Los estudiantes no son rentistas
Los Centros de Estudiantes de las Escuelas de Economía y de Ciencias Políticas de la Universidad Central de Venezuela (UCV), tuvieron la gentileza de invitar a este articulista como ponente sobre el tema: Coronavirus, la industria petrolera mundial y el desarrollo económico de Venezuela. Los estudiantes de la casa que vence la sobra formularon numerosas preguntas sobre la crisis actual de precios del petróleo y su incidencia sobre la economía venezolana.
Como economista y profesor de los posgrados de hidrocarburos de la UCV, Universidad Simón Bolívar y el IESA, sostuvimos que el principal problema económico de Venezuela ha sido y sigue siendo (desde los años 70 del siglo XX), el padecimiento de lo que los tratadistas denominan la Maldición de los Recursos y la Enfermedad Holandesa.
La economía venezolana creció un 6,6% anual entre 1940 y 1980 (una de las tasas más altas mundo), la población aumentó un 3,5% y el ingreso por habitante un 3,1% por año. Sin embargo, entre 1980 y 2000, pese a la fenomenal bonanza de los años 70, el crecimiento económico promedio sólo ascendió a 1,05% anual(con marcadas fluctuaciones), la población subió un 2,4% y el ingreso por habitante descendió cada año en un 1,35%. Es este un caso típico de Maldición de los Recursos: la economía crece significativamente menos, paradójicamente, después de un boom de precios de una materia prima de exportación.
Señalamos a los estudiantes, que fue este último el período de afianzamiento de nuestra cultura rentística(1980-2000), la cual lesionó la habilidad y vocación empresarial y de emprendimiento del conjunto de la sociedad para la inversión y la producción nacional. Todos los sectores socioeconómicos se volcaron a disputarse la renta de hidrocarburos y no a producir (los llamados “caza rentas”).
De igual manera, desde la bonanza de precios petroleros de los años 70, Venezuela ha padecido la Enfermedad Holandesa. El tipo de cambio real del Bolívar se apreció (sobrevaluó) con respecto al dólar estadounidense y otras monedas sólidas, atrofiando el crecimiento y desarrollo de las actividades de bienes transables (agricultura, agroindustria, industria manufacturera, exportaciones no petroleras, etc.). Se produjo una bonanza de las actividades de bienes no transables, como la construcción, los servicios financieros, la especulación inmobiliaria, los servicios generales (restoranes y entretenimiento), el gasto público y las importaciones.
Puntualizamos a los educandos, que lo barato de las divisas extranjeras tornó más económico importar que producir y lo caro de la moneda local restó competitividad a las exportaciones no tradicionales. El país infectado por la Enfermedad Holandesaralentizó su industrialización y se hizo a su vez más dependiente del petróleo.Al sufrir la Maldición de los Recursos y la Enfermedad Holandesa, la inversión y la producción petrolera perdieron su capacidad para apalancar el crecimiento y el desarrollo armónico de la economía. Se hizo muy difícil forjar un sector exportador no petrolero sólido y los ciudadanos se acostumbraron a importar y no a producir.
En medio de la pandemia del COVID-19, Venezuela debe aprovechar la oportunidad para diseñar un nuevo modelo de desarrollo no rentístico y sustentable, impidiendo la sobrevaluación permanente del tipo de cambio, a fin de lograr la armonización entre el despliegue de las fuerzas productivas petroleras y no petroleras, despojándonos definitivamente de la improductiva condición de Petro-Estado, que nos inmoviliza desde hace cuarenta años; un Petro-Estado obeso e incapacitado para ejecutar las más elementales tareas de atención y salvaguarda del ciudadano.
El ejemplo de un país que evitó la Maldición de los Recursos y la Enfermedad Holandesa, lo encontramos en Noruega, que en los años 70 formuló una política de Estado, apoyada por todos los sectores de la sociedad, para evitar padecer ambas dolencias. En el modelo noruego, se estimuló un sector productivo interno y un sector exportador próspero no petrolero, mientras ambos sectores se armonizaron con el desarrollo de una industria competitiva del petróleo y el gas, mientras a la vez de que se logró forjar un sector de bienes y servicios localesde calidad mundial.
Advertimos a los estudiantes de la UCV, que la industria petrolera mundial viene transformándose desde la caída de los precios del petróleo en 2014-2015 (e inclusive desde antes). Antes (y ahora más después de la pandemia), se perfila un nuevo paradigma energético, más verde, eficiente y descarbonizado. Venezuela debe atraer inversiones de empresas e inversionistas solventes y de alta calidad de Estados Unidos, Latinoamérica, Europa, China, Rusia, India y Asia, dentro de una nueva estrategia de desarrollo petrolero y no petrolero, diversificado y con vocación exportadora.
La armonización de los sectores petrolero y no petrolero como palancas del desarrollo sustentable requiere de la aplicación de principios permanentes de seguridad jurídica y estabilidad contractual. Sin inversión extranjera directa, no puede haber un desarrollo económico diversificado de Venezuela, como tampoco lo puede haber sin la confianza de todos los inversores nacionales e internacionales.
Nuestro mensaje final a los jóvenes ucvistas, fue de confianza en el futuro de Venezuela. Y parafraseando la canción de Mercedes Sosa:me gustan los estudiantes / Porque son la levadura / del pan que saldrá del horno / con toda su sabrosura, para recuperar el progreso y el bienestar de los venezolanos.
@lxgrisanti
Excelente!!! Coincido 100% en todo y aplaudo que una persona con su conocimiento y experiencia precisamente en el sector petrolero destaque la necesidad de transformar la industria petrolera, la economía y por ende nos encamine a un desarrollo sustentable.