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Los modernos prometeos del Arte

Carmen Reviriego, presidenta de la Fundación Callia y fundadora de los Premios Iberoamericanos de Mecenazgo.

Refiriéndose a la responsabilidad que tienen aquellos favorecidos por la vida de iluminar a los demás,  el pensador norteamericano James Baldwin escribió: “Tenemos que ser tan lúcidos como sea posible acerca de los seres humanos, porque cada uno de nosotros, continúa siendo la única esperanza del otro”. Transcribo esta cita a propósito de haber participado durante tres días en el excepcional mundo del mecenazgo en la ciudad de Madrid. Doña Carmen Reviriego, presidenta de la Fundación Callia, invitó a cincuenta importantes mecenas provenientes de América Latina, Estados Unidos y España, con la finalidad de compartir las valiosas experiencias sobre la labor social que realizan estas admirables personas, al colocar su riqueza, ingenio, tiempo y recursos al servicio del bien común.

(Izq-Der) Fernando Masaveu, Carolina Compostizo, Estrellita y Daniel Brodsky. V Premios Iberoamericanos de Mecenazgo 2019, Madrid, España

El programa giró alrededor de los V Premios Iberoamericanos de Mecenazgo,  promovidos por esta inteligente y gallarda mujer, una apasionada de la democratización del Arte. Al saludarla y preguntarle por la misión de su fundación y el motivo de este encuentro, expresó: “Todos nuestros proyectos están ligados de una manera u otra al mecenazgo porque tenemos la firme convicción de que la misión primordial del arte es la rehumanización de la sociedad. Hoy todos somos más conscientes que nunca de que es el momento de las ideas, de perseguir ideales, de que la sociedad actual necesita nuevos líderes, personas con convicciones éticas y morales y con la valentía de actuar de acuerdo con ellas. Un filántropo comprometido es portador de todos estos valores, esta es la razón que justifica nuestro respeto y admiración por aquellos se preocupan por sus semejantes”.

Esta inmersión en el mundo del mecenazgo fue programada al detalle, brindando a los invitados una visión de excelencia y una puesta en escena fuera de lo común. Siendo así, que el primer día disfrutamos de una exquisita cena en el interior del museo El Prado, precedida por un recorrido por la exposición que conmemora sus doscientos años: “Museo del Prado 1819-2019. Un lugar en la memoria”, en la que percibimos que la evolución de este museo ha estado ligado no solo a sus admirables colecciones que han servido de abrevadero de numerosos artistas, sino también a una política patrimonial coherente desde hace dos siglos, constituyéndose el museo en una suerte de eje histórico, político y social de España, cuyos tesoros artísticos han sido preservados y alimentados por el amor de reyes, nobles, políticos, artistas, mecenas, estudiantes y ciudadanos orgullosos de su patrimonio.

Los mecenas españoles Fernando Masaveu y Carolina Compostizo, ante una escultura de Jaume Plensa

En el recorrido, comprendimos la valoración que los españoles le dieron a sus obras, al goce de poder admirar Las Meninas de Velázquez, El Jardín de la delicias de El Bosco, a Zurbarán, a El Greco, La maja desnuda de Goya, en fin a todos los tesoros del Arte guardados en este templo del Arte. Pudimos apreciar los documentos originales de la Ley de Patrimonio aprobada por la IIa República, las conmovedoras imágenes de sus inicios en las que se registra la admiración en los rostros de campesinos en las visitas guiadas, la evacuación de las obras durante la Guerra Civil o las “Misiones pedagógicas” por todos los pueblos de la península mostrando copias de las obras del museo en una época sin internet.  Con sobrada razón Ramón Gómez de la Serna se refería al museo como “la verdadera catedral de Madrid”. Es tal su importancia en el imaginario colectivo del español, que en uno de los muros se lee un escrito de Ramón Gaya, quien en su nostalgia de exiliado durante el franquismo, nos brinda la verdadera dimensión espiritual que para los españoles significa El Prado: “Es más una patria que un museo”.

