vereda del Lago «no, el abandono y el descuido es generalizado.
Tengo la impresión que nadie responde por la ciudad, sus autoridades evidentemente, pero también sus elites, ausentes o reducidas a la «resiliencia» de la empresa o institución, empequeñecidas y sobreviviendo.
El liderazgo político fragmentado y el gremial y sindical, congelados en el tiempo. Los «medios “cerrados o amenazados. En fin, tiempos difíciles y oscuros, la ciudad duele y con todo sigo con la esperanza de que este régimen de pesadilla termine y la ciudad vuelva a su viejo dinamismo caribe y a su vocación de progreso y modernidad. POST NUBILA PHOEBUS