Los súper mitos y falacias sobre Cuba
En diciembre del 2011 publiqué un artículo en el que narraba mis experiencias como integrante del Conjunto infantil Liliput, que además de mi participación en el programa dominical Bambilandia, en la antigua TELEVISA (luego Venevisión), me dio oportunidad de trabajar como actor en Radio, TV y Teatro, lo cual me hizo formar parte a muy temprana edad de la población activa, ganando buen ingreso. Radio Continente fue la emisora en la cual más trabajé, valiosa experiencia de la que tengo buenos recuerdos. En 1960 se incorporó al Staff de actores por pocos meses, un cubano joven, alto y buenmozo, quien pese a su obvia juventud, mantenía una actitud retraída y triste, seguramente derivada de su condición de exiliado que escapó de la creciente sofocación de las libertades en su Cuba natal. Desapareció, sin que sus compañeros conociéramos sus razones y destino.
La imagen de Cuba que la absoluta mayoría de los habitantes del geoide terrestre tenía, hasta 1956, era la de una isla tropical en el Mar Caribe, con playas y palmeras, hoteles, casinos, night clubs y rumberas. Ron, apuestas, calor y juergas eran lo substancial de aquella imagen, un espacio para la evasión, un edén para la praxis hedonista, con el requisito del suficiente poder adquisitivo, era un cálido paraíso sólo para clase media alta y millonarios, el Cannes centroamericano, pero con sabrosas mulatas y mucha conga.
Un episodio rompe aquella duradera imagen, introduciendo un elemento perturbador, el asalto al Cuartel Moncada, algo totalmente discordante con la aparente placidez que imperaba en la isla con forma de caimán: El asalto ocupa espacios en los diarios, Radio y TV (todavía en blanco y negro), catapultando a la fama al cabecilla de aquella aventura tan asimétrica, pocos a la intemperie contra muchos acuartelados. El sangriento asunto rompe la monotonía en este hemisferio (en Hungría 23/10 al 10/11 1956, los tanques de la URSS le comunicaban un cariñoso, solidario y maternal regaño a los maguiares, que agradecieron la innegable pedagogía que los hizo volver al redil), y le añadió el picante que los europeos siempre esperaban en todo guiso preparado en el tercer mundo, aunque esa gastronomía estuviese vedada en territorio primermundista, que conciben los golpes militares y su secuela dictatorial como parte de la naturaleza de los indígenas que habitan el tercer mundo. Ese asalto generó dividendos políticos exclusivamente en favor de Fidel Castro, dejando en el anonimato a todos los demás que participaron, incluyendo a quienes perdieron la vida en ese albur que no tenía ninguna probabilidad de éxito, salvo por la gratuita e inmerecida fama para el gángster que ya era Fidel. Lo que no señala la historia oficial es que Fidel, quien nunca se ubicó a la distancia suficiente para salir herido en algún combate (lo aseguró el Comandante Huber Matos), ya tenía su pronta salida garantizada, por los nexos de su suegro con Fulgencio Batista, el sargento que ejercía el poder en Cuba.
Lo liberan y va a México, donde organiza un grupo armado (al que se une el “cerdo”, luego conocido por un apodo más famoso, el “Ché”, un sociópata adicto a la violencia, con una visión tan radical que luego se ubicó en el extremo maoísta del comunismo mundial, lo que firmó su sentencia de muerte, el bando soviético que mantenía a Cuba, se distanciaba de la vía guerrillera), que viaja en el yate Granma y desembarca, para hacer campamento en Sierra Maestra. Poco más de dos años de pisicorre, engañando al mundo entero con exageradas cifras de sus tropas guerrilleras (desfilaban los mismos varias veces, en un recodo de la tupida montaña, ante la cámara del incauto entrevistador), y hostigando a un ejército regular desmotivado para el combate. El 1º de enero de 1959 Batista emula el pragmático escape de su colega dictador militar Pérez Jiménez, que huyó de Venezuela el 23 de enero del 58, los “barbudos” de Fidel de inmediato llenan ese vacío. La primera diligencia oficial de Castro fue visitar Caracas, iniciando su larga carrera como terco pedigüeño, convirtiendo gradualmente a Cuba en un inmenso parásito, que siempre ha dependido de ayuda externa para sobrevivir. Betancourt, presidente electo -sin tomar posesión todavía-, no accedió a la petición de ayuda, solicitada en términos sofocantes para la capacidad financiera de Venezuela en ese preciso momento. Betancourt intuyó la perversión de Fidel tras la fachada de carismático guerrillero de crucifijo al cuello y promesas de prontas elecciones.
