Los CLAP, criminal aparato de dominación
Las tiranías guardan en un cofre, donde reposa su inmensa ambición de poder, una panoplia de maldades y métodos de tortura con los cuales causar el mayor sufrimiento a los habitantes de los países por ellas sometidos. Así la fascista, la comunista, la falangista y las tropicales latinoamericanas, tan crueles como las de otras latitudes, pero sin filiación a exóticas doctrinas ideológicas de comprobada vocación hegemónica y autoritaria, porque fueron producto de la irreprimible ambición de un caudillo combinada, en la mayoría de los casos, con la rudeza del domador de potros salvajes, dispuesto a imponer su voluntad, blandiendo su “derecho” a ocupar el gobierno, a enriquecerse y a dar rienda suelta a la primitiva mesnada que le seguía, para que cometiera toda clase de desmanes, por habérselo ganado en los combates con el mortífero estruendo de los cañones, enarbolando su bandera en la punta de las bayonetas o con el filo de los machetes que, a los efectos, daba igual.
Si de algo tenemos conocimiento los venezolanos es de esas tiranías y sus rigores. No es poca cosa haberlas padecido durante más de 150 años de gobiernos que oscilaban de férreas dictaduras al autoritarismo “civilizador” de Guzmán Blanco. Sin duda alguna, todas depredadoras del patrimonio moral, material y físico del país. Pero, como dejamos dicho, sin formación, ni filiación ideológica, más allá del uso de pendones azules o amarillos, hasta que el golpista del 04 de febrero de 1992 quedó atrapado en la enmarañada barba de Fidel Castro y asumió el modelo político-económico catrocomunista que hundió a Cuba en profunda ruina. Del resto, para llegar al bodrio del Socialcomunismo del siglo XXI, se encargaron tarifados “ideólogos” que inflaron su ego a nivel de globo aerostático.
Así, el felón de 1992, se dispuso a dilapidar los elevadísimos ingresos fiscales, provenientes del precio anómalo del barril de petróleo en el mercado internacional. Cuando el resultado de las encuestas no le eran tan favorables como esperaba, siguiendo las instrucciones del laboratorio del engaño castrocomunista, ordeno la creación de “misiones” hasta para determinar el valor nutritivo del malojillo, la verdolaga y la pepa de mango y proceder a su industrialización.
Entonces, para que la gran estafa alcanzara la cumbre imaginada y cosechar el beneficio electoral que de su gestión emanarían, parió la idea de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) con la única misión de comprar, no producir, y vender a precio más que subsidiado, cajas contentivas de productos alimenticios, suficientes sólo para una precaria subsistencia a base de granos, pasta, harinas, aceite comestible y, en ocasiones, carne bovina, pollo y Jabón para lavar o champú.
Y es una gran estafa porque además de ser un aparato político-policial creado para el control social y político de la población, los alimentos contenidos en la caja CLAP no son suficientes, en cantidad, en calidad, ni en nutrientes como para garantizar la solvencia alimenticia de una familia de seis (6) o más personas, en la cual el componente de mayor peso es el de los menores, cuyo proceso de desarrollo requiere de ingestión proteínica que garantice un equilibrado desarrollo físico e intelectual.
Es una gran estafa y necesario es repetirlo hasta el agotamiento, porque los resultados ya pueden ser medidos en los escandalosos actos de corrupción administrativa. Lucro indebido, mejor robo de los dineros de la nación, en negociaciones de compra de los productos a ser embalados en las fulanas Cajas CLAP, muchas veces denunciados en estado de descomposición, no aptos para el consumo humano.
Tal estafa o mejor robo constituye un crimen contra el futuro de la patria. La reducción de la talla que se observa en jóvenes con edades comprendidas entre 14 y 18 años, es alarmante; se concatena con el bajo rendimiento académico y la disminución de escolarizados desde el preescolar hasta el 6º grado, con su repercusión en jóvenes liceístas y bachilleres universitarios.
Sin duda, han condenado a muerte el futuro de la patria.