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Malala: El reconocimiento al valor humano

Para muchos el Premio Nobel de la Paz es un premio más, que se otorga a grandes personalidades, carente del significado por el cual fue concebido, que era estar dedicado a la grandeza humana.

En efecto, este nobel ha sido entregado a políticos que han suscitado sentimientos ambivalentes referentes a sus cualidades en lograr la fraternidad de las naciones, como Jimmy Carter o Barack Obama, sobre las cualidades en la promoción y respeto a los derechos humanos, como la Unión Europea, aquejada de reclamaciones sociales. Sin embargo, numerosas han sido las veces que este Premio Nobel nos recuerda que siempre habrá un ejemplo de que el hombre puede trabajar en aras de una realidad mejor, sino véase a Ellen Johnson-Sirleaf, Lech Walesa o la Madre Teresa.

Es por ello que al conocer las acciones de estas personas, el apoyo, el respeto y el reconocimiento deben ser ingentes, pues todos tienen algo en común: su gran valor humano, ese que nos motiva a pensar que hay espacio para más que un mínimo de bien para contrarrestar a un mal absoluto.

Este año el Nobel de la Paz les ha sido otorgado a dos personas. Entre ellas a una joven de 17 años llamada Malala Yousafzai, y en ella haremos énfasis. La joven ha vivido en carne propia el odio, la intolerancia y la venganza al ser víctima de un atentado terrorista en 2012 por los talibanes en Pakistán, debido a su campaña por el derecho de las niñas de asistir a clases y recibir educación. De igual manera, anteriormente había transmitido las anécdotas de vivir en una aldea asediada por estos talibanes y haciendo caso omiso de sus amenazas, siguió con su campaña.

El ser la candidata más joven en ganar este premio no es lo sorprendente. Sino su claridad y determinación en lo difícil de su lucha y de aún seguir en ella. Su contribución a la paz comienza con el hecho de no callarse ante las injusticias, el extremismo y el terrorismo, no sucumbir al abatimiento, no perder el foco de su causa y pensar en las próximas generaciones.

Su causa debe ser una bandera que debe izarse con orgullo. Los niños en el mundo y en zonas o no de conflictos están sufriendo. En Siria 2.8 millones de personas han huido por la violencia, y entre ellos miles de niños pierden sus familiares y se condenan a la miseria, como bien explicaba una niña refugiada en Jordania a la Acnur: «no estamos siendo educados, y sin educación no queda nada. Estamos yendo hacia la destrucción». El fenómeno también lo vemos en países cercanos como México o Colombia, donde la delincuencia organizada y el narcotráfico atentan contra el desarrollo una población tan vulnerable como la infantil, para ser usados como facilitadores de sus causas viles.

Por ejemplo, de 3.000 niños reclutados por las Farc, de acuerdo a información oficial, un 30% son niñas a las que someten a abusos sexuales, abortos forzados y agresiones físicas y psicológicas.  En el caso mexicano, los carteles usan a niños y jóvenes como mulas o distribuidores.

En cifras globales, son más de 160 millones que sufren de trabajo infantil, Unicef ha señalado que en temas de violencia, alrededor de 120 millones de niñas han experimentado abusos sexuales y de 95.000 niños y adolescentes que murieron en 2012 por homicidios, de ellos 25.000 están en América Latina y el Caribe. Es bochornoso para los jefes de Estado que una joven hable y quiera actuar por el tema más que ellos.

Lo que le queda por vivir a Malala es arduo, más si desea ser presidente de Pakistán como ha dicho. Ya veremos hasta qué punto la política y el poder puede ser usado por esta joven para brindar una plataforma a su lucha por la educación, y en especial el de las niñas, pues en al menos intentarlo se incentiva un mundo con mejores ciudadanos, menos extremismo y esperemos, mejores gobernantes. Este es el camino para la paz.

Lo dijo acertadamente en su discurso al recibir el premio Sájarov en 2013: “Vamos a cambiar la ideología de ser poderoso. Un país poderoso no ha de ser juzgado por el número de sus soldados y su armada; por el contrario, debemos mirar qué país tiene la mayor tasa de alfabetización, qué país tiene la población mejor educada, qué país ha proporcionado los derechos básicos a sus ciudadanos, qué país ha facilitado condiciones iguales entre hombres y mujeres. El país con gente talentosa, ingeniosa y educada es la superpotencia real”.

La educación es algo que el extremismo y la delincuencia temen y esto el comité del Premio Nobel lo ha reconocido con Malala. Ayudemos a su labor.

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Un comentario

  1. También nosotros, los de este lado, el de los lectores y también de los escribidores de textos, estamos obligados a practicar las premisas bioéticas fundamentales: justicia, autonomía, beneficencia y no-maleficencia. La justicia está ausente de este texto, pues no se hace ninguna mención al co-galardonado de 2014. ¿O lo ha olvidado expresamente el autor? ¿Hay mucha pasión hacia Malala Yousafzai y ninguna otra para el co-galardonado?
    Al ing. Kailash Satyarthi (60), quien abandonó su profesión y su cátedra universitaria para practicar lo que sería su pasión por los niños abusados, sin acceso a la educación y casi esclavizados, se le deja de lado. En la consecución de ese objetivo, Satyarthi tiene inmensos logros concretos en Surasia. Si la señal conciliadora la dio el Comité del Nobel para la Paz, también el resto de los habitantes informados de este planeta estamos obligados a practicarla (responsabilidad, el gran substrato de la bioética).
    Por tales razones, lamentablemente para usted, su texto es sesgado y por lo tanto defectuoso y vulnerable en su conjunto.
    Es obvio, que con 17 años para un galardonado, un premio como el Nobel tiene que llamar mucho la atención Y generar mucha polémica, entre ellas las propias razones del Comité del premio, fuertemente cuestionado por la comunidad mundial en otras ocasiones. Se espera mucho de Malala Yousafzai. Formarse e instruirse mucho. Obtener logros concretos. Consideramos el premio otorgado a ella, como co-galardonada, como una «acertada inversión para el futuro», con todas las interrogantes que eso conlleva.
    Lo invito a leer mi texto en esta misma publicación electrónica, aparecido ayer 18-10-2014.
    NOBEL DE LA PAZ A INDIA Y PAKISTÁN.
    http://analitica.com/opinion/nobel-de-la-paz-a-india-y-pakistan/

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