Los días perdidos
En Venezuela abundan los días de fiesta o no laborables, eso aunque pudiera resultar agradable individualmente hablando, colectivamente es inconveniente si el país requiere producir más para sobrellevar y superar la crisis económica.
En los países avanzados los días de fiesta son contados con los dedos de la mano y no son creados caprichosamente por el gobernante de turno para sacar del olvido histórico a algún dudoso personaje.
En francia, por ejemplo, no es día no laborable el nacimiento o muerte de Napoleón. En EEUU tampoco lo es el de Washington o de Lincoln, aunque si el de Martin Luther King. En prácticamente ningún país desarrollado la actividad económica, salvo Brasil, se ve mermada por la celebración de los carnavales, y la Semana Santa no es un jolgorio.
Ahora, en el mes de «febrero revolucionario» tendremos, por ahora dos días festivos de nuevo cuño, el natalicio de un cuestionado personaje histórico, Ezequiel Zamora y el ensalzamiento del 4 de febrero, la fecha del golpe de estado que dio origen al desastre en que hoy se ha convertido nuestro país.
Venezuela requiere mucho trabajo y menos palabrería para superar esta etapa de destrucción sistemática a la que nos ha conducido la alianza cívico-militar que mal gobierna y, en vez de proclamar días feriados, deberíamos reducirlos a su mínima expresión y solo celebrar aquellos que dieron lugar a nuestro origen como nación.
Utilizar a los hombres, por importantes que hayan podido ser, es el germen del nefasto personalismo que tanto daño ha causado en este país.