Comparto lo dicho por la escritora inglesa Jeanette Winterson cuando afirma: “En una sociedad sana, el arte y la belleza no deben ser opcionales, sino que deben estar presentes en lo cotidiano, ya que el verdadero arte nos transforma. El arte, todo el arte, como intuición, como éxtasis, como transformación, como alegría, es el momento privilegiado que existe para todos nosotros”. Así lo vivimos en el segundo día del programa, en la ceremonia de los V Premios Iberoamericanos de Mecenazgo, que tuvo como escenario el Teatro Real de Madrid, frente a la plaza de Oriente. Cincuenta mecenas y sus esposas venidos de América Latina, Estados Unidos y de España, colmaron el escenario bajo la batuta de Doña Carmen Reviriego, quien se expresó sobre la figura de los mecenas y su trascendental rol en el mantenimiento del patrimonio cultural. Los Premios Callia reconocen cada año la labor de dos grandes mecenas, uno español y otro latinoamericano, “que desde la generosidad y la humildad aceptan este reconocimiento, inspirando con su ejemplo a que otros hombres y mujeres se impliquen con su misma convicción en esta empresa, la de la conservación, promoción y difusión del patrimonio y talento artístico de Iberoamérica”, acentuó Doña Carmen Reviriego en su discurso. El jurado estuvo compuesto por Miguel Falomir, Director Museo Nacional del Prado; Miguel Fernández Felix, Director del Palacio de Bellas Artes de México; Guillermo Solana, Director Museo Nacional Thyssen-Bornemisza; Carmen Iglesias, Directora de la Real Academia de Historia; entre otras personalidades del mundo del arte.

Estrellita y Daniel Brodsky, Premio al Mecenas Latinoamericano 2019, con Carmen Reviriego

Los premios fueron otorgados a Fernando Masaveu y Carolina Compostizo, así como a Daniel y Estrellita Brodsky.  La familia Masaveu que cuenta con varias generaciones de filántropos, ha estado comprometida desde 2005 en la recuperación y restauración del patrimonio histórico de España y a través de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, sostienen diversas iniciativas para la conservación del patrimonio cultural.  Daniel Brodsky es el presidente del Metropolitan Museum of Art de Nueva York, quien junto con su esposa tienen más de cuarenta años de labores filantrópicas, en las que Estrellita Brodsky, a través de Another Space mantiene programas de difusión sobre arte latinoamericano.

Precediendo a la entrega del segundo premio y mediante una pantalla gigante instalada en el palco principal del Teatro Real, el maestro Carlos Cruz-Diez desde París envió un saludo y felicitaciones a los presentes, en especial a los homenajeados, pidiéndole a sus hijos Adriana, presidenta de la Cruz-Diez Art Foundation y a Carlos, director del Atelier Cruz-Diez París, que procedieran a la entrega del premio a los Brodsky en representación suya.

Encuentro con Carmen Reviriego y la Baronesa Thyssen-Bornemisza. Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid

El tercer día fue el corolario de este importante programa al asistir al Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, edificio emblemático de la calle Alcalá, al encuentro con Carmen Reviriego y la Baronesa Thyssen-Bornemisza, considerada una de las más importantes mecenas de Europa, al donar a España su formidable colección de arte contemporáneo al museo que lleva su nombre. Estas dos mujeres excepcionales sostuvieron una conversación franca y animada sobre la importancia del mecenazgo. Doña Carmen Reviriego se expresó con la espontaneidad que la caracteriza: “Creo en que no hay mejor herramienta que el arte para transmitir, generación tras generación, los valores de nuestra civilización, ya que a través del arte y de la belleza, conseguimos una sociedad más humana y más libre. La figura del mecenas es hoy en día más necesaria y relevante que nunca, por su labor en el mantenimiento del patrimonio cultural y por haberse convertido en los principales embajadores en el mundo de los nuevos talentos artísticos. Después de diez años de encuentros con estas personas notables, he descubierto algo sorprendente: todos los filántropos que han compartido sus experiencias conmigo, coinciden en una cosa común: la sensación de que son ellos mismos los afortunados por la enorme alegría que les produce el hecho de dar”.

En el mito griego, Zeus creó a los seres humanos sobre la Tierra sin ningún don especial, siendo el titán Prometeo quien les concedió el fuego, la sabiduría y las artes, dotándolos así de un genio creador. Así percibí a estos titanes sociales, ejemplos de un inusitado desprendimiento hacia los otros, entregados a la misión de humanizar la sociedad cual modernos prometeos.

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Notas

James Baldwin, The Price of the Ticket, 1962.

Jeanette Winterson, Art Objects: Essays on Ecstasy and Effrontery, 1995.

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