Los cachorros del Socialismo del Siglo XXI
Alarmados y estupefactos leemos atónitos, pasmados, boquiabiertos, la noticia en la que se informa del apuñalamiento de dos oficiales de las FFAA por parte de un grupo de niños y adolescentes, verdaderos cachorros de la revolución, Hechos en socialismo.
Así como el Imperio tiene sus cachorros, la Venezuela bolivariana, chavista y socialista tiene también sus cachorros entrenados en los antivalores de la muerte fútil, baladí, trivial, y en la ideología del odio que desde el palacio y el partido predican y practican unos gobernantes que desprecian la vida, que están empeñados en que la existencia de los súbditos bolivarianos sea cada vez más precaria, que se viva al filo de la navaja.
Los niños de la Patria – que ya no son de la calle ni huelen pega ni se drogan con crack – tienen licencia bolivariana para matar y asesinar a mansalva a quien se les atraviese en el antiguo y glorioso boulevard de Sabana Grande. ¡Quieto o te quiebro!, es el lema que la revolución ha impuesto y difundido en una sociedad sin ley, donde la impunidad está a la orden del día; los malandros son bienandros al decir del Comandante Eterno y Supremo.
Ciertamente la vida humana no vale nada para aquellos que predican que la vida no vale nada, es decir: Patria, Socialismo y Muerte. Necrófilos en su esencia los dirigentes del socialismo del siglo XXI son indiferentes ante todo tipo de muerte: por desnutrición, por huelga de hambre para reclamar derechos fundamentales, por ausencia de medicinas o por la septicemia que acompaña a los quirófanos y hospitales insalubres.
Somos – ¡Qué tristeza y desconsuelo da! -, una sociedad abatida por el crimen, donde pranes, colectivos, policías, guardias nacionales y cachorros bolivarianos hacen de las suyas, amparados en un libertinaje, en una impunidad que es verdadera política de Estado.
Sobrada razón tiene Yordano:
Por estas calles la compasión ya no aparece / y la piedad hace rato que se fue de viaje / cuando se iba la perseguía la policía / oye conciencia mejor te escondes con la paciencia. // Por ningún lado se encuentran rastros de valentía / quienes la vieron dicen que estaba pálida y fría / se daba cuenta que estaba sola y sin compañía / y cada vez que asomaba el rostro se le veía. // Por eso cuídate de las esquinas, / no te distraigas cuando caminas / que pa’ cuidarte yo solo tengo esta vida mía. // Por estas calles hay tantos pillos y malhechores // y en eso sí que no importa credo, raza o colores // tú te la juegas si andas diciendo lo que tú piensas / al hombre bueno le ponen precio a la cabeza. // Y los que andan de cuello blanco son los peores / porque además de quemarte se hacen llamar señores / tienen amigos en altos cargos muy influyentes / y hay algunos que hasta se lanzan pa’ presidente.