Maduro en Harlem
Ninguno de los jefes de Estado y de Gobierno asistentes a la Asamblea Anual de Naciones Unidas tuvo la ocurrencia de hacerse organizar una aclamación fuera del recinto de la ONU en Nueva York.
Xi Jinping, presidente de China, superpotencia de 1.370 millones de habitantes, pronunciado su sobrio discurso regresó silenciosamente a Pekín. Lo mismo hizo el presidente de Rusia, esa especie de Zar siglo XXI, Vladímir Putin. Al concluir su reglamentario discurso tomó su avión y regresó sin ruido a Moscú. Hasta Raúl Castro actuó con sobriedad.
La excepción a esta regla de oro en la diplomacia multilateral fue Nicolás Maduro. Creyendo que todavía estamos en tiempos de la Guerra Fría, se hizo organizar una aclamación en Harlem, el emblemático barrio negro (afro-descendiente) de Nueva York.
Todavía no se conoce cuánto suma la recompensa a los organizadores, pero ha debido ser significativa. Entre ellos estaba nada menos que el actor negro (afro-descendiente) Danny Glover, quien con halagos al himaláyico ego de Chávez logró que éste le entregara 18 millones de dólares para filmar una película sobre Toussaint-Louverture, el gran héroe de Haití. Tal película no se filmó y no se filmará; y sin embargo el avispado Glover no devolvió la elevada suma recibida.
Eso de recompensar generosamente elogios y apoyos era una de las especialidades del difunto Chávez. Como en su visita a Londres en 2006 el Alcalde (Mayor) de la ciudad, Ken Livingstone, le hizo un vistoso recibimiento, Chávez, en agradecimiento, decidió el suministro gratuito de todo el combustible consumido por los famosos autobuses rojos de dos pisos en Londres.
El Alcalde que le siguió, Boris Johnson, en uno de sus primeros actos de gobierno renunció a la ayuda venezolana con un argumento contundente: “Los pobres de Caracas necesitan mucho más esa ayuda que los pobres de Londres”.
Es conveniente que se conozcan las extravagancias de esta “revolución” que han sumergido a Venezuela en la ruina. Debe ser uno de los temas que se agiten en la campaña electoral. Hay que poner en evidencia que quienes han ejercido el poder estos últimos 16 años lo han hecho tan mal que han perdido el derecho a continuar gobernando.
La última palabra la dirán los electores el 6 de Diciembre. Todos deben ir a votar. Que nadie se abstenga.
como cuando FC visito los EEUU y se hospedo en el Hotel Theresa en Harlem, muy bien re-creado en la pelicula Topaz
» en 2006 el Alcalde (Mayor) de la ciudad, Ken Livingstone, le hizo un vistoso recibimiento»: Hay un elemento más en esa triangulación, pues aquel alcalde londinense compartía la categoría botánica del alcalde de Caracas, ambos son dicotiledóneos, y el Charlatán Eterno bendijo esa unión edilicia.
Cuando las circunstancias «sobrevenidas» forzaron la reducción de la celestina e injustificada ayudita petrolera a Harlem, quien pegó el grito al cielo rogando que no modificaran esa PAPAYA fue el hijo de Edward Kennedy, quien era el demagogo de turno que se beneficiaba de ese reparto de indulgencias con escapulario ajeno. Como en NorCorea, los dizque «afroamericanos» le agradecían al vago Kennedy, no a la CITGO. Y que renueven esa regaladera es lo que persiguen los adulantes que organizaron ese vergonzoso acto en Harlem para sobarle el maltratado EGO al indocumentado.
Que Maduro haya repetido el comportamiento demagogo de Fidel, décadas atrás, refuerza su condición de TÍTERE del castrismo, un torpe incapaz de reconocer la piedra con la que han tropezado todos los comunistas desde Lenin para acá.