En octubre de 1960 EEUU, en respuesta a las arbitrarias expropiaciones de tierras y empresas propiedad de estadounidenses, que no recibieron pago de compensación, decreta un embargo que limita severamente la financiación y el comercio con empresas o ciudadanos de EEUU, una medida muy específica y justificada que, sin embargo, fue substituida por la eficaz maquinaria de propaganda ñángara por el término BLOQUEO, que implica un impedimento total, contrario a la realidad, pues Cuba ha podido comerciar y recibir financiamiento del resto del planeta, pero el término bloqueo se presta para evadir las culpas por el gradual estancamiento y deterioro de las condiciones en general, y de la economía en particular (derivadas de prohibir la propiedad privada y la libre competencia, mientras han sido incapaces de alcanzar la zafra de 10 millones de toneladas de azúcar que se propuso la revolución, habiendo retrocedido a las cifras de los años 40. El 3 de enero de 1961 EEUU rompió relaciones con Cuba, situación que se mantuvo hasta el 17 de diciembre del 2014, cuando -luego de años de secretas negociaciones– Barack Hussein Obama y Raúl Pamela Castro anuncian un Acuerdo de reanudación de las relaciones, que favorece exclusivamente al castrismo (aumenta las remesas, autoriza el turismo y las inversiones de estadounidenses en Cuba, sin obtener a cambio nada en términos de democratización de la isla cárcel). Obama, sin obra trascendente que mostrar, buscaba emular a Nixon y su acercamiento a la violenta China de Mao Tse Dong, pero apenas le salió una caricatura que favoreció al candidato Trump, en su estrategia por representar al estadounidense promedio, opuesto al celestinaje del partido demócrata y sus demasiado permisivas políticas respecto de la Cuba castrista, los migrantes, las presuntas minorías y la desleal competencia China.
Como en todo país que termina en las garras de un régimen totalitario, las personas mejor preparadas académica y políticamente, a medida que las arbitrariedades de Fidel evidenciaban que no convocaría elecciones ni se mantendría en el cauce democrático, optaron por emigrar, y su núcleo más numeroso se radicó en Miami (a 150 kmts al norte de Cuba), y estando en plena “Guerra fría” (iniciada al finalizar la segunda guerra mundial, con Europa dividida en dos porciones, una bajo la influencia de la potencia estadounidense, en representación de la Democracia como sistema sociopolítico y el Capitalismo como sistema económico, la otra dominada por la URSS, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, de esquema colectivista, liberticida, sin propiedad privada, con pensamiento y partido únicos). Eisenhower ex comandante en jefe de las fuerzas aliadas que derrotaron definitivamente entre abril y agosto de 1945, al eje nazi-fascista de Alemania e Italia (y a Japón, parte del eje, que funcionaba en Asia), ejercía la presidencia de EEUU y apoyó financiera y logísticamente la organización de un grupo armado de cubanos exiliados, que se prepararon militarmente de manera muy insuficiente. John F. Kénnedy fue electo presidente y heredó ese compromiso, que se materializó en una expedición que intentó tomar una porción territorial en Cuba, sin tener, la mayoría de sus integrantes, la experiencia y el dominio de los elementos bélicos que les permitieran ganar terreno. De dos bombardeos planeados, uno logró la mitad de sus objetivos en tres aeropuertos el 15 de abril de 1961, el otro se suspendió. El 16 Fidel declara a Cuba marxista y socialista (luego de 27 meses de negarlo) y el 17 desembarcaron en Playa Girón, Bahía de cochinos, centro sur de Cuba, los cubanos de la Brigada 2506. Fueron rodeados y vencidos por el ejército castrista -curtido, y con más tropa y armamento-, con el correspondiente melodrama que adulteró la verdad de aquel desigual combate, sugiriendo que los invasores eran soldados gringos, siendo cubanos comunes y corrientes, con deficiente formación militar, que en un arranque de ingenuidad y patriotismo intentaron establecer un enclave territorial, para gradualmente recuperar su nación. A aquel joven cubano apuesto e idealista lo vi en un noticiero por TV, manos cruzadas detrás de la nuca, uno de los 1200 prisioneros que a fines de 1962 canjearía Cuba a EEUU por 53 millones de dólares en medicinas, alimentos y tractores (que Fidel no consideró limosnas).
El imperio soviético por supuesto que no gastaba una millonada de dólares por pura filantropía en favor del insaciable y permanente parásito castrista al que colonizaba. La ubicación de Cuba, a 90 millas del sureste de su rival mundial, EEUU, la convertía en punto estratégico ideal para instalar una secreta base de misiles de mediano y largo alcance, con los cuales amenazar a la primera potencia del planeta. Fotografías desde un avión U2 a gran altitud mostraron esa base, generando en octubre del 62 la gravísima Crisis (entonces sí hubo un bloqueo) que estuvo a punto de provocar una confrontación Nuclear, afortunadamente evitada por negociaciones entre Kénnedy y Jrushov, que obligaron a la URSS a retirar sus misiles de Cuba, mientras EEUU se comprometió a no volver a intervenir para subvertir el poder en la colonia soviética, lo cual explica que esa aberración haya perdurado por 60 años.
La ultra izquierda violenta, aferrada a los esquemas impregnados de marxismo y leninismo-estalinismo, ha fracasado todas las veces en sus inviables intentos de substituir a la Democracia y el Capitalismo, con esa distopía socialista/comunista de “economía planificada, medios de producción en manos del estado, reparto igualitario de la riqueza, con pensamiento y partido únicos”, pero ha sido eficaz su maquinaria propagandística, adulterando esas realidades (con el colosal epílogo del derrumbe con efecto dominó, iniciado con el Muro en Berlín, la caída de los regímenes títeres de Moscú, hasta la sorprendente implosión de la propia URSS), y maquillando lo que realmente ocurre en Cuba, Nicaragua y Venezuela, a pesar de la globalización de la información y lo innegable de la condición dictatorial y desastrosa de esos tres regímenes, parques temáticos del “socialismo real” remanente, que hoy agoniza (con el sádico Ortega, el usurpador Maduro y la marioneta Díaz-Canel, manejada por Pamela).
Resumiendo; La “épica” revolucionaria cubana es pura ficción, sus mayores logros están en la JInetería, las remesas de los “gusanos” en USA, el alquiler de falsos profesionales y las balsas (nunca navegan de norte a sur). El suicida asalto al Cuartel Moncada buscaba sólo proyectar a Fidel (como su protagonismo “heroico” en Sierra Maestra, siempre lejos del alcance de las balas, igual a Chávez y su chimbo golpe del 4F, y su cobarde pasantía en el Museo, tembloroso y lloriqueante, del 11 al 13 de abril, 2002). Nunca ha habido un bloqueo económico, un simple y muy justificado embargo, que hasta los gringos violaron para enviar ayuda humanitaria a la indigente Cuba castrista. En Bahía de cochinos no vencieron a EEUU, derrotaron a una brigada de cubanos con mucho idealismo y poca preparación militar, una papaya. Si esa operación hubiera sido ejecutada con tropas estadounidenses, otro gallo cantaría. Cuba no se ha enfrentado a EEUU jamás, la potencia gringa sencillamente ha cumplido su compromiso del 62, y en Guantánamo sigue su base militar, que los “aguerridos cubanos antiimperialistas” no han recuperado teniéndola adentro de la isla y siendo -como constantemente cacarean- “invencibles e indoblegables”.
Cuba era uno de los países más modernos y con mayor potencial de prosperar en Latinoamérica cuando irrumpió la pesadilla de la insólita monarquía castro-comunista, que estancó a Cuba, y la mantiene como gigantesco parásito, en el cual unos pocos miles de cómplices –asambleístas tumultuarios, sapos cooperantes y funcionarios civiles y militares corruptos– disfrutan de privilegios y deciden por 10 millones de alienados, a quienes someten racionándoles la comida, el empleo, la vivienda, o reprimiéndolos de forma criminal y descarada. Con Obama y el celestino acuerdo, mejoraron en su condición de parásitos y aumentaron su dependencia del vecino fuerte y cercano. Con Trump tendrán que mostrar gradual democratización o el catire pudiera sentirse tentado a incumplir aquel antiguo compromiso de octubre del 62, y perros a evacuar. Los que, con enfoques de los años 60 del siglo20, pretenden revivir la guerra fría, deben repasar Geografía, y descubrir lo lejos que está Rusia de Cuba, y lo reducido de sus posibilidades financieras de re-adoptar a esa enorme y estéril sanguijuela.