Los yonofuí
Este gobierno de excusas, plañidero y negador de sus culpas como un “L´enfans terrible”, nos presenta los mismos fenómenos recurrentes de crisis, que aparecen en todas partes donde gobiernan quienes dicen ser marxistas. Pareciera que estos, para reducir a su dominio a los pueblos, los hunden intencionalmente en la pobreza, la corrupción, la dependencia y la falta de sentido de pertenencia. Y todo, porque saben que estas miserias, son unas de las más terribles tragedias sociales que azotan a las poblaciones y les sirve como panacea para adueñarse del poder. Andado el tiempo, cuando han sumido a la nación en la más vil de las pobrezas y la demagogia de la propaganda política no alcanza a detener al inminente estallido social, inventan enemigos y echan la culpa de sus desaciertos a sus oponentes.
Esto lo decimos, porque la “revolución” chavista-madurista, con 16 años en el poder, todavía se atreve a evadir sus responsabilidades y a echar la culpa a la oposición de la crisis actual del país. Entonces, ¿quién ha gobernado durante los últimos tres lustros? ¿Será que el mismo chavismo-madurismo quiere decirnos que es un gobierno de títeres? ¿Será que estos tipos de gobiernos son tan débiles e incapaces que no logran jamás, estando en el poder, consolidarse? ¡Cosa grave! Este gobierno está diciendo que la oposición, derrotada electoralmente en 1998, aún mueve los hilos del poder y es la causante de fracaso político-económico de la revolución. Esto parece reafirmar que son marionetas, que solo aparentan poder, porque otros son los que realmente hacen su gestión y los conducen al fracaso. Entonces, ¿qué hacen los hermanos Fidel y Raúl Castro entre bastidores? (Amigo lector, por cuestión de pudor, detengamos la risa)
La cuarta República se queda en pañales frente a la descomunal descomposición política, económica y social, que desvergonzadamente, exhibe el gobierno quinta republicano de Maduro. Al extinto presidente Chávez le llegaron muchos, pero muchos petrodólares. ¿Qué hizo? ¿Acaso no sembró ostentación y despilfarro, provocó improductividad y dependencia que generó a la actual crisis? Maduro, su heredero, sin muchas divisas que dilapidar y chato de imaginación, lo imita para su propia destrucción y la del país. Y pensar que durante estos tortuosos 16 años, según el articulista Eduardo Santei, le entró a Venezuela, por renta petrolera, la bicoca de: “un billón doscientos ochenta mil doscientos ocho millones de dólares.” ¿Qué hicieron con tantos dólares? ¿Acaso la pantagruélica corrupción roja, rojita, no está activa en manos de ex funcionarios y funcionarios de la revolución que mantienen cuentas personales multimillonarias en dólares, hoy registradas, entre otros bancos, en el Banco Suizo y el Banco de Andorra? ¿Por qué el gobierno de Nicolás Maduro no los repatria? Así es como los yonofuí postran al país en la pobreza y en la crisis actual.
Por ello, decimos que lo más temible y peligroso para los pueblos son los gobernantes inseguros e inmorales. Su temor a perder el poder, impide la libertad de prensa, la denuncia, el análisis político imparcial. Además, azotan a los países con populismo y políticas parciales. De esta manera, busca que la gente pierda el raciocinio político, caiga en el fanatismo desmedido y adquiera el lenguaje gangrenado de la inmoralidad, de la hostilidad y de la guerra. Simón Bolívar muy bien lo dijo el 15 de febrero de 1819, durante su discurso ante el Congreso de Angostura: “la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil”. Por todo esto, necesitamos un parlamento que recupere el equilibrio de los Poderes Públicos, que de verdad legisle por el pueblo y para el pueblo. Si trabajamos organizados y unidos seremos invencibles el 6D.
Si se llegase a obtener la ´´mayoría simple´´ en las parlamentarias, sería un gran avance en ese complejo y difícil camino que nos pudiese llevar a ese reconquistar nuestros derechos políticos – hoy conculcados por la dictadura, disfrazada de ´´democracia popular -, y hasta pudiésemos pensar que en algún momento el país se deslastraría de tantos errores acumulados tanto en la IV como en la V. Y es que afirmaciones como ´´hay que defender el triunfo hasta dando la vida ´´; ´´ si perdemos, saldremos a la calle´´; ´´no reconocerán el triunfo…´´, parecen expresiones más de un perdedor que las de un ganador. Pero lo cierto es que los grupos sociales con liderazgo único cuando pierden la cabeza de su líder fundamental tienden a fraccionarse y desaparecer creando nuevas unidades o subgrupos diferentes al original, tal como ocurre en la naturaleza con las ´´manadas´´. Muerto el ex Caudillo surgió el señor Maduro, pero ni remotamente posee las ´´virtudes´´ del líder fundador. En cuestión de meses ha demostrado que ni como sucesor, llena los requisitos mínimos. Ya lo que queda es lo que estamos viendo : una ´´rebatiña´´ por las sobras de lo que les resta de poder e influencia.
De nuestros futuros diputados no se si tienen esa consciencia histórica requerida para esos cargos ; o, si por el contrario, también les es aplicable la cita del Libertador y que el autor ha subrayado acertadamente. Pero, como dice el dicho : ´´a falta de pan, buenas son tortas´´. Lo cierto es que nuestro pueblo ya raya en la mera supervivencia y en el mal vivir agarra lo que sea, aunque sea fallo. Hay radica precisamente el peligro, y quien mejor manipule y mueva las fibras de ese sentir, pues, sencillamente será el ganador. El problema para los que detentan el poder actualmente es que han perdido la confianza y la credibilidad y también que han sido tan ineficientemente corruptos, que por mucho que lo intenten, es poco lo que pueden hacer para convencernos de lo contrario. Y de los nuestros, tendrán que hacer su mejor empeño para demostrar que sí han entendido nuestros problemas y que realmente son capaces de solucionarlos. Caso contrario, también terminarán desapareciendo y la disolución de la república continuará su curso, hasta que el imperativo de la dictadura absoluta o la guerra le pongan un freno a este proceso de desintegración.
Los que no tenemos ni arte ni parte en esa realidad de la política vernácula pero que como ciudadanos sí sufrimos los embates de los errores y omisiones de otros, podemos afirmar a viva voz que : ¡ YO NO FUI !.