Los populismos de hoy

Ahora se dice que la gente que favorece oligarquías o gobiernos de multimillonarios y sus allegados, más los adeptos a ellos por camaleonadas de conveniencias políticas, admiración, emulación, frustración o envidia, están llegando al poder por el voto dizque “popular” por lo general xenófobo, racista, misogínico, caso Estados Unidos, Hungría, Polonia, Eslovaquia y el Reino Unido (Brexit), a los que en 2017 quizás se añadan Francia, Alemania y Holanda, aunque se dice que estos últimos acaso sigan el camino de la reciente elección de Austria que rechazó el racismo fascista con la elección del líder del partido de los Verdes, Alexander Van der Bellen.
El tal voto “popular”, que es de derechas, puede ser mayoritario en países frustrados y con políticos dañinos al proceso histórico de “contrapeso y balanceo” que casi siempre ha caracterizado el ejercicio democrático por ejemplo de EE.UU, pero que ahora ha resultado en la elección de un hombre de empresa multimillonario que nunca ha sido político ni menos ha respetado la ley que dicta que el que buscase ser presidente de EE.UU. debería mostrar sus pagos de impuestos federales cada año. Algo que el presidente electo de EE.UU. no ha acatado. Sin embargo ha sido electo con el sistema de voto del Colegio Electoral implementado en el siglo diez y nueve, en tanto que la candidato demócrata, Hillary Clinton, alcanzó una votación popular de dos millones de votos más que el señor electo… lo que debería dar qué pensar a los políticos estadounidenses.
La verdad histórica de los movimientos “populistas” es que casi siempre favorecieron al pobre y al desvalido desde que apareció la palabra “populismo” en Rusia en el siglo XIX. En Iberoamérica el “populismo” históricamente se ha aplicado al trabajo de políticos importantes, sus actividades y logros en el siglo XX a favor de los desvalidos con políticas que mayormente favorecieron a éstos y a su autonombrado guardián: el Estado. Se trató de prolegómenos de la social democracia que con el tiempo trastabilló.
Quizás lo mejor del “populismo” iberoamericano se dé en las medidas adoptadas por el presidente José Batlle y Ordónez (1858-1929) del partido colorado de Uruguay: varias mejoras del derecho laboral que prohibieron el trabajo de uruguayos de menos de trece años; restringieron la jornada de trabajo de los menores de diez y nueve; la mujer tendría 40 días de descanso durante el embarazo; se estableció la jornada laboral de ocho horas; se indemnizaría por accidentes laborales; el despido sería indemnizado dependiendo de los años de trabajo; se adoptó la jubilación a los 65 años y a cualquier edad en caso de invalidez absoluta. Por otra parte se legisló que los servicios públicos esenciales deberían ser del Estado; se estatizaron el Banco de la República y el Banco Hipotecario. El Banco de Seguros pasó a ser Banco de Seguros del Estado. En 1912 se creó la Administración de Ferrocarriles del Estado. Se promulgó la Ley del Divorcio que incluía la disolución del matrimonio por la sola voluntad de la mujer. Se secularizaron los actos públicos y se separó la Iglesia del estado.
En las primeras décadas del siglo veinte se adoptaron medidas “populistas” afines a las uruguayas en los gobiernos del argentino Hipólito Yrigoyen (Argentina en 1914 tenía un ingreso per cápita promedio del 92 por ciento del que tenían los diez y seis países más ricos de entonces, solo el 43 por ciento hoy). Plutarco Elías Calles, líder de la Revolución Mexicana; Lázaro Cárdenas, nacionalizó el petróleo y creó PEMEX; Getulio Vargas en Brasil; Juan Domingo Perón en Argentina; General Manuel Odría en Perú; José María Velasco Ibarra en Ecuador, inter alia. Esta ebullición política refleja el verdadero significado de “populismo”… y por desgracia sus logros a medias.