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Los BRICS vs G7, riqueza global y democracia

La decimosexta cumbre de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica) ha comenzado a desarrollarse desde el 22 al 24/10 en la ciudad rusa de Kazán con un objetivo claro en la mente de su anfitrión, Vladímir Putin, cuyo propósito final es el de consolidar una plataforma que ofrezca a Moscú una alternativa económica y diplomática a Occidente y al mismo tiempo superar su aislamiento diplomático.

En el evento participarán dos decenas de líderes internacionales y 36 delegaciones de países figuran en la lista de invitados por el Kremlin, entre ellas se encuentra la delegación venezolana cuyo gobierno pretende ingresar oficialmente al mencionado grupo a pesar de su minusvalía económica.

En definitiva, pretenden darse los medios para afirmar la unidad del Sur Global frente a Occidente, en función de esa perspectiva presumen la creciente influencia económica de los países BRICS, y afirman que su PIB combinado supera actualmente los 60 billones de dólares, superando al de los países del G7 (EEUU, Reino Unido, Italia, Alemania, Canadá, Francia y Japón) que ronda alrededor de los 50 billones de dólares.

En esa dirección Putin afirma que los países BRICS se han convertido en motores clave del crecimiento económico mundial y predijo que seguirán generando la mayor parte del crecimiento del PIB mundial en el futuro. “Es evidente que el papel de los BRICS en la economía mundial solo aumentará”, agencia rusa TASS.

Ahora bien, el impacto de las economías en la condición de vida de sus habitantes condiciona el verdadero desarrollo humano. Veamos a continuación el de los BRICS.

En cuanto al PIB Per cápita en el ranking de este grupo, que como ya hemos visto es útil para comparar el nivel de vida de sus habitantes, China, se encuentra en segundo puesto, precedida por Rusia que, con 12.922 €, lidera el ranking. En último lugar se encuentra India, cuyos habitantes tienen un nivel de vida 5 veces menor que los de Rusia (Banco Mundial 2024)

Cuando comparamos con el PIB Per Cápita del G7 este registra la cifra de 56.293 €, que quintuplica el alcanzado por los países integrantes de los BRICS, traduciendo que el nivel de vida en el G7 que incluye a Japón registra el primer lugar en el planeta en materia de condición humana.

Este contexto se agrava cuando se consideran las características de los regímenes políticos en materia de democracia y autoritarismo, al establecer a simple vista que la mayoría de los gobiernos integrantes de los BRICS son de corte autoritario y violadores pertinentes de los DDHH.

En este aspecto los análisis de los recién laureados Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson, quienes ganaron el Premio Nobel de Economía 2024, el último galardón del año que se entrega en reconocimiento a destacadas contribuciones a la humanidad resumen con carácter lapidario: “No se puede lograr una economía inclusiva con un régimen autoritario”.

Por su parte, James Robinson rechaza la idea de que las estructuras de poder represivas superen el éxito de los sistemas democráticos y predice que el modelo chino eventualmente tendrá que cambiar si pretende concretar bienestar para los habitantes de ese país.

Sus investigaciones destacan la importancia de la fortaleza de las instituciones, indicando que el clientelismo como forma de interacción política basada en el intercambio de apoyo por beneficios particulares, tiende a erosionar la capacidad del Estado y al mismo tiempo la debilidad de las capacidades estatales es terreno fértil para el clientelismo, derivando en un Estado débil en materia institucional.

Superar estos obstáculos está relacionado con el destino de la primera potencia mundial, los EEUU, país que en 2 semanas elegirá un nuevo presidente entre 2 candidatos con tendencias contrapuestas, uno que aspira a regresar a la Casa Blanca se ha manifestado contrario a la globalización, permitiéndose carantoñas con regímenes tiránicos integrantes de los BRICS, y la candidata demócrata quien pretende profundizar el fortalecimiento institucional económico y democrático a nivel global.

Finalmente, el régimen venezolano participa en un juego de tronos como el pariente pobre por su aporte económico insignificante, cuestionado incluso por el asesor de Lula Celso Amorín quien se manifiesta contrario al ingreso de Venezuela a los Brics, manifestando “No defiendo el ingreso de Venezuela. Creo que hay que ir despacio. No tiene sentido llenarlo con países, de lo contrario pronto se creará un nuevo G-77”., (en referencia a la coalición simbólica de paises creada en 1964), añadiendo “hay que estudiar muy bien la entrada de nuevos países. Se necesita países que puedan contribuir. Tener una concepción estratégica de las admisiones”.

Este escenario resalta a un régimen aislado del mundo occidental democrático por una parte y solo defendido por Rusia y China, quienes le asignan un rol de peón de las autocracias del planeta en América Latina.